28/08/2016, 20:03
Ante su pregunta, el chico agachó la cabeza momentáneamente y Ayame temió haberse pasado de la raya de alguna manera.
—Yo poko en villa. Ser... —respondió, con un acento tan extraño que Ayame tuvo que concentrarse al máximo para entender sus palabras—. Eksss... esss, exxxtranjjjjero.
—¡Oh!
Parecía que no se lo había imaginado. La forma de hablar del de Uzushiogakure era totalmente diferente a la de cualquier otra persona. Si no se hubiera cruzado antes con nadie de aquella aldea, Ayame podría haber pensado que era el acento típico de allí.
—Yo Konnnndoriano —dijo entonces, golpeándose dos veces en el pecho.
Ayame volvió a ladear la cabeza, con una ceja enarcada. Pero cuando la apuntó a ella con el mismo puño con el que se había golpeado el pecho, comprendió que se había estado presentando y que ahora le estaba preguntando a ella su propio nombre.
—Yo me llamo Aotsuki Ayame —respondió, apoyando su propia mano sobre el pecho y esbozando una tenue sonrisa. A partir de entonces intentaba pronunciar sus palabras de manera más lenta, para asegurar que Kondoriano pudiera entenderla a la perfección—. Entonces... Dices que no has nacido en Uzushiogakure... ¿De dónde eres? ¿Dónde has nacido?
No podía evitarlo. Desde que había escuchado la extraña manera que tenía de hablar y desde que había sabido que no era de Uzushiogakure, Ayame había sentido una insaciable curiosidad por aquel chico y por la historia que le rodeaba. ¿Vendría de algún paraje exótico? ¿De lejanas tierras nunca conocidas en Onindo?
—Yo poko en villa. Ser... —respondió, con un acento tan extraño que Ayame tuvo que concentrarse al máximo para entender sus palabras—. Eksss... esss, exxxtranjjjjero.
—¡Oh!
Parecía que no se lo había imaginado. La forma de hablar del de Uzushiogakure era totalmente diferente a la de cualquier otra persona. Si no se hubiera cruzado antes con nadie de aquella aldea, Ayame podría haber pensado que era el acento típico de allí.
—Yo Konnnndoriano —dijo entonces, golpeándose dos veces en el pecho.
Ayame volvió a ladear la cabeza, con una ceja enarcada. Pero cuando la apuntó a ella con el mismo puño con el que se había golpeado el pecho, comprendió que se había estado presentando y que ahora le estaba preguntando a ella su propio nombre.
—Yo me llamo Aotsuki Ayame —respondió, apoyando su propia mano sobre el pecho y esbozando una tenue sonrisa. A partir de entonces intentaba pronunciar sus palabras de manera más lenta, para asegurar que Kondoriano pudiera entenderla a la perfección—. Entonces... Dices que no has nacido en Uzushiogakure... ¿De dónde eres? ¿Dónde has nacido?
No podía evitarlo. Desde que había escuchado la extraña manera que tenía de hablar y desde que había sabido que no era de Uzushiogakure, Ayame había sentido una insaciable curiosidad por aquel chico y por la historia que le rodeaba. ¿Vendría de algún paraje exótico? ¿De lejanas tierras nunca conocidas en Onindo?