13/10/2016, 03:24
—Sin... comentarios. —Las palabras del Ishimura sonaban serenas, pero necesito de todo su temple para dar una respuesta que no incitara al conflicto.
Lo cierto era que… Deseaba levantarse y desenvainar su espada. Sentía la necesidad de acabar con todos y pintar de carmesí las doradas arenas del desierto. Pero aquel anhelo yacía al otro lado de un profundo río de posibilidades en contra cuyas aguas lucían oscuras y feroces.
«Es poco probable que salgamos vivos si trato de comenzar una pelea», pensó con desagrado.
«Pero promete ser una pelea tan fantástica. Puedo intuirlo por la curiosa mezcla de temor y emoción que se arremolina en tu corazón» Las palabras de Bohimei eran tan ciertas que poco servía el negarlas o reafirmarlas, solo quedaba seguirle la corriente.
Las cosas no eran tan sencillas, pues habían muchos factores a tomar en cuenta: El primero era que estaban rodeados por sujetos que no tendrían problemas en matarlos. Enfrentarlos sería la parte más sencilla, pero tendrían que asesinarlos sin dudar en su cometido, pues un instante de duda, piedad o miedo, sería suficiente para condenarlos a ambos. Kazuma sabía que todos eran bandidos, por lo que no le temblaría el pulso, pero Tatsuya… Por alguna razón, parecía del tipo al cual a veces le gana su lado piadoso. El segundo eran aquellos dos sujetos que lucían fuertes. A simple vista se hacía evidente que no serían tan hábiles como dos ninjas con entrenamiento formal y con una capacidad de combate reconocible. Pero este par tenía mucho tiempo sin luchar el uno junto al otro, por lo que no conocían las fortalezas y debilidades de su compañero. Además, era de suponer que su trabajo en equipo sería deficiente, más que todo por la falta de experiencia.
«Ese par no luce tan fuerte como nosotros, sí, pero no es todo lo que son: Se ve que están acostumbrados a combatir sin guardarse nada de su brutalidad y sadismo. También, se siente como si se conocieran de hace mucho, como si fueran bastante cercanos. De seguro han estado en muchas peleas en las cuales han dependido el uno del otro, pero…»
«Pero, si llegan a enfrentarlos en un combate dual, es seguro que utilizaran su experiencia y trabajo en equipo para avasallarlos. Eso, inevitablemente, terminaría en la muerte de ustedes dos» Una cruda e ineludible verdad que llevaba consigo una pequeña esperanza.
«Pero si los separamos. Si dividimos su fuerza. Si anulamos su ventaja… Entonces, aunque la lucha pudiese ser dura, tendríamos posibilidades de ganarles»
—Es hora de movernos —rugió el de barba blanca—. Nos acompañarán unos diez hombres armados con ballestas, los demás terminen de saquear el tren y luego retírense a la guarida.
—¡Esperen, ¿a dónde nos llevan?! —preguntó el peliblanco en cuanto comenzaron a empujarlo con la afilada punta de una ballesta.
Estaban tomando una actitud bastante desconcertante, pues si querían matarlos bien podrían hacerlo allí mismo, como a los otros. Si querían secuestrarlos y pedir un rescate, resultaría fácil el encerrarlos en su escondite, pero las órdenes en forma de gritos habían bien dejado claro que irían a otro lugar.
—No te preocupes, aun no, pues solo les vamos a llevar hasta nuestro bufete de negocios, un lugar fresco con una vista grandiosa y con excelente entretenimiento —le aseguro mientras, confianzudamente posaba el brazo por sobre su hombro.
«Suena como si nos fueran a llevar a un escondite»
—Solo falta una cosa —dijo mientras colocaba una bolsa de tela negra en la cabeza del de ojos grises—. Ahora te toca a ti —exclamó mientras se acercaba al de cabellos negros.
Parecía ser de una especie de tela especialmente hecha para el uso que le estaban dando. Era ligera y se podía respirar con facilidad, pero resultaba imposible el ver algo más allá de dos metros. Sin embargo, cumplía la función de dificultar cualquier intento hostil por parte de los cautivos.
Ahora, solo les quedaba el aceptar la capucha y el camino por el cual ahora les obligarían a ir. Solo les quedaba caminar bajo el ardiente sol de Kase no Kuni
Lo cierto era que… Deseaba levantarse y desenvainar su espada. Sentía la necesidad de acabar con todos y pintar de carmesí las doradas arenas del desierto. Pero aquel anhelo yacía al otro lado de un profundo río de posibilidades en contra cuyas aguas lucían oscuras y feroces.
«Es poco probable que salgamos vivos si trato de comenzar una pelea», pensó con desagrado.
«Pero promete ser una pelea tan fantástica. Puedo intuirlo por la curiosa mezcla de temor y emoción que se arremolina en tu corazón» Las palabras de Bohimei eran tan ciertas que poco servía el negarlas o reafirmarlas, solo quedaba seguirle la corriente.
Las cosas no eran tan sencillas, pues habían muchos factores a tomar en cuenta: El primero era que estaban rodeados por sujetos que no tendrían problemas en matarlos. Enfrentarlos sería la parte más sencilla, pero tendrían que asesinarlos sin dudar en su cometido, pues un instante de duda, piedad o miedo, sería suficiente para condenarlos a ambos. Kazuma sabía que todos eran bandidos, por lo que no le temblaría el pulso, pero Tatsuya… Por alguna razón, parecía del tipo al cual a veces le gana su lado piadoso. El segundo eran aquellos dos sujetos que lucían fuertes. A simple vista se hacía evidente que no serían tan hábiles como dos ninjas con entrenamiento formal y con una capacidad de combate reconocible. Pero este par tenía mucho tiempo sin luchar el uno junto al otro, por lo que no conocían las fortalezas y debilidades de su compañero. Además, era de suponer que su trabajo en equipo sería deficiente, más que todo por la falta de experiencia.
«Ese par no luce tan fuerte como nosotros, sí, pero no es todo lo que son: Se ve que están acostumbrados a combatir sin guardarse nada de su brutalidad y sadismo. También, se siente como si se conocieran de hace mucho, como si fueran bastante cercanos. De seguro han estado en muchas peleas en las cuales han dependido el uno del otro, pero…»
«Pero, si llegan a enfrentarlos en un combate dual, es seguro que utilizaran su experiencia y trabajo en equipo para avasallarlos. Eso, inevitablemente, terminaría en la muerte de ustedes dos» Una cruda e ineludible verdad que llevaba consigo una pequeña esperanza.
«Pero si los separamos. Si dividimos su fuerza. Si anulamos su ventaja… Entonces, aunque la lucha pudiese ser dura, tendríamos posibilidades de ganarles»
—Es hora de movernos —rugió el de barba blanca—. Nos acompañarán unos diez hombres armados con ballestas, los demás terminen de saquear el tren y luego retírense a la guarida.
—¡Esperen, ¿a dónde nos llevan?! —preguntó el peliblanco en cuanto comenzaron a empujarlo con la afilada punta de una ballesta.
Estaban tomando una actitud bastante desconcertante, pues si querían matarlos bien podrían hacerlo allí mismo, como a los otros. Si querían secuestrarlos y pedir un rescate, resultaría fácil el encerrarlos en su escondite, pero las órdenes en forma de gritos habían bien dejado claro que irían a otro lugar.
—No te preocupes, aun no, pues solo les vamos a llevar hasta nuestro bufete de negocios, un lugar fresco con una vista grandiosa y con excelente entretenimiento —le aseguro mientras, confianzudamente posaba el brazo por sobre su hombro.
«Suena como si nos fueran a llevar a un escondite»
—Solo falta una cosa —dijo mientras colocaba una bolsa de tela negra en la cabeza del de ojos grises—. Ahora te toca a ti —exclamó mientras se acercaba al de cabellos negros.
Parecía ser de una especie de tela especialmente hecha para el uso que le estaban dando. Era ligera y se podía respirar con facilidad, pero resultaba imposible el ver algo más allá de dos metros. Sin embargo, cumplía la función de dificultar cualquier intento hostil por parte de los cautivos.
Ahora, solo les quedaba el aceptar la capucha y el camino por el cual ahora les obligarían a ir. Solo les quedaba caminar bajo el ardiente sol de Kase no Kuni