4/09/2016, 12:30
-¿Pero cómo...?¿No estás solo?
Sonreí, divertido ante la sorpresa del chico al escuchar a Kumopansa.
-Bueno...bueno...Dile a tu musa que salga...si quieres, os puedo dibujar a los dos
— Bueno, bueno, bueno... No nos pongamos tensos, Yoshi. Disfruta del día... en el museo — dije finalmente buscando un calificativo idóneo para aquel lugar — Bueno, ahí va
Esta vez no hubo intervención de la voz misteriosa simplemente por mi espalda, a la altura de los riñones apareció una especie de ¿Palo? Era negro azabache, como el carbón pero a medida que iba desvelándose se iba reconociendo cada vez más, era una pata. Después apareció su cuerpo, bastante más corpulento que sus patas y con un adorno en el abdomen, parecía un reloj de arena y era de color carmesí, como la sangre. Después ya se desveló por completó, enseñando su cabeza los cuales le deleitaron con esos ojos rojos.
— ¡Sorpresa!
Kumopansa se puso de pie, alzándose sobre sus patas traseras. Ya trataba de ser graciosa, una vez más, con su incansable sentido del humor.
— Entonces, ¿Qué? ¿Podrás hacerlo o es demasiada belleza para ti?
— Eso, eso. Seguro que la Kuromibojin lo flipa. ¿Donde me pongo? ¿alguna pose en especial? Esto tiene que ser una obra de arte, ¿Eh?
— Cierra tu bocaza y deja que haga su trabajo, ocho patas Respondí, tajante y dándole un empujoncito para que volviese a apoyar sus ocho patas en la superficie.
Sonreí, divertido ante la sorpresa del chico al escuchar a Kumopansa.
-Bueno...bueno...Dile a tu musa que salga...si quieres, os puedo dibujar a los dos
— Bueno, bueno, bueno... No nos pongamos tensos, Yoshi. Disfruta del día... en el museo — dije finalmente buscando un calificativo idóneo para aquel lugar — Bueno, ahí va
Esta vez no hubo intervención de la voz misteriosa simplemente por mi espalda, a la altura de los riñones apareció una especie de ¿Palo? Era negro azabache, como el carbón pero a medida que iba desvelándose se iba reconociendo cada vez más, era una pata. Después apareció su cuerpo, bastante más corpulento que sus patas y con un adorno en el abdomen, parecía un reloj de arena y era de color carmesí, como la sangre. Después ya se desveló por completó, enseñando su cabeza los cuales le deleitaron con esos ojos rojos.
— ¡Sorpresa!
Kumopansa se puso de pie, alzándose sobre sus patas traseras. Ya trataba de ser graciosa, una vez más, con su incansable sentido del humor.
— Entonces, ¿Qué? ¿Podrás hacerlo o es demasiada belleza para ti?
— Eso, eso. Seguro que la Kuromibojin lo flipa. ¿Donde me pongo? ¿alguna pose en especial? Esto tiene que ser una obra de arte, ¿Eh?
— Cierra tu bocaza y deja que haga su trabajo, ocho patas Respondí, tajante y dándole un empujoncito para que volviese a apoyar sus ocho patas en la superficie.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa