5/09/2016, 15:46
Los labios de Kondor se abrieron mostrando una pequeña y tímida sonrisa. Cada vez le iba cogiendo más el tranquillo a relacionarse con la gente y cada día se sentía mejor con ello. Quizá dentro de un tiempo se volviera menos antisocial. Quizá lo unico que le pasaba era que tenía miedo a lo desconocido, y la civilización le atemorizaba como nada en el mundo. Con lo sencillo que era moverse y vivir por la naturaleza... como hacía un rato.
Aquella muchacha, sin embargo, parecía interesada en sus orígines.
- ¿De dónde soy? ¿Dónde nací?... No tengo respuesta para eso -pensó Kondor, y de nuevo su semblante se tornó serio. Quizá aquella expresión de ahora preocupara a su interlocutora, pero el salvaje no podía remediarlo. No sabía ocultar sus emociones. Si algo le preocupaba se ponía serio. Si se sentía bien, sonreía. Era tan simple como el mecanismo de un chupete. Y ni siquiera se daba cuenta de ello.
- Nnnno sé. Konozko desssierrrrto desssde ser kría- comentó Kondor con el ceño fruncido y mirando al suelo, para concentrarse en recordar. Levantó la vista y se le volvió a iluminar la cara cuando preguntó- ¿Llevassss mapa de Munnndo? Yo enseñññññar donnnde vivirrr
Y de puro nerviosismo se puso a frotarse las manos mientras iba cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a otra, impaciente. De hecho si alguien se fijara detenidamente, en los codos, rodillas y nudillos de Kondor empezaban a asomar unos punzones minúsculos sin llegar a rasgar por fuera de la piel.
Aquella muchacha, sin embargo, parecía interesada en sus orígines.
- ¿De dónde soy? ¿Dónde nací?... No tengo respuesta para eso -pensó Kondor, y de nuevo su semblante se tornó serio. Quizá aquella expresión de ahora preocupara a su interlocutora, pero el salvaje no podía remediarlo. No sabía ocultar sus emociones. Si algo le preocupaba se ponía serio. Si se sentía bien, sonreía. Era tan simple como el mecanismo de un chupete. Y ni siquiera se daba cuenta de ello.
- Nnnno sé. Konozko desssierrrrto desssde ser kría- comentó Kondor con el ceño fruncido y mirando al suelo, para concentrarse en recordar. Levantó la vista y se le volvió a iluminar la cara cuando preguntó- ¿Llevassss mapa de Munnndo? Yo enseñññññar donnnde vivirrr
Y de puro nerviosismo se puso a frotarse las manos mientras iba cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a otra, impaciente. De hecho si alguien se fijara detenidamente, en los codos, rodillas y nudillos de Kondor empezaban a asomar unos punzones minúsculos sin llegar a rasgar por fuera de la piel.