22/05/2015, 00:39
(Última modificación: 22/05/2015, 01:08 por Hanamura Kazuma.)
Kazuma siempre fue un chico curioso, y nunca dejaba pasar una oportunidad para aprender. Para el ningún conocimiento era inútil, por lo tanto, cualquier persona que tuviera algo que enseñarle sería bien recibida. Lo mismo iba para las situaciones de las que pudiera obtener alguna experiencia.
Quizás por eso estaba tan emocionado cuando salió de viaje por órdenes de su maestro. El peliblanco desconocía el por qué de la travesía, pero ya había sido informado del lugar al que irían. Su destino era el país del bosque, más específicamente una región conocida como; los arrozales del silencio. Un lugar del cual se decía que había prosperidad y paz, ya que en su mayor parte solo se dedicaban al cultivo y al comercio.
Pero luego de dos días de viaje, sus esperanzas de encontrarse con muchas cosas interesantes fueron frustradas. Debido principalmente a dos cosas; La primera es que le habían enviado en compañía de Mizuki, la criada de más confianza del maestro y que también resultaba ser tanto la guardiana como la niñera del Ishimura. Lo segundo y peor fue el hecho de que por ningún motivo seria un viaje turístico o de disfrute, ya que en toda regla era solo por cuestiones de negocio. Cosas sobre los distribuidores con los que trabajaba el anciano maestro.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
—Como le iba diciendo; Para la próxima estación necesitamos un aumento del veintitrés por ciento en la cantidad de arroz que tendra preparado para la exportación privada. Eso equivaldría a cuarenta y seis sacos o dosmil ochocientos kilogramos —inquirió la chica mientras se ajustaba los lentes y repasaba una tabla llena de números y fechas.
—Pero señorita Mizuki —replico en tono lastimero aquel distribuidor de granos—. Las tormentas de verano han sido inclementes con nuestras cosechas. Con la última subida del rió Gaiden, perdí el trece por ciento de los arrozales que están bajo mi administración.
—Señor Fakku —exclamo con una vos tan seria como gélida—. Por su bien le recomiendo que se abstenga de tratar de engañarnos. Estoy enterada de que hace poco compro unas cuantas hectáreas de arrozales muy productivas, todo con el adelanto monetario que le dio nuestro señor, también estoy consciente del hecho de que el área que menciona como arrasada, fue vendida por usted mismo a unos granjeros locales antes de dichas inundaciones.
—Teniendo eso en cuenta; es mejor que busque la manera de cumplir con el contrato, a menos claro, que quiera separarse de nuestra línea de negocios —dijo con un tono bastante amenazador, por lo que a aquel hombre solo le quedo tragar saliva y prepararse para seguir con las negociaciones.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
«Cielos, esto es mortalmente aburrido… No vine al país del bosque solo para estar escuchando un montón de aburrido parloteo administrativo. Además me da mucha curiosidad esta zona, aun más después de leer aquel folleto turístico que traje conmigo» —con ese pensamiento en mente Kōtetsu, tomo su espada enfundada, y en cuanto tuvo oportunidad huyo por la ventana de la casa donde se encontraba, y se dirigió hacia el pueblo que estaba en las inmediaciones—. «Sé que Mizuki se va a cabrear cuando se dé cuenta de que me fui, pero esta es una gran oportunidad para conocer esta región»
El peliblanco no perdió ni un segundo. Luego de que abandono aquella reunión se tomo un buen tiempo para pasear por todo el pueblo, y para detenerse en cada tienda o lugar que le causara curiosidad. A pesar de que no se encontraba en esos lares con motivos turísticos, tuvo la suerte de contar con dinero suficiente como divertirse como cualquier visitante. Compro un sombrero de paja estilo campesino, se comió algunos dulces de fruta confitada, se detuvo a probar el té en varias puestos, e incluso logro ingeniárselas para entrar en un bar-restaurante y probar un poco de vino de arroz.
Luego de todo aquello se detuvo a escuchar las historias de uno de esos sabios ancianos del campo, y entre cuentos y fabulas escucho algo interesante; Una anécdota que hacía referencia a un maravilloso grano conocido como “El arroz que nunca se pasa”. Solo con aquel nombre bastó para que su boca se hiciera agua y su curiosidad se convirtiera en un fuego incontrolable, por lo que ignorando algunas reglas del sentido común, pidió información al anciano, el cual solo le dio unas cuantas indicaciones y luego señalo el este con la única mano que tenia.
Sin confirmar lo que había escuchado, salió a toda prisa fuera de la aldea, en la misma dirección que había señalado aquel viejo cuenta cuentos.
Su caminata por fuera de la aldea fue bastante entretenida; En una ocasión se topo con una granjera a la cual se le había atorado su arado en el fango. Siendo fiel a su naturaleza y sin que esta le pidiera ayuda, el ojosgrises se metió en el lodo que le llegaba hasta las rodillas y ayudo a desatorar aquel equipo, como recompensa la mujer le regalo dos botellones de leche recién ordeñada. Luego de aquello se encontró una cesta abandonada en medio del camino, dicha cesta estaba llena de pescado salado y algunas cacerolas pequeñas. En vista de que no había nadie alrededor tomo la cesta y siguió su camino hacia… hacia ninguna parte en realidad.
«Joer, creo que ese arroz maravilloso que había mencionado no se encuentra por aquí. y ya me empieza a dar hambre… Es más desde que llegue a esta región no he podido probar un bocado de arroz» —pensamientos de Kazuma luego de caminar sin rumbo por varias horas.
Cuando la luz del sol estaba casi extinta y la noche amenazaba con cernirse sobre él, la suerte a la cual tanto repudiaba le sonrió. En medio del ya oscuro camino, se encontraba lo que parecía ser una especie de cabaña de sendero para los viajeros cansados. Al acercarse a esta pudo notar que no estaba desocupada, y aunque prefería haberla encontrado sola, la hora y lo inhóspito del sitio no le permitía darse el lujo de pasar de largo, por lo que tendría que compartirla con quien sea que estuviese ahí.
—Buenas y disculpe mi irrupción, pero soy un viajero cansado que busca donde refugiarse —dijo él con el tono de voz más educado posible, mientras entraba a aquel refugio y esperaba a que le respondieran.
Quizás por eso estaba tan emocionado cuando salió de viaje por órdenes de su maestro. El peliblanco desconocía el por qué de la travesía, pero ya había sido informado del lugar al que irían. Su destino era el país del bosque, más específicamente una región conocida como; los arrozales del silencio. Un lugar del cual se decía que había prosperidad y paz, ya que en su mayor parte solo se dedicaban al cultivo y al comercio.
Pero luego de dos días de viaje, sus esperanzas de encontrarse con muchas cosas interesantes fueron frustradas. Debido principalmente a dos cosas; La primera es que le habían enviado en compañía de Mizuki, la criada de más confianza del maestro y que también resultaba ser tanto la guardiana como la niñera del Ishimura. Lo segundo y peor fue el hecho de que por ningún motivo seria un viaje turístico o de disfrute, ya que en toda regla era solo por cuestiones de negocio. Cosas sobre los distribuidores con los que trabajaba el anciano maestro.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
—Como le iba diciendo; Para la próxima estación necesitamos un aumento del veintitrés por ciento en la cantidad de arroz que tendra preparado para la exportación privada. Eso equivaldría a cuarenta y seis sacos o dosmil ochocientos kilogramos —inquirió la chica mientras se ajustaba los lentes y repasaba una tabla llena de números y fechas.
—Pero señorita Mizuki —replico en tono lastimero aquel distribuidor de granos—. Las tormentas de verano han sido inclementes con nuestras cosechas. Con la última subida del rió Gaiden, perdí el trece por ciento de los arrozales que están bajo mi administración.
—Señor Fakku —exclamo con una vos tan seria como gélida—. Por su bien le recomiendo que se abstenga de tratar de engañarnos. Estoy enterada de que hace poco compro unas cuantas hectáreas de arrozales muy productivas, todo con el adelanto monetario que le dio nuestro señor, también estoy consciente del hecho de que el área que menciona como arrasada, fue vendida por usted mismo a unos granjeros locales antes de dichas inundaciones.
—Teniendo eso en cuenta; es mejor que busque la manera de cumplir con el contrato, a menos claro, que quiera separarse de nuestra línea de negocios —dijo con un tono bastante amenazador, por lo que a aquel hombre solo le quedo tragar saliva y prepararse para seguir con las negociaciones.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
«Cielos, esto es mortalmente aburrido… No vine al país del bosque solo para estar escuchando un montón de aburrido parloteo administrativo. Además me da mucha curiosidad esta zona, aun más después de leer aquel folleto turístico que traje conmigo» —con ese pensamiento en mente Kōtetsu, tomo su espada enfundada, y en cuanto tuvo oportunidad huyo por la ventana de la casa donde se encontraba, y se dirigió hacia el pueblo que estaba en las inmediaciones—. «Sé que Mizuki se va a cabrear cuando se dé cuenta de que me fui, pero esta es una gran oportunidad para conocer esta región»
El peliblanco no perdió ni un segundo. Luego de que abandono aquella reunión se tomo un buen tiempo para pasear por todo el pueblo, y para detenerse en cada tienda o lugar que le causara curiosidad. A pesar de que no se encontraba en esos lares con motivos turísticos, tuvo la suerte de contar con dinero suficiente como divertirse como cualquier visitante. Compro un sombrero de paja estilo campesino, se comió algunos dulces de fruta confitada, se detuvo a probar el té en varias puestos, e incluso logro ingeniárselas para entrar en un bar-restaurante y probar un poco de vino de arroz.
Luego de todo aquello se detuvo a escuchar las historias de uno de esos sabios ancianos del campo, y entre cuentos y fabulas escucho algo interesante; Una anécdota que hacía referencia a un maravilloso grano conocido como “El arroz que nunca se pasa”. Solo con aquel nombre bastó para que su boca se hiciera agua y su curiosidad se convirtiera en un fuego incontrolable, por lo que ignorando algunas reglas del sentido común, pidió información al anciano, el cual solo le dio unas cuantas indicaciones y luego señalo el este con la única mano que tenia.
Sin confirmar lo que había escuchado, salió a toda prisa fuera de la aldea, en la misma dirección que había señalado aquel viejo cuenta cuentos.
Su caminata por fuera de la aldea fue bastante entretenida; En una ocasión se topo con una granjera a la cual se le había atorado su arado en el fango. Siendo fiel a su naturaleza y sin que esta le pidiera ayuda, el ojosgrises se metió en el lodo que le llegaba hasta las rodillas y ayudo a desatorar aquel equipo, como recompensa la mujer le regalo dos botellones de leche recién ordeñada. Luego de aquello se encontró una cesta abandonada en medio del camino, dicha cesta estaba llena de pescado salado y algunas cacerolas pequeñas. En vista de que no había nadie alrededor tomo la cesta y siguió su camino hacia… hacia ninguna parte en realidad.
«Joer, creo que ese arroz maravilloso que había mencionado no se encuentra por aquí. y ya me empieza a dar hambre… Es más desde que llegue a esta región no he podido probar un bocado de arroz» —pensamientos de Kazuma luego de caminar sin rumbo por varias horas.
Cuando la luz del sol estaba casi extinta y la noche amenazaba con cernirse sobre él, la suerte a la cual tanto repudiaba le sonrió. En medio del ya oscuro camino, se encontraba lo que parecía ser una especie de cabaña de sendero para los viajeros cansados. Al acercarse a esta pudo notar que no estaba desocupada, y aunque prefería haberla encontrado sola, la hora y lo inhóspito del sitio no le permitía darse el lujo de pasar de largo, por lo que tendría que compartirla con quien sea que estuviese ahí.
—Buenas y disculpe mi irrupción, pero soy un viajero cansado que busca donde refugiarse —dijo él con el tono de voz más educado posible, mientras entraba a aquel refugio y esperaba a que le respondieran.