2/10/2016, 14:45
Nuevamente la muchachita rompía el silencio para dirigirse a la única persona que parecía estar dispuesta a escucharla, aunque casi ni eso. ¿Le sería tan impensable contemplar la idea de ayudar a una persona que estuviese en una situación más complicada que la suya?
En serio... hay que ver con esta niña. ¿Quién fue el desquiciado que la dio su bandana?
Interiormente cuestionaba la decisión de quien fuese el responsable de que una persona como la Uchiha hubiese sido promovida de los cursos de la academia. Mientras seguía arrastrando a Urasaki por el patio hasta llegar a la entrada para luego golpear con sus nudillos ligeramente con la intención de llamar la atención de alguien en el interior del lugar.
Si no pretendes ayudar con el desastre que has causado, mejor quédate en silencio.
Advirtió el joven médico después de ver como la pelimorada se bajaba del banco molesta como ella sola y reclamaba explicaciones por su actuar, desde luego evitaba perder más tiempo en una discusión sin sentido. Su prioridad en ese momento era atender el estado de su antiguo compañero.
Mogura no se llevaba precisamente bien con Urasaki Keisuke, sus caminos se habrían separado incluso antes de terminar su tiempo en la Academia pero para él había un detalle que no iba a poder cambiar nunca y era lo que lo estaba impulsando a cuidar de él en un momento de necesidad, ese algo probablemente los ojos de aquella niña no podían apreciarlo.
¿Hay alguien por ahí dentro? ¿El de limpieza al menos?
Giró su mirada hacía el interior del lugar mientras abría la puerta para seguir arrastrando al muchacho del antifaz.
En serio... hay que ver con esta niña. ¿Quién fue el desquiciado que la dio su bandana?
Interiormente cuestionaba la decisión de quien fuese el responsable de que una persona como la Uchiha hubiese sido promovida de los cursos de la academia. Mientras seguía arrastrando a Urasaki por el patio hasta llegar a la entrada para luego golpear con sus nudillos ligeramente con la intención de llamar la atención de alguien en el interior del lugar.
Si no pretendes ayudar con el desastre que has causado, mejor quédate en silencio.
Advirtió el joven médico después de ver como la pelimorada se bajaba del banco molesta como ella sola y reclamaba explicaciones por su actuar, desde luego evitaba perder más tiempo en una discusión sin sentido. Su prioridad en ese momento era atender el estado de su antiguo compañero.
Mogura no se llevaba precisamente bien con Urasaki Keisuke, sus caminos se habrían separado incluso antes de terminar su tiempo en la Academia pero para él había un detalle que no iba a poder cambiar nunca y era lo que lo estaba impulsando a cuidar de él en un momento de necesidad, ese algo probablemente los ojos de aquella niña no podían apreciarlo.
¿Hay alguien por ahí dentro? ¿El de limpieza al menos?
Giró su mirada hacía el interior del lugar mientras abría la puerta para seguir arrastrando al muchacho del antifaz.