22/05/2015, 15:50
*¡Joder! ¿Dónde se habrá metido?*
Ni rastro de Kota. fue como buscar una aguja en un pajar. Por mucho que buscase y rebuscase no iba a dar con él. ¿Acaso se había olvidado de nuestro entrenamiento? Me fui al centro, al jardín de los cerezos y acabé pisando la arena de la playa, donde debimos estar a primera hora. De hecho las playas de Uzushiogakure fue el primer lugar que pise y luego fui a buscarle en vistas de que no apareció.
Cuando te pille te vas a cagar me repetía para mi mismo.
Seguí caminando sin rumbo, maldiciendo cada uno de los huesos de mi hermano. Los pies se me hundían entre la fina y seca arena que conformaba aquellas playas hasta llegar prácticamente hasta el final, un lugar donde no solía haber demasiada gente, ni siquiera en aquella época del año en la que el clima invitaba a pasarse el día en aquel lugar. Nadie, ni rastro de vida humana hasta que pude escuchar el chapoteo de alguien. Levanté el rostro y pude ver aquel chico que me resultaba tan familiar. Mis pies dejaron de avanzar, dejando que los granitos de arena los chamuscasen y me limité a observarle para ver si caía en la cuenta de quién narices era. ¡Lo tenía en la maldita punta de la lengua!
Aquel muchacho rubio... sí, sin duda tenía que ser un ex compañero de la academia, ahora de las fuerzas militares de Uzushio, a no ser que hubiese suspendido la prueba de graduación. Y aquel bastón clavado en la arena...
-¡Nabo!-
Me salió del alma y corrí hacia su dirección, ya había salido del agua y estaba tostandose al sol, boca arriba.
-¿Has visto a mi hermano?-
Ni rastro de Kota. fue como buscar una aguja en un pajar. Por mucho que buscase y rebuscase no iba a dar con él. ¿Acaso se había olvidado de nuestro entrenamiento? Me fui al centro, al jardín de los cerezos y acabé pisando la arena de la playa, donde debimos estar a primera hora. De hecho las playas de Uzushiogakure fue el primer lugar que pise y luego fui a buscarle en vistas de que no apareció.
Cuando te pille te vas a cagar me repetía para mi mismo.
Seguí caminando sin rumbo, maldiciendo cada uno de los huesos de mi hermano. Los pies se me hundían entre la fina y seca arena que conformaba aquellas playas hasta llegar prácticamente hasta el final, un lugar donde no solía haber demasiada gente, ni siquiera en aquella época del año en la que el clima invitaba a pasarse el día en aquel lugar. Nadie, ni rastro de vida humana hasta que pude escuchar el chapoteo de alguien. Levanté el rostro y pude ver aquel chico que me resultaba tan familiar. Mis pies dejaron de avanzar, dejando que los granitos de arena los chamuscasen y me limité a observarle para ver si caía en la cuenta de quién narices era. ¡Lo tenía en la maldita punta de la lengua!
Aquel muchacho rubio... sí, sin duda tenía que ser un ex compañero de la academia, ahora de las fuerzas militares de Uzushio, a no ser que hubiese suspendido la prueba de graduación. Y aquel bastón clavado en la arena...
-¡Nabo!-
Me salió del alma y corrí hacia su dirección, ya había salido del agua y estaba tostandose al sol, boca arriba.
-¿Has visto a mi hermano?-
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa