9/08/2016, 21:58
La decisión estaba tomada por parte de la chica de Ame. Pensaba tomar a la fuerza al chico, costase lo que costase, y le daría una vida lejos de todo éste sufrimiento que ni había llegado a imaginar. Obviamente, tendría que trabajar por su propio futuro, pero ni por asomo estaría bajo las mismas circunstancias en que se encontraba. Podía perder a un "padre", pero ganaría una vida plena.
Para cuando dejó clara las intenciones, lejos de infundir respeto, todos la tomaron por una mocosa que no tenía ni idea de lo que decía. Ciertamente, así era, pero el dinero es poder... y a día de hoy, dinero no le faltaba a la chica.
Pese a desbordar confianza, nadie la tomó en serio. Por otro lado, le importaba poco mas que un pimiento en oferta a mitad de invierno. Es decir, no había empezado su cruzada por tomar poder en su negocio simplemente para agradar a la gente y ser alabada. Su propósito no era mas que ampliar su mercado, lograr labrarse una reputación, y conseguir algún que otro ayudante en las distintas localidades. Aquí ya sabía quien sería su mano derecha, y que por tozudez no fuese... porque la chica no cambiaría de opinión.
Tenía en vista uno de los callejones por donde podían haber huido. Así pues, comenzó a andar. Poco tardó en llamar su atención la otra peliblanco. Para cuando se dio la vuelta Katomi, pudo ver como ésta se acercaba. Sin duda alguna, era la peliblanco que antes la había ayudado. Sin pelos en la lengua, la de Uzu desveló que ayudaría a Katomi a encontrar al chico.
—Mmm... ok. Tampoco te gusta la idea de dejarlo a su suerte... ¿verdad?
Tras ello, se acercó a la kunoichi y alzó su mano a modo de saludo. —Mi nombre es Sarutobi Katomi. Encantada de conocerte.
Realmente no estaba segura de hasta cuanto podía confiar en ella. Pero... también era cierto que hacía un rato le había ayudado sin pedir nada a cambio. Quizás sus intenciones eran realmente buena, por raro que pudiese sonar proviniendo de una persona que se dedica al arte del asesinato. Ninjas...
Curiosa y a la vez objetiva, Katomi acababa de aceptar su compañía. Desde luego, cuatro ojos ven mas que dos.
Para cuando dejó clara las intenciones, lejos de infundir respeto, todos la tomaron por una mocosa que no tenía ni idea de lo que decía. Ciertamente, así era, pero el dinero es poder... y a día de hoy, dinero no le faltaba a la chica.
Pese a desbordar confianza, nadie la tomó en serio. Por otro lado, le importaba poco mas que un pimiento en oferta a mitad de invierno. Es decir, no había empezado su cruzada por tomar poder en su negocio simplemente para agradar a la gente y ser alabada. Su propósito no era mas que ampliar su mercado, lograr labrarse una reputación, y conseguir algún que otro ayudante en las distintas localidades. Aquí ya sabía quien sería su mano derecha, y que por tozudez no fuese... porque la chica no cambiaría de opinión.
Tenía en vista uno de los callejones por donde podían haber huido. Así pues, comenzó a andar. Poco tardó en llamar su atención la otra peliblanco. Para cuando se dio la vuelta Katomi, pudo ver como ésta se acercaba. Sin duda alguna, era la peliblanco que antes la había ayudado. Sin pelos en la lengua, la de Uzu desveló que ayudaría a Katomi a encontrar al chico.
—Mmm... ok. Tampoco te gusta la idea de dejarlo a su suerte... ¿verdad?
Tras ello, se acercó a la kunoichi y alzó su mano a modo de saludo. —Mi nombre es Sarutobi Katomi. Encantada de conocerte.
Realmente no estaba segura de hasta cuanto podía confiar en ella. Pero... también era cierto que hacía un rato le había ayudado sin pedir nada a cambio. Quizás sus intenciones eran realmente buena, por raro que pudiese sonar proviniendo de una persona que se dedica al arte del asesinato. Ninjas...
Curiosa y a la vez objetiva, Katomi acababa de aceptar su compañía. Desde luego, cuatro ojos ven mas que dos.