9/09/2016, 18:04
El Takanashi tenía más de un truco bajo la manga, o bajo la capa mejor dicho. El jinete no tardó en intentar cargar contra él pero para ese momento Tatsuya ya tenía preparada su táctica; esquivó rápidamente el envite dejándolo pasar de largo y tras llevarse la mano a la espalda tomó de su cinturón la kusari que llevaba oculta para luego lanzarla a las patas traseras del caballo. El animal frenó su galope de forma brusca y el bandido se llevó la peor parte al caer de cara por el repentino freno, para rematar el enorme equino cayó encima de él.
"Puff..."
El Takanashi hizo una mueca al escuchar al tipo gritar, la velocidad del estrellón sumado al peso de la montura terminaron por dejar al sujeto chillando de dolor en el suelo, probablemente se había fracturado más de algún hueso despúes de aquello. Sin embargo no tenía tiempo para sentir lástima por el sujeto pues su compañero que se había levantado estaba a punto de lanzarle una nueva oleada de agujas.
—No me hagan perder el tiempo— Masculló molesto.
Un cadencioso paso hacia atrás bastó para esquivar las senbons, algunas de las cuales apenas si lograron rozar parte de sus cabellos. El bandolero estaba nervioso, al ya no tener a sus dos compañeros había perdido a confianza y ahora se le notaba más lento y torpe. Atacó de forma desesperada pero el de Taki sólo tuvo que agitar su espada frente a sí para desviar el ataque sin mayor esfuerzo. El matón estaba a punto de agarrar más agujas pero Tatsuya se le adelantó tomando dos shurikens, lánzándólas rápidamente hacia las manos del hombre.
—Fin del juego— Pronunció a la vez que el bandido chillaba por el dolor.
El hombre maldecía a viva voz al de la capa negra mientras sus manos sangraban por las estrellas metálicas que las atravesaban, pero ahora que ya ambos estaban inutilizados sin poder hacer nada él Takanashi tenía carta libre para ir a por el tercero que se había ido en dirección al cruce de vías. Se puso en marcha a toda velocidad rogando que no fuera demasiado tarde, no sabía cuales eran exactamente las intenciones de esos sujetos, pero no eran nada buenas de seguro.
Un grito a la lejanía le hizo apremiar el paso, al acercarse pudo divisar al caballo atado a un poste y no dudo en entrar al lugar. La escena que se encontró fue la de un anciano vestido como operador tirado en el suelo, ensangrentado y con mas agujas que un alfiletero. Una mujer y varios más trabajadores estaban en una esquina y sus miradas de miedo parecían querer advertirle algo.
—¡JA JA JA TE TENGO!— Clamó el matón que se hallaba escondido tras unas piezas de maquinaria.
Tatsuya rodó esquivado la ráfaga mientras juntaba ambas manos formando el sello de la serpiente y cuanto se posicionó una corriente eléctrica en forma de lanza salió disparada a toda velocidad contra el sujeto.
"¡Gian!"
Su técnica impactó de lleno en el sujeto y este salió disparado hacia atrás por la fuerza de esta, estrellando su nuca contra un tubo metálico que se encontraba detrás quedando noqueado en el acto. El resto de las personas aún se encontraban aterrradas, parecía que aún no procesaban todo lo que acababa de ocurrir.
—¿Se encuentran bien?— Preguntó preocupado. La mujer y los demás se limitaron a asentir con la cabeza, aparentemente estaban a la defensiva y no confiaban del todo en el Takanashi. —Tranquilos, yo no soy un bandido— Con sus acciones debería haber quedado más que claro, pero esas personas no estaban tan convencidas.
El Takanashi sacó entonces un carrete de hilo de su portaobjetos y caminó hasta donde yacía el bandido inconsciente, debía atar al sujeto para evitar que escapara.
"Puff..."
El Takanashi hizo una mueca al escuchar al tipo gritar, la velocidad del estrellón sumado al peso de la montura terminaron por dejar al sujeto chillando de dolor en el suelo, probablemente se había fracturado más de algún hueso despúes de aquello. Sin embargo no tenía tiempo para sentir lástima por el sujeto pues su compañero que se había levantado estaba a punto de lanzarle una nueva oleada de agujas.
—No me hagan perder el tiempo— Masculló molesto.
Un cadencioso paso hacia atrás bastó para esquivar las senbons, algunas de las cuales apenas si lograron rozar parte de sus cabellos. El bandolero estaba nervioso, al ya no tener a sus dos compañeros había perdido a confianza y ahora se le notaba más lento y torpe. Atacó de forma desesperada pero el de Taki sólo tuvo que agitar su espada frente a sí para desviar el ataque sin mayor esfuerzo. El matón estaba a punto de agarrar más agujas pero Tatsuya se le adelantó tomando dos shurikens, lánzándólas rápidamente hacia las manos del hombre.
—Fin del juego— Pronunció a la vez que el bandido chillaba por el dolor.
El hombre maldecía a viva voz al de la capa negra mientras sus manos sangraban por las estrellas metálicas que las atravesaban, pero ahora que ya ambos estaban inutilizados sin poder hacer nada él Takanashi tenía carta libre para ir a por el tercero que se había ido en dirección al cruce de vías. Se puso en marcha a toda velocidad rogando que no fuera demasiado tarde, no sabía cuales eran exactamente las intenciones de esos sujetos, pero no eran nada buenas de seguro.
Un grito a la lejanía le hizo apremiar el paso, al acercarse pudo divisar al caballo atado a un poste y no dudo en entrar al lugar. La escena que se encontró fue la de un anciano vestido como operador tirado en el suelo, ensangrentado y con mas agujas que un alfiletero. Una mujer y varios más trabajadores estaban en una esquina y sus miradas de miedo parecían querer advertirle algo.
—¡JA JA JA TE TENGO!— Clamó el matón que se hallaba escondido tras unas piezas de maquinaria.
Tatsuya rodó esquivado la ráfaga mientras juntaba ambas manos formando el sello de la serpiente y cuanto se posicionó una corriente eléctrica en forma de lanza salió disparada a toda velocidad contra el sujeto.
"¡Gian!"
Su técnica impactó de lleno en el sujeto y este salió disparado hacia atrás por la fuerza de esta, estrellando su nuca contra un tubo metálico que se encontraba detrás quedando noqueado en el acto. El resto de las personas aún se encontraban aterrradas, parecía que aún no procesaban todo lo que acababa de ocurrir.
—¿Se encuentran bien?— Preguntó preocupado. La mujer y los demás se limitaron a asentir con la cabeza, aparentemente estaban a la defensiva y no confiaban del todo en el Takanashi. —Tranquilos, yo no soy un bandido— Con sus acciones debería haber quedado más que claro, pero esas personas no estaban tan convencidas.
El Takanashi sacó entonces un carrete de hilo de su portaobjetos y caminó hasta donde yacía el bandido inconsciente, debía atar al sujeto para evitar que escapara.