24/05/2015, 20:52
El viento arreciaba con especial ahínco sobre la cima de la pequeña colina sobre la que se encontraba la kunoichi, desde aquella pequeña elevación tenía buenas vistas de los alrededores. Desde ella, pudo observar un imponente árbol que se encontraba a algo más de un kilómetro de distancia.
La joven se mantenía erguida, agarrando su sombrero por el borde con el fin de que aguantase mejor el viento. El sonido de la lluvia, del viento y de su capa ondeando violentamente tenían algo que le hacía sentirse viva. La violencia de la naturaleza era la cosa más bella e impresionante que jamás había contemplado.
"Me gustaría poder ser como una tormenta..." pensaba la joven mientras dejaba sus ojos perderse entre aquellas nubes que se arremolinaban violentamente. La tormenta lejos de amainar, parecía que aún podía incrementar más su fuerza avivada por aquellos fuertes vientos "Será mejor que continue, por mucho que me guste una tormenta no deja de ser una tormenta... y si esto va a aumentar podría pasar un mal rato" la joven comenzó a descender la colina lentamente, asegurando cada paso en el embarrado suelo. Un solo error podía acabar con la kunoichi rodando ladera abajo, experiencia no muy agradable.
A la joven le costo menos tiempo del que creía descender, una vez en la llanura de nuevo decidió dirigir sus pasos hacia el gran árbol que había visto. Desde la altura de él, seguramente podría tener una vista mejor del lugar y decidir si continuar con su paseo o volver a la Aldea puesto que la idea de recibir una misión la seducía. Aunque cuando recordaba el tipo de misiones que recibían la gente de su nivel, las ganas se le pasaban de golpe.
Sin más dilación decidió poner dirección al gran árbol, el viento cada vez se hacia más violento y la lluvia caía con más fuerza. Aceleró el paso todo lo que pudo y poco a poco se fue aproximando. Cada paso que daba hacia él, lo hacia más y más grande, sin lugar a dudas era una planta singular no solo por el lugar que había elegido para crecer si no por el tamaño que había logrado alcanzar.
Tras unos minutos caminando, la chica se encontraba a menos de diez metros de aquel imponente árbol, cuyo tronco era casi tan grueso como una torre de Amegakure
"¿Serán comunes este tipo de árboles?" pensó la chica que apenas había visto árboles en su vida, quitando los poco que había en Amegakure y los que se había encontrado de camino hacia aquel lugar. La chica siguió aproximandose poco a poco, ahora un poco más resguardada por el tronco del viento
La joven se mantenía erguida, agarrando su sombrero por el borde con el fin de que aguantase mejor el viento. El sonido de la lluvia, del viento y de su capa ondeando violentamente tenían algo que le hacía sentirse viva. La violencia de la naturaleza era la cosa más bella e impresionante que jamás había contemplado.
"Me gustaría poder ser como una tormenta..." pensaba la joven mientras dejaba sus ojos perderse entre aquellas nubes que se arremolinaban violentamente. La tormenta lejos de amainar, parecía que aún podía incrementar más su fuerza avivada por aquellos fuertes vientos "Será mejor que continue, por mucho que me guste una tormenta no deja de ser una tormenta... y si esto va a aumentar podría pasar un mal rato" la joven comenzó a descender la colina lentamente, asegurando cada paso en el embarrado suelo. Un solo error podía acabar con la kunoichi rodando ladera abajo, experiencia no muy agradable.
A la joven le costo menos tiempo del que creía descender, una vez en la llanura de nuevo decidió dirigir sus pasos hacia el gran árbol que había visto. Desde la altura de él, seguramente podría tener una vista mejor del lugar y decidir si continuar con su paseo o volver a la Aldea puesto que la idea de recibir una misión la seducía. Aunque cuando recordaba el tipo de misiones que recibían la gente de su nivel, las ganas se le pasaban de golpe.
Sin más dilación decidió poner dirección al gran árbol, el viento cada vez se hacia más violento y la lluvia caía con más fuerza. Aceleró el paso todo lo que pudo y poco a poco se fue aproximando. Cada paso que daba hacia él, lo hacia más y más grande, sin lugar a dudas era una planta singular no solo por el lugar que había elegido para crecer si no por el tamaño que había logrado alcanzar.
Tras unos minutos caminando, la chica se encontraba a menos de diez metros de aquel imponente árbol, cuyo tronco era casi tan grueso como una torre de Amegakure
"¿Serán comunes este tipo de árboles?" pensó la chica que apenas había visto árboles en su vida, quitando los poco que había en Amegakure y los que se había encontrado de camino hacia aquel lugar. La chica siguió aproximandose poco a poco, ahora un poco más resguardada por el tronco del viento