28/08/2016, 05:07
Luego de recorrer aquel último tramo de vía que se les había hecho demasiado cansado, llegaron al tren que tanto necesitaban alcanzar. «Pero… Es un poco extraño.», pensó mientras observaba los alrededores. Le llamaba la atención el que nadie estuviera fuera del tren, revisando las vías o vigilando.
—Eso es todo. Acoplen la zorrilla al tren, y luego ya podremos abordar. —Ordenó de manera relajada.
Algo de aquella situación le causaba cierto malestar, un mal presentimiento. Las cadenas y seguros hacían mucho ruido mientras unían ambos vehículos, y aun así, nadie de la tripulación se dignó a ir a averiguar. Era posible que fuera por miedo… Cosa que le preocupaba, pues lo que le causaba temor era el no saber qué era aquello que hacía que las personas dentro del tren no se atrevieran a salir.
—Yo terminare el resto. Dense prisa y entren. —Su voz seguía igual de calmada que de costumbre, pero se sentía cierta urgencia en su modo de hablar.
Ambos hombres sintieron la necesidad de preguntarle algunas cosas, como el por que les habían hecho ir hasta tan horrible lugar, pero su jefe les había dejado claro que debían de hacer caso a las indicaciones del peliblanco y que bajo ningún motivo podían incordiarlo o cuestionarlo. De manera un tanto torpe, debido a lo fornidos que eran, ambos sujetos forzaron la puerta y se adentraron en el vagón, viendo como su joven jefe temporal se quedaba de pie sobre la dresina. Solo y debajo de aquel ardiente sol.
—Supuse que me toparía con algunos problemas, pero no esperaba que fuera tan pronto.
Abrió un poco el cuello de su ropa para que le entrara aire, se sacó los pliegues de tela que llevaba dentro del pantalón para estar más cómodo y finalmente, se remango la camisa para tener un poco más de libertad en sus movimientos. Lo único que le seguía molestando era el chaleco, pero tendría que dejárselo puesto, pues quitárselo como debía le tomaría unos minutos. Y ese, era un tiempo que no podía darse el lujo de desperdiciar.
«Creo que así puedo moverme como de costumbre.»
Junto a una nube de polvo, y como salido de la nada, llegó hasta él un grupo de tres hombres. Todos iban a caballo y lucían atuendos visiblemente adaptados a las condiciones desérticas de aquel sitio. Se detuvieron a una distancia prudente. Y prudentes eran, ya que en ningún momento apartaron la vista de la espada que el joven frente a ellos llevaba en la cintura.
—Fue un acercamiento bastante discreto —se le veía calmado, pero estaba en estado de completa alerta—. Se aproximaron trotando cautelosamente sobre la arena… Pero se distinguir el soplar del viento del relinchar de un caballo.
Agradeció los días en que los que era un novato y se le encomendaba la tarea de buscar a los caballos que se extraviaban en el jardín de los cerezos.
El trió no contestó y el de Uzu no hablo más; Hubo un instante de silencio donde solo se podía escuchar como el viento barría el árido suelo. Kazuma aprovechaba cada segundo para analizar la situación, sabiendo que ellos estarían haciendo lo mismo. «Mantienen una buena distancia, jamás he enfrentado a un oponente a caballo, y están bien organizados… Puede que sean un desafío.» Se permitió pensar en lo venidero mientras paseaba su mirada de uno a otro, juzgando a cuál debería atacar primero.
«Ya veremos que tan desafiantes son.», pensó. Su postura era floja, pero solo era un engaño para que sus oponentes se confiaran.
Para cuando decidió que era tiempo de iniciar, sus ojos ya se habían tornado afilados, anticipándose a sus siguientes movimientos. Más por el instinto de “atacar antes de ser atacado.”, los tres sujetos llevaron sus manos a aquellos curiosos portaobjetos sin tapa. Antes de que pudiera dar un solo paso, una lluvia de filosos senbons cayó sobre él. Apenas tuvo tiempo de dar un paso atrás y lanzarse al suelo para cubrirse del ataque, utilizando el móvil de palanca como refugio.
—¿Sin mediar palabras, y tirando a matar? —se dijo a sí mismo, mientras la chispas y la agujas de metal volaban sobre su improvisada trinchera—. Que "coincidencia"... Ese también es mi Teguchi.
Se permitió esbozar una sonrisa, pues nada es más ideal que un oponente que pelee bajos tus mismas reglas... O viceversa.
Por su parte, Tatsuya se encontraba en una situación bastante similar. Violentamente similar…
—Eso es todo. Acoplen la zorrilla al tren, y luego ya podremos abordar. —Ordenó de manera relajada.
Algo de aquella situación le causaba cierto malestar, un mal presentimiento. Las cadenas y seguros hacían mucho ruido mientras unían ambos vehículos, y aun así, nadie de la tripulación se dignó a ir a averiguar. Era posible que fuera por miedo… Cosa que le preocupaba, pues lo que le causaba temor era el no saber qué era aquello que hacía que las personas dentro del tren no se atrevieran a salir.
—Yo terminare el resto. Dense prisa y entren. —Su voz seguía igual de calmada que de costumbre, pero se sentía cierta urgencia en su modo de hablar.
Ambos hombres sintieron la necesidad de preguntarle algunas cosas, como el por que les habían hecho ir hasta tan horrible lugar, pero su jefe les había dejado claro que debían de hacer caso a las indicaciones del peliblanco y que bajo ningún motivo podían incordiarlo o cuestionarlo. De manera un tanto torpe, debido a lo fornidos que eran, ambos sujetos forzaron la puerta y se adentraron en el vagón, viendo como su joven jefe temporal se quedaba de pie sobre la dresina. Solo y debajo de aquel ardiente sol.
—Supuse que me toparía con algunos problemas, pero no esperaba que fuera tan pronto.
Abrió un poco el cuello de su ropa para que le entrara aire, se sacó los pliegues de tela que llevaba dentro del pantalón para estar más cómodo y finalmente, se remango la camisa para tener un poco más de libertad en sus movimientos. Lo único que le seguía molestando era el chaleco, pero tendría que dejárselo puesto, pues quitárselo como debía le tomaría unos minutos. Y ese, era un tiempo que no podía darse el lujo de desperdiciar.
«Creo que así puedo moverme como de costumbre.»
Junto a una nube de polvo, y como salido de la nada, llegó hasta él un grupo de tres hombres. Todos iban a caballo y lucían atuendos visiblemente adaptados a las condiciones desérticas de aquel sitio. Se detuvieron a una distancia prudente. Y prudentes eran, ya que en ningún momento apartaron la vista de la espada que el joven frente a ellos llevaba en la cintura.
—Fue un acercamiento bastante discreto —se le veía calmado, pero estaba en estado de completa alerta—. Se aproximaron trotando cautelosamente sobre la arena… Pero se distinguir el soplar del viento del relinchar de un caballo.
Agradeció los días en que los que era un novato y se le encomendaba la tarea de buscar a los caballos que se extraviaban en el jardín de los cerezos.
El trió no contestó y el de Uzu no hablo más; Hubo un instante de silencio donde solo se podía escuchar como el viento barría el árido suelo. Kazuma aprovechaba cada segundo para analizar la situación, sabiendo que ellos estarían haciendo lo mismo. «Mantienen una buena distancia, jamás he enfrentado a un oponente a caballo, y están bien organizados… Puede que sean un desafío.» Se permitió pensar en lo venidero mientras paseaba su mirada de uno a otro, juzgando a cuál debería atacar primero.
«Ya veremos que tan desafiantes son.», pensó. Su postura era floja, pero solo era un engaño para que sus oponentes se confiaran.
Para cuando decidió que era tiempo de iniciar, sus ojos ya se habían tornado afilados, anticipándose a sus siguientes movimientos. Más por el instinto de “atacar antes de ser atacado.”, los tres sujetos llevaron sus manos a aquellos curiosos portaobjetos sin tapa. Antes de que pudiera dar un solo paso, una lluvia de filosos senbons cayó sobre él. Apenas tuvo tiempo de dar un paso atrás y lanzarse al suelo para cubrirse del ataque, utilizando el móvil de palanca como refugio.
—¿Sin mediar palabras, y tirando a matar? —se dijo a sí mismo, mientras la chispas y la agujas de metal volaban sobre su improvisada trinchera—. Que "coincidencia"... Ese también es mi Teguchi.
Se permitió esbozar una sonrisa, pues nada es más ideal que un oponente que pelee bajos tus mismas reglas... O viceversa.
Por su parte, Tatsuya se encontraba en una situación bastante similar. Violentamente similar…