24/05/2015, 15:48
Tomoe caminaba bajo la incensante lluvia, con la única protección de una vieja capa negra impermeable y un sombrero de paja en forma de cono que se aseguraba, con una finas correas del mismo material que el sombrero, a su barbilla.
La joven kunoichi atravesaba uno de los muchos lagos que rodeaban la Aldea de la Lluvia puesto que el resto de rutas la alejaban demasiado de la dirección que había elegido, el Sur.
Era la primera vez en su vida que podía abandonar la Aldea, si algo bueno había tenido graduarse en la Academia es que ahora tenía "cierta" libertad para moverse. Así que había decidido alejarse un poco de Amegakure, tratar de poner el mayor espacio posible entre sus habitantes y ella.
La pelinegra se encontraba cerca del centro del lago cuando sintió el impulso de girarse, no sabía muy bien por que pero sintió que debía de hacerlo. La chica se detuvo y giro lentamente hasta quedar mirando en dirección a la Aldea. Esta se recortaba contr las nubes de lluvia de una manera imponente. Nunca antes la había visto de aquella manera, desde la lejanía y bajo aquella eterna lluvia, debía de reconocer que tenía un encanto sobrecogedor.
De repente una ráfaga de viento la saco de su ensimismamiento, su capa ondeo violentamente y se vió obligada a sujetar el sombrero con su mano derecha. Un relámpago, que lo iluminó todo, hizo brillar algo frente a ella que parecía dirigirse a todo velocidad en su dirección. La Uchiha reaccionó instintivamente, la deando el cuerpo para que el objeto pasase de largo. Justo cuando paso silvando a su lado pudo distinguir que era un kunai.
"Un kunai..." Tomoe trató de buscarle una explicación pero esta llegó sola, una figura blanca corría hacia ella a toda velocidad "Maldición..." la chica se puso en posición defensiva, pero la figura desapareció frente a ella para despues reaparecer a su espalda y propinarle una fuerte patada que la lanzó hacia delante. Con un hábil movimiento, apoyándose en su mano derecha logró recomponerse y quedar mirando hacia su oponente. Tomoe se incorporó lentamente, ahora que estaban frente a frente se podía apreciar la diferencia de estatura entre la figura blanca y la pequeña Uchiha.
—¿A qué viene esto?— preguntó visiblemente molesta la kunoichi —Ahora soy libre para entrar y salir de la Aldea...—
—En eso tienes razón— comenzó la figura blanca, con una voz femenina rasgada por la edad —Aún así, eso no te éxime de tomar esto— la figura sacó algo desde debajo de sus ropajes para despues lanzárselo a la chica. La cual lo recogió sin ningún problema con su mano derecha.
Tomoe bajo la mano y la abrió para observar sobre su mano un bote con sus pastillas, recogió el bote con la izquierda y aprovechó la mano derecha para sacar desde su portaobjetos otro bote casi vacio.
—Ten más cuidado, ya sabes lo que pasa si no las tomas— le regaño la figura casi maternalmente
—Gracias— fue lo único que dijo Tomoe mientras guardaba ambos botes en su portaobjetos
—No tardes demasiado en volver, quizás la Arashikage tenga una misión para ti pronto— dijo la figura que arrancó a caminar en dirección a Tomoe —Nos vemos— tras aquellas últimas palabras la extraña figura blanca volvió a desaparecer
La kunoichi giró la cabeza levemente para echarle una última mirada a la Aldea, antes de volver a comenzar a alejarse del lugar
"Mitsuki..."
La joven kunoichi atravesaba uno de los muchos lagos que rodeaban la Aldea de la Lluvia puesto que el resto de rutas la alejaban demasiado de la dirección que había elegido, el Sur.
Era la primera vez en su vida que podía abandonar la Aldea, si algo bueno había tenido graduarse en la Academia es que ahora tenía "cierta" libertad para moverse. Así que había decidido alejarse un poco de Amegakure, tratar de poner el mayor espacio posible entre sus habitantes y ella.
La pelinegra se encontraba cerca del centro del lago cuando sintió el impulso de girarse, no sabía muy bien por que pero sintió que debía de hacerlo. La chica se detuvo y giro lentamente hasta quedar mirando en dirección a la Aldea. Esta se recortaba contr las nubes de lluvia de una manera imponente. Nunca antes la había visto de aquella manera, desde la lejanía y bajo aquella eterna lluvia, debía de reconocer que tenía un encanto sobrecogedor.
De repente una ráfaga de viento la saco de su ensimismamiento, su capa ondeo violentamente y se vió obligada a sujetar el sombrero con su mano derecha. Un relámpago, que lo iluminó todo, hizo brillar algo frente a ella que parecía dirigirse a todo velocidad en su dirección. La Uchiha reaccionó instintivamente, la deando el cuerpo para que el objeto pasase de largo. Justo cuando paso silvando a su lado pudo distinguir que era un kunai.
"Un kunai..." Tomoe trató de buscarle una explicación pero esta llegó sola, una figura blanca corría hacia ella a toda velocidad "Maldición..." la chica se puso en posición defensiva, pero la figura desapareció frente a ella para despues reaparecer a su espalda y propinarle una fuerte patada que la lanzó hacia delante. Con un hábil movimiento, apoyándose en su mano derecha logró recomponerse y quedar mirando hacia su oponente. Tomoe se incorporó lentamente, ahora que estaban frente a frente se podía apreciar la diferencia de estatura entre la figura blanca y la pequeña Uchiha.
—¿A qué viene esto?— preguntó visiblemente molesta la kunoichi —Ahora soy libre para entrar y salir de la Aldea...—
—En eso tienes razón— comenzó la figura blanca, con una voz femenina rasgada por la edad —Aún así, eso no te éxime de tomar esto— la figura sacó algo desde debajo de sus ropajes para despues lanzárselo a la chica. La cual lo recogió sin ningún problema con su mano derecha.
Tomoe bajo la mano y la abrió para observar sobre su mano un bote con sus pastillas, recogió el bote con la izquierda y aprovechó la mano derecha para sacar desde su portaobjetos otro bote casi vacio.
—Ten más cuidado, ya sabes lo que pasa si no las tomas— le regaño la figura casi maternalmente
—Gracias— fue lo único que dijo Tomoe mientras guardaba ambos botes en su portaobjetos
—No tardes demasiado en volver, quizás la Arashikage tenga una misión para ti pronto— dijo la figura que arrancó a caminar en dirección a Tomoe —Nos vemos— tras aquellas últimas palabras la extraña figura blanca volvió a desaparecer
La kunoichi giró la cabeza levemente para echarle una última mirada a la Aldea, antes de volver a comenzar a alejarse del lugar
"Mitsuki..."
Uchiha Tomoe caminaba lentamente por aquellas praderas verdes, de suelos embarrados por aquella lluvia interminable. Llevaba caminando más de un día desde su salida de Amegakure, tan sólo había parado para dormir un poco y fue en las ramas de un árbol. Sin lugar a dudas, aquellas llanuras no eran el lugar ideal para vivir, por eso no había ni una sola casa en kilómetros a la redonda. Ni si quiera los árboles habían conseguido formar densos bosques, seguramente a causa del tremendo viento que a veces arreciaba. Sin embargo, todo aquello no molestaba la kunoichi. Para ella, todo aquello era nuevo, diferente y estaba envuelto en un extraño aroma a aventura. Jamás en su vida había estado tan lejos, jamás en su vida se había sentido tan libre como en aquel momento. Todo aquello le hizo olvidar por un momento lo pasado, le hizo por un momento sentir que no pertenecía a nada ni a nadie, que nada la ataba a ninguna parte. Pero la sensación se vió atenuada cuando su cuerpo, le recordó cual era su verdad.
La pelinegra deslizo su mano derecha hacia su porta objetos para sacar el bote medio vacio al que ya no le quedaban más que dos cápsulas. Volvó el bote sobre su mano izquierda, para después llevar esta hasta su boca y terminar ingiriendo las dos que quedaban. Guardó de nuevo el bote en su portaobjetos y siguió caminando lentamente. Esperando volver a perderse en la inmensidad de aquel lugar