26/08/2016, 16:26
—Te acompañaré pero hasta ahí no más, como te vea hacer algo raro me iré, ¿entendido…? —Afirmó la kunoichi mientras hacía los sellos para hacer el mísero bunshin, uno que se quedaría ‘apoyado’ en el poste en el que ella misma había estado previamente.
—¿”Raro”? de qué… —le tomó unos instante el comprender a qué se refería la pelirroja—. Cielos, no —aseguro con un poco de rubor—, Solo buscaremos al sujeto y ya.
El Ishimura se dirigió hacia la puerta y asegurándose de que nadie le estuviese viendo, creo un clon de sí mismo. Luego lo envió a que se colocara donde había estado hace unos instantes. Tenía suerte de que aquellas señoras fueran tan hábiles manteniendo la atención de los hombres sobre ellas. Como shinobi le parecía un truco que podría ser de mucha utilidad en el futuro, pero como hombre le parecía un tanto perturbador él que una mujer tuviera la capacidad de atontarle tan fácilmente.
Procedió a abrir la puerta y a pasar con sumo cuidado, cuál misión de infiltración. Le hizo una seña a su ahora compañera de búsqueda para que le siguiera.
—Este lugar… —Balbuceo.
Aquella debía ser la entrada trasera o una salida de emergencia, pues en cuanto entro vio que tan solo había un largo pasillo vacío y una cuantas puertas con símbolos extraños. Tan sólo el entrar, provocaba que se sintiera en un mundo completamente distinto. Quizás fueran aquellos colores rojos y rosas de carácter tan pasional o puede que se tratase de aquel curioso olor a perfume de ramera que parecía estar en todas partes… Lo cierto es que la mera atmósfera le hacía sentirse un tanto incomodo, más aún estando acompañado de una chica.
—Veamos. —Sin pensarlo mucho, abrió una de las puertas para asomarse.
Debían de ser habitaciones aisladas del ruido, pues en cuanto la abrió un caudal de sonidos salió expelido de la misma. Quien sabe si la muchacha los escucho, pero él no le prestó mucha atención a los gritos de extraña connotación y los fuertes sonidos de latigazo. Quizás porque aquello que vio le sorprendió de sobremanera.
—Esto… —cerró la puerta antes que notaran su presencia—. No está ahí. Había mucho cuero y objetos extraños, pero no el sujeto al que buscamos —se le podía notar un poco turbado—. Mejor, busquemos por otro lado.
Al final del pasillo había otra puerta que se encontraba medio abierta y que parecía llevar a otra estancia.
—¿”Raro”? de qué… —le tomó unos instante el comprender a qué se refería la pelirroja—. Cielos, no —aseguro con un poco de rubor—, Solo buscaremos al sujeto y ya.
El Ishimura se dirigió hacia la puerta y asegurándose de que nadie le estuviese viendo, creo un clon de sí mismo. Luego lo envió a que se colocara donde había estado hace unos instantes. Tenía suerte de que aquellas señoras fueran tan hábiles manteniendo la atención de los hombres sobre ellas. Como shinobi le parecía un truco que podría ser de mucha utilidad en el futuro, pero como hombre le parecía un tanto perturbador él que una mujer tuviera la capacidad de atontarle tan fácilmente.
Procedió a abrir la puerta y a pasar con sumo cuidado, cuál misión de infiltración. Le hizo una seña a su ahora compañera de búsqueda para que le siguiera.
—Este lugar… —Balbuceo.
Aquella debía ser la entrada trasera o una salida de emergencia, pues en cuanto entro vio que tan solo había un largo pasillo vacío y una cuantas puertas con símbolos extraños. Tan sólo el entrar, provocaba que se sintiera en un mundo completamente distinto. Quizás fueran aquellos colores rojos y rosas de carácter tan pasional o puede que se tratase de aquel curioso olor a perfume de ramera que parecía estar en todas partes… Lo cierto es que la mera atmósfera le hacía sentirse un tanto incomodo, más aún estando acompañado de una chica.
—Veamos. —Sin pensarlo mucho, abrió una de las puertas para asomarse.
Debían de ser habitaciones aisladas del ruido, pues en cuanto la abrió un caudal de sonidos salió expelido de la misma. Quien sabe si la muchacha los escucho, pero él no le prestó mucha atención a los gritos de extraña connotación y los fuertes sonidos de latigazo. Quizás porque aquello que vio le sorprendió de sobremanera.
—Esto… —cerró la puerta antes que notaran su presencia—. No está ahí. Había mucho cuero y objetos extraños, pero no el sujeto al que buscamos —se le podía notar un poco turbado—. Mejor, busquemos por otro lado.
Al final del pasillo había otra puerta que se encontraba medio abierta y que parecía llevar a otra estancia.