4/09/2016, 15:58
(Última modificación: 28/10/2016, 12:10 por Sasagani Yota.)
La tensión se respiraba en el ambiente, tal era así que podía cortarse con el filo de un kunai, pero después de aquel puñetazo el asunto todavía se agravó más. Nadie decía nada más allá de Datsue y servidor. Es más, todos permanecían expectantes en lo que se había convertido en un intercambio de palabras para nada amigables y mi puñetazo.
—Al último hombre que me hizo eso —sus ojos adquirieron un inesperado tono rojizo, como los mios, pero se observaban dos tomoe en ellos—, le aplasté la cabeza con mi frente.
— Vaya, vaya, seguro que tienes razón, ¿Pero entonces por qué no me has aplastado la cabeza ya?
Perro ladrador, poco mordedor. Y en aquel caso tenía toda la pinta de aplicarse aquella frase que rara vez distaba de la realidad. La camarera. obviamente, y como no podía ser de otro modo, seguía babeando con el tipo de la piel de acero que por cierto, me había dejado las falanges jodidamente doloridas. ¿Como sería aquello posible? La verdad es que habá gente rara por los mundos de Onindo... Por mi parte iba a dar la discusión — o pelea exprés — por terminada, así que fui a sentarme en una de las mesas. No sin antes advertir de algo al tipo vacilón.
— Recuerda tener cuidado cuando te metes con alguien, majete, igual un día te sale el tiro por la culata — dije, advirtiéndole con un tono de voz divertido — Pero debo reconocer que tienes los cojones bien puestos, ¿Cuál es tu nombre?
No podía evitarlo, tenía curiosidad por saber su nombre, el cual no me aportaría nada, pero me daba absolutamente igual. Quería su puto nombre.
—Al último hombre que me hizo eso —sus ojos adquirieron un inesperado tono rojizo, como los mios, pero se observaban dos tomoe en ellos—, le aplasté la cabeza con mi frente.
— Vaya, vaya, seguro que tienes razón, ¿Pero entonces por qué no me has aplastado la cabeza ya?
Perro ladrador, poco mordedor. Y en aquel caso tenía toda la pinta de aplicarse aquella frase que rara vez distaba de la realidad. La camarera. obviamente, y como no podía ser de otro modo, seguía babeando con el tipo de la piel de acero que por cierto, me había dejado las falanges jodidamente doloridas. ¿Como sería aquello posible? La verdad es que habá gente rara por los mundos de Onindo... Por mi parte iba a dar la discusión — o pelea exprés — por terminada, así que fui a sentarme en una de las mesas. No sin antes advertir de algo al tipo vacilón.
— Recuerda tener cuidado cuando te metes con alguien, majete, igual un día te sale el tiro por la culata — dije, advirtiéndole con un tono de voz divertido — Pero debo reconocer que tienes los cojones bien puestos, ¿Cuál es tu nombre?
No podía evitarlo, tenía curiosidad por saber su nombre, el cual no me aportaría nada, pero me daba absolutamente igual. Quería su puto nombre.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa