9/09/2016, 16:08
—Formamos un gran equipo, Tomoe-chan— mientras le revolvía los cabellos a la pequeña sin ningún miramiento con aquella enorme manaza
—¿Equipo?— replicó la pequeña astiada, odiaba que Sasaki le hiciese aquello —Si lo he tenido que matar yo sola...—
—Ya... pero yo te apoyaba desde la distancia— retiró la mano de la cabeza de Tomoe
—...— la Uchiha decidió resignarse, sabía que no tenía ninguna posibilidad de vencer al pelirrojo en una batalla dialectica
—No te lo tomes así, solo era un lobo de nada...— señaló al cuerpo del animal que habían arrastrado hasta la entrada del pueblo, el tamaño de aquella fiera era sin lugar a dudas más que considerable
—El señor con el que nos hemos cruzado hace un momento lo confundió con un oso...— torció el gesto un tanto molesta
—Ese señor era un exagerado— se volvió para echarle un vistazo al animal —puede que no tanto...— se acarició el mentón —¡bah! dejemos el tema que tengo cosas que hacer— se volteó de nuevo para quedar frente a frente con la pequeña que apenas le llegaba al a cintura —¿qué harás tú?—
—Me vuelvo a Ame, tengo que ver al viejo armero— contestó monotonamente
—Deberías comer antes, estás en edad de crecimiento— recomendó el gigantón con un cálida sonrisa
—Ya comeré allí, quiero ver al viejo armero— volvió responder con aquella cara casi inexpresiva que resultaba tan exasperante para el jounnin
—Te he dicho que deberías comer primero, incluso sería mejor que pasases la noche aquí... ha sido un día largo— insistió el hombre de ojos verdes
—Y yo te he dicho que quiero ver al viejo armero— una vez más, la chica se repetía
—¡Qué vayas a comer primero, joder!— el shinobi estaba fuera de sus casillas, aquella cría tenía una habilidad innata para lograr que el gran Sasaki Koji se enfureciera
—Voy a ver al viejo armero— otra vez
—¡A comer!— acabada su paciencia, Koji lanzó un potente coscorrón contra la cabeza de la niña. Cuando está se quiso dar cuenta, se encontraba frente a la puerta de un hostal que recibía el nombre de Kanagata, con un pequeño monedero blanco con una oveja dibujada sonriendo en la mano derecha y un libro en la mano izquierda que se titulaba "Manual de los buenos modales, como hacer amigos" —¡Come, duerme y comportate como una persona normal!— le propino un suave puntapie para inviarla a acercarse hasta la puerta
—Si... Koji-senpai— aceptó su destino con resignación mientras guardaba el monedero en su portaobjetos junto con su librito
—Así me gusta— el hombre se hincho de orgullo, elevando su mirada hacia el oscuro cielo casi nocturno, dejando que la lluvia acariciase sus mejillas antes de comenzar su épico discurso —Puede que ahora no lo entiendas, pero más adelante necesitarás amigos que te apoy...— el sonido de un portazo le hizo bajar la mirada para comprobar que Tomoe le había abandonado allí hablando solo —Como odio a esa niña...— dijo abatido antes de retirarse dramaticamente de la puerta
La pequeña Tomoe cerró tras de sí la puerta, no tenía ganas de volver a escuchar aquel sermón por decimonovena vez en aquella semana y solo estaban a Kazeyōbi.
Ante ella se disponía un enorme salón repleto de mesas de madera, todo bien cuidado y limpio, nada tenían que ver con la mayoría de las posadas de carretera en las que Sasaki la había dormir aunque bien es cierto que a ella tampoco le importaba mucho, había estado en sitios bastante pero acondiconados para descansar. La estancia estaba presidida por una barra al fondo y una chimenea enorme su derecha.
Tomoe oteó el reciento, apenas había un puñado de clientes en aquel momento.
Se quitó su chubasquero sin muchos miramientos, antes de doblarlo y hacerlo una especie de paquetito que ató con una cinta negra para después dejarlo a los pies de un perchero de pie, puesto que no le llegaba la altura para poder colgarlo. Una vez más cómoda y fresquita, pues en aquel lugar hacia una calor un poco agobiante. La joven se dispuso a acercarse hasta la barra directamente, tomo una banqueta y con bastante agilidad tomo asiento. Debido a su altura sus piernas colgaban en el aire como si fuesen las de una muñeca en una estantería.
"Quería ver al viejo armero" desanudo la bandana y la dejó sobre la barra, antes de dejar caer su cabeza sobre la madera "Y ahora tendré que pasar la noche aquí... maldito Koji..."
—¿Equipo?— replicó la pequeña astiada, odiaba que Sasaki le hiciese aquello —Si lo he tenido que matar yo sola...—
—Ya... pero yo te apoyaba desde la distancia— retiró la mano de la cabeza de Tomoe
—...— la Uchiha decidió resignarse, sabía que no tenía ninguna posibilidad de vencer al pelirrojo en una batalla dialectica
—No te lo tomes así, solo era un lobo de nada...— señaló al cuerpo del animal que habían arrastrado hasta la entrada del pueblo, el tamaño de aquella fiera era sin lugar a dudas más que considerable
—El señor con el que nos hemos cruzado hace un momento lo confundió con un oso...— torció el gesto un tanto molesta
—Ese señor era un exagerado— se volvió para echarle un vistazo al animal —puede que no tanto...— se acarició el mentón —¡bah! dejemos el tema que tengo cosas que hacer— se volteó de nuevo para quedar frente a frente con la pequeña que apenas le llegaba al a cintura —¿qué harás tú?—
—Me vuelvo a Ame, tengo que ver al viejo armero— contestó monotonamente
—Deberías comer antes, estás en edad de crecimiento— recomendó el gigantón con un cálida sonrisa
—Ya comeré allí, quiero ver al viejo armero— volvió responder con aquella cara casi inexpresiva que resultaba tan exasperante para el jounnin
—Te he dicho que deberías comer primero, incluso sería mejor que pasases la noche aquí... ha sido un día largo— insistió el hombre de ojos verdes
—Y yo te he dicho que quiero ver al viejo armero— una vez más, la chica se repetía
—¡Qué vayas a comer primero, joder!— el shinobi estaba fuera de sus casillas, aquella cría tenía una habilidad innata para lograr que el gran Sasaki Koji se enfureciera
—Voy a ver al viejo armero— otra vez
—¡A comer!— acabada su paciencia, Koji lanzó un potente coscorrón contra la cabeza de la niña. Cuando está se quiso dar cuenta, se encontraba frente a la puerta de un hostal que recibía el nombre de Kanagata, con un pequeño monedero blanco con una oveja dibujada sonriendo en la mano derecha y un libro en la mano izquierda que se titulaba "Manual de los buenos modales, como hacer amigos" —¡Come, duerme y comportate como una persona normal!— le propino un suave puntapie para inviarla a acercarse hasta la puerta
—Si... Koji-senpai— aceptó su destino con resignación mientras guardaba el monedero en su portaobjetos junto con su librito
—Así me gusta— el hombre se hincho de orgullo, elevando su mirada hacia el oscuro cielo casi nocturno, dejando que la lluvia acariciase sus mejillas antes de comenzar su épico discurso —Puede que ahora no lo entiendas, pero más adelante necesitarás amigos que te apoy...— el sonido de un portazo le hizo bajar la mirada para comprobar que Tomoe le había abandonado allí hablando solo —Como odio a esa niña...— dijo abatido antes de retirarse dramaticamente de la puerta
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La pequeña Tomoe cerró tras de sí la puerta, no tenía ganas de volver a escuchar aquel sermón por decimonovena vez en aquella semana y solo estaban a Kazeyōbi.
Ante ella se disponía un enorme salón repleto de mesas de madera, todo bien cuidado y limpio, nada tenían que ver con la mayoría de las posadas de carretera en las que Sasaki la había dormir aunque bien es cierto que a ella tampoco le importaba mucho, había estado en sitios bastante pero acondiconados para descansar. La estancia estaba presidida por una barra al fondo y una chimenea enorme su derecha.
Tomoe oteó el reciento, apenas había un puñado de clientes en aquel momento.
Se quitó su chubasquero sin muchos miramientos, antes de doblarlo y hacerlo una especie de paquetito que ató con una cinta negra para después dejarlo a los pies de un perchero de pie, puesto que no le llegaba la altura para poder colgarlo. Una vez más cómoda y fresquita, pues en aquel lugar hacia una calor un poco agobiante. La joven se dispuso a acercarse hasta la barra directamente, tomo una banqueta y con bastante agilidad tomo asiento. Debido a su altura sus piernas colgaban en el aire como si fuesen las de una muñeca en una estantería.
"Quería ver al viejo armero" desanudo la bandana y la dejó sobre la barra, antes de dejar caer su cabeza sobre la madera "Y ahora tendré que pasar la noche aquí... maldito Koji..."