13/09/2016, 14:49
Los bandidos le obligaron a salir mientras dejaban un par de hombres dentro de la garita. Le ordenaron levantar las manos para asegurarse de que no hiciera nada raro. Aquello le incomodaba bastante debido a la herida que tenía en el hombro, además le hicieron caminar a pie mientras ellos iban cabalgando en sus monturas. Seguían la misma ruta que las vías del ferrocarril, lo cual puso preocupado al Takanashi.
"Acaso... ¿habrán atracado el tren?"
Con la locomotora varada todo se complicaba más, no parecía que la cosa fuera a terminar bien. Intentaba pensar en algo, pero el calor del desierto no le ayudaba a concentrarse; Ni soñar siquiera en intentar tomar agua, que los bandidos por nada del mundo le iban a dejar. Llegó un punto donde llegaron a la zona donde previamente se había enfrentado a los otros bandidos. Los caballos habían huido del lugar, no así los malhechores que no tenían mucho sitio a donde ir. Al ver al resto del convoy los dos matones malheridos pidieron ayuda a sus compañeros.
—¡Por fin! ¡Ayúdenme a quitarme estas cosas! Luego golpearé a ese malparido de mierda— Gruñó el que tenía las manos ensangrentadas.
Uno de los jinetes se bajó de su caballo y se dirigió al sujeto para sacarle las shurikens de las manos, los gritos agónicos no se hicieron esperar, pero el sujeto al menos parecía feliz de ya no tener el metal ensartado. Sin embargo esa felicidad le duró poco al ver como su compañero alzaba su ballesta contra él.
—Alto, espera ¡N-!— Se cortó cuando una saeta le atravesó en medio de los dos ojos.
—No estorbes.
El de ojos dispares no creía lo que acababa de ver, ese sujeto había asesinado a un aliado necesitado sin siquiera cambiar la expresión de su rostro. Por muy bandido que fuera no podía evitar sentir pena pues para él era un ser humano como cualquier otro.
—Kisama... ¡Dijiste que nadie más saldría lastimado!— No pudo evitar alegar. Se sentía demasiado indignado como para quedarse callado.
—Tú te callas o la próxima va para ti— Amenazó apuntandolé a la cara con la ballesta —Además él ya estaba herido, ya no era de utilidad— Rió mientras observaba las estrellas metálicas —Bonitas, creo que me las quedaré— Dijo mientras le enseñaba las shurikens en la cara al Takanashi para luego embolsárselas.
Estaba furioso, el pelinegro estaba muy enojado y no se molestaba en disimularlo. Apretó los dientes y gruñó, pero más no podía hacer.
—A... ayu...yuda...— Gimió el que se había caído del caballo.
Pero para él no habría una muerte rápida que le sacara de su agonía, el grupo siguío avanzando mientras dejaban vendido a ese hombre sin esperanza. El Takanashi caminaba ahora cabizbajo con el cabello ensombreciendo su rostro. La frustración e impotencia le invadían, pero debía controlarse si no quería que los civiles que se encontraban en el tren terminasen igual.
Se resignó a seguir avanzando, hasta no conocer toda la profundidad de la situación no podría actuar. Faltaba poco para llegar al tren, cuando a lo lejos divisó otro grupo de hombres que seguramente eran de la misma banda que la que le escoltaban. Sin embargo al levantar la mirada y acercarse pudo notar que había otra persona a quién tenían retenida.
"¿KAZUMA?"
Su sorpresa fue mayúscula. No tenía ni idea de que hacía ahí, se suponía que él se había quedado a tratar unos asuntos en el Lago del Recuerdo, pero por alguna razón se había involucrado en eso y ahora parecía estar en la misma situación que él.
"Acaso... ¿habrán atracado el tren?"
Con la locomotora varada todo se complicaba más, no parecía que la cosa fuera a terminar bien. Intentaba pensar en algo, pero el calor del desierto no le ayudaba a concentrarse; Ni soñar siquiera en intentar tomar agua, que los bandidos por nada del mundo le iban a dejar. Llegó un punto donde llegaron a la zona donde previamente se había enfrentado a los otros bandidos. Los caballos habían huido del lugar, no así los malhechores que no tenían mucho sitio a donde ir. Al ver al resto del convoy los dos matones malheridos pidieron ayuda a sus compañeros.
—¡Por fin! ¡Ayúdenme a quitarme estas cosas! Luego golpearé a ese malparido de mierda— Gruñó el que tenía las manos ensangrentadas.
Uno de los jinetes se bajó de su caballo y se dirigió al sujeto para sacarle las shurikens de las manos, los gritos agónicos no se hicieron esperar, pero el sujeto al menos parecía feliz de ya no tener el metal ensartado. Sin embargo esa felicidad le duró poco al ver como su compañero alzaba su ballesta contra él.
—Alto, espera ¡N-!— Se cortó cuando una saeta le atravesó en medio de los dos ojos.
—No estorbes.
El de ojos dispares no creía lo que acababa de ver, ese sujeto había asesinado a un aliado necesitado sin siquiera cambiar la expresión de su rostro. Por muy bandido que fuera no podía evitar sentir pena pues para él era un ser humano como cualquier otro.
—Kisama... ¡Dijiste que nadie más saldría lastimado!— No pudo evitar alegar. Se sentía demasiado indignado como para quedarse callado.
—Tú te callas o la próxima va para ti— Amenazó apuntandolé a la cara con la ballesta —Además él ya estaba herido, ya no era de utilidad— Rió mientras observaba las estrellas metálicas —Bonitas, creo que me las quedaré— Dijo mientras le enseñaba las shurikens en la cara al Takanashi para luego embolsárselas.
Estaba furioso, el pelinegro estaba muy enojado y no se molestaba en disimularlo. Apretó los dientes y gruñó, pero más no podía hacer.
—A... ayu...yuda...— Gimió el que se había caído del caballo.
Pero para él no habría una muerte rápida que le sacara de su agonía, el grupo siguío avanzando mientras dejaban vendido a ese hombre sin esperanza. El Takanashi caminaba ahora cabizbajo con el cabello ensombreciendo su rostro. La frustración e impotencia le invadían, pero debía controlarse si no quería que los civiles que se encontraban en el tren terminasen igual.
Se resignó a seguir avanzando, hasta no conocer toda la profundidad de la situación no podría actuar. Faltaba poco para llegar al tren, cuando a lo lejos divisó otro grupo de hombres que seguramente eran de la misma banda que la que le escoltaban. Sin embargo al levantar la mirada y acercarse pudo notar que había otra persona a quién tenían retenida.
"¿KAZUMA?"
Su sorpresa fue mayúscula. No tenía ni idea de que hacía ahí, se suponía que él se había quedado a tratar unos asuntos en el Lago del Recuerdo, pero por alguna razón se había involucrado en eso y ahora parecía estar en la misma situación que él.