14/10/2016, 16:23
No tenía precio la cara de satisfacción del bandido cuando pensó que su ataque había tenido exito. Otro claro ejemplo de que estos pobres desdichados jamás se habían enfrentado contra shinobis, solamente eran cobardes y asesinos de gente inocente, gente que no eran capaces de defenderse. Y nosotros eramos el Karma que venía a reclamar el justo equilibrio, lo que se merecían.
-¡Muere niña! Gritó el bandido cuando asestó su estocada. Pero el rostro le cambió en un instante cuando vio como Tomoe desaparecía para convertirse en un trozo de madera inerte. -¿¡Pero cómo!? Para cuando quiso reaccionar, el león de tinta se fijó en aquel pobre e infeliz bandido, flexionó sus patas traseras y se abalanzó violentamente sobre el. Con las fauces abiertas en busca de su cuello.
-¡AHhhh! Gemió de dolor el bandido que cuando recibió el abrazo del león de tinta, este explotó en una nube de humo negro, seguido del estruendo ocasionado por un devastador impacto, que provocó que el bandido saliera en dirección opuesta por los aires trazando una trayectoria parabólica, para que finalmente cayera al suelo de cabeza y torciéndose su cuello de una forma antinatural.
Todo pasó muy rápido, los dos bandidos que cubrían las espaldas de su amigo que llevaba a cabo el ataque ya poco sabían que hacer más que rendirse. Tomoe había desaparecido sin dejar rastro, pero de repente, desde la retaguardia dos shurikens se ensartaron con diabólica precisión sobre las nucas de los bandidos, acompañados de un desagradable sonido del metal atravesando la piel y la carne.
La letalidad de Tomoe no conocía limites, sus ataques eran certeros y fatales para sus oponentes. Solo uno de los bandidos antes de desfallecer se llevó la mano a la nuca instintivamente para entender lo sucedido, antes de morir...
De momento, todo había acabado, solo faltaba entrar y hablar con líder para que se rindiera y devolviera lo robado amablemente, sin descontar que soltara a los rehenes. Estaba confiado que con unas pocas palabras bastarían para hacer entrar en razón al cabecilla de los bandidos, viendo nuestra demostración de fuerza, no debería negarse. Después entregarlo a las autoridades más cercanas sería sin lugar a dudas un acierto.
Terminé de esbozar unas pinceladas para inmortalizar el inusual combate, la verdad que pensé que duraría la cosa más. Pero en realidad para mí, me pareció más que perfecto. Un trabajo bien hecho sin duda, y eso que llamamos la atención a más no poder.
Me acerqué para ver el resultado del combate, las caras de los bandidos...ese rostro de dolor...era algo a lo que nunca me acostumbraría, tenía que reconocer que nunca había visto un cadáver, por lo que no pude evitar tragar saliva ante aquella visión.
Joder...que chungo... Pensaba amargado, como si acabara de entender que si no hacía las cosas bien a partir de ahora, podría acabar igual que esos bandidos...
Miré por los alrededores en busca de Tomoe, tarea inútil por que estaba oscuro a más no poder...
-¿Tomoe? Dije en voz baja, un poco preocupado al pensar que si se le fuera la olla, podría liquidarme en un abrir y cerrar de ojos como estos pobres desgraciados. A fin de cuentas, era una niña drogadicta y mal educada...
-¿Dónde estás? Joder menuda carnicería te has montado en diez segundos... Volví a decir en voz baja, pues se oía movimiento dentro del fuerte.
- ¡Vamos gandules! cargarlo todo en la carreta, ¡Nos vamos de aquí! ¡Esto ya no es seguro! Se oía la voz de la que supuse que se trataría de líder de los bandidos. Aquella voz la verdad que era imponente, grave, la típica voz de hombre duro.
Al menos es algo inteligente. Yo también me iría cagando leches de aquí...
-¡Muere niña! Gritó el bandido cuando asestó su estocada. Pero el rostro le cambió en un instante cuando vio como Tomoe desaparecía para convertirse en un trozo de madera inerte. -¿¡Pero cómo!? Para cuando quiso reaccionar, el león de tinta se fijó en aquel pobre e infeliz bandido, flexionó sus patas traseras y se abalanzó violentamente sobre el. Con las fauces abiertas en busca de su cuello.
-¡AHhhh! Gemió de dolor el bandido que cuando recibió el abrazo del león de tinta, este explotó en una nube de humo negro, seguido del estruendo ocasionado por un devastador impacto, que provocó que el bandido saliera en dirección opuesta por los aires trazando una trayectoria parabólica, para que finalmente cayera al suelo de cabeza y torciéndose su cuello de una forma antinatural.
Todo pasó muy rápido, los dos bandidos que cubrían las espaldas de su amigo que llevaba a cabo el ataque ya poco sabían que hacer más que rendirse. Tomoe había desaparecido sin dejar rastro, pero de repente, desde la retaguardia dos shurikens se ensartaron con diabólica precisión sobre las nucas de los bandidos, acompañados de un desagradable sonido del metal atravesando la piel y la carne.
La letalidad de Tomoe no conocía limites, sus ataques eran certeros y fatales para sus oponentes. Solo uno de los bandidos antes de desfallecer se llevó la mano a la nuca instintivamente para entender lo sucedido, antes de morir...
De momento, todo había acabado, solo faltaba entrar y hablar con líder para que se rindiera y devolviera lo robado amablemente, sin descontar que soltara a los rehenes. Estaba confiado que con unas pocas palabras bastarían para hacer entrar en razón al cabecilla de los bandidos, viendo nuestra demostración de fuerza, no debería negarse. Después entregarlo a las autoridades más cercanas sería sin lugar a dudas un acierto.
Terminé de esbozar unas pinceladas para inmortalizar el inusual combate, la verdad que pensé que duraría la cosa más. Pero en realidad para mí, me pareció más que perfecto. Un trabajo bien hecho sin duda, y eso que llamamos la atención a más no poder.
Me acerqué para ver el resultado del combate, las caras de los bandidos...ese rostro de dolor...era algo a lo que nunca me acostumbraría, tenía que reconocer que nunca había visto un cadáver, por lo que no pude evitar tragar saliva ante aquella visión.
Joder...que chungo... Pensaba amargado, como si acabara de entender que si no hacía las cosas bien a partir de ahora, podría acabar igual que esos bandidos...
Miré por los alrededores en busca de Tomoe, tarea inútil por que estaba oscuro a más no poder...
-¿Tomoe? Dije en voz baja, un poco preocupado al pensar que si se le fuera la olla, podría liquidarme en un abrir y cerrar de ojos como estos pobres desgraciados. A fin de cuentas, era una niña drogadicta y mal educada...
-¿Dónde estás? Joder menuda carnicería te has montado en diez segundos... Volví a decir en voz baja, pues se oía movimiento dentro del fuerte.
- ¡Vamos gandules! cargarlo todo en la carreta, ¡Nos vamos de aquí! ¡Esto ya no es seguro! Se oía la voz de la que supuse que se trataría de líder de los bandidos. Aquella voz la verdad que era imponente, grave, la típica voz de hombre duro.
Al menos es algo inteligente. Yo también me iría cagando leches de aquí...