10/08/2016, 22:46
Él parecía casi tan nervioso como ella misma. Con los ojos abiertos de par en par y los labios fruncidos en un gesto de máxima tensión, el chico estudiaba a Ayame como si fuera la primera persona que se hubiera encontrado en siglos. De hecho, sus ojos se detuvieron momentáneamente sobre la frente de la de Amegakure. Y aquello sólo hizo que la tensión crispara aún más el ambiente.
Sólo después de disculparse por su intromisión, Ayame detectó una mínima relajación en el cuerpo del chico. Pero seguía igual de receloso, y así lo revelaba: con las piernas y los brazos ligeramente flexionados. Por un momento se preguntó si ambos no estaban sintiendo en realidad el mismo miedo hacia el otro.
- ¿Porrrr ké okultar?
«Habla... raro.» Se había sorprendido. El acento de aquel chico no se parecía a nada que hubiera escuchado antes. Su tono de voz casi parecía... salvaje...
—No... no me ocultaba —mintió, y la mentira se reflejó como la luz de la luna sobre las cristalinas aguas de un lago en su sonrisa nerviosa—. Tan sólo necesitaba preguntarte algo...
Fue entonces cuando se fijó en algo que no se había percatado hasta el momento. Y los rasgos de Ayame se iluminaron.
—¡Vaya! ¿Eres un shinobi de Uzushiogakure? —comentó, señalando la bandana que cubría su cuello—. ¡Conozco a algunas personas de allí!
Sólo después de disculparse por su intromisión, Ayame detectó una mínima relajación en el cuerpo del chico. Pero seguía igual de receloso, y así lo revelaba: con las piernas y los brazos ligeramente flexionados. Por un momento se preguntó si ambos no estaban sintiendo en realidad el mismo miedo hacia el otro.
- ¿Porrrr ké okultar?
«Habla... raro.» Se había sorprendido. El acento de aquel chico no se parecía a nada que hubiera escuchado antes. Su tono de voz casi parecía... salvaje...
—No... no me ocultaba —mintió, y la mentira se reflejó como la luz de la luna sobre las cristalinas aguas de un lago en su sonrisa nerviosa—. Tan sólo necesitaba preguntarte algo...
Fue entonces cuando se fijó en algo que no se había percatado hasta el momento. Y los rasgos de Ayame se iluminaron.
—¡Vaya! ¿Eres un shinobi de Uzushiogakure? —comentó, señalando la bandana que cubría su cuello—. ¡Conozco a algunas personas de allí!