16/10/2016, 20:02
El último de los bandidos se llevaba la mano al cuello antes de caer al suelo, todo había acabado tan fácilmente como la pelimorada había calculado. Como era de esperar, simples bandidos no eran rivales de gennins correctametne preparados.
"Tres menos..." Tomoe recuperaba el aliento oculta entre la hierba alta, moverse a esas velocidades le suponía algo más que un esfuerzo "Si no me equivoco en las cuentas, solo queda uno" respriaba hondo para poner bajo control su respiración antes de seguir con la cacería
-¿Tomoe? la voz del de Taki le llegó en apenas un susurro casi amortiguado por el sonido de la lluvia al caer sobre la tierra empachada de agua -¿Dónde estás? Joder menuda carnicería te has montado en diez segundos... la pequeñaja apoyo sus manos en el barro para incorporarse de un salto
—La culpa es suya, por ser tan débiles— respondió la joven nada más levnatar su cabeza sobre las hierbas, para después acercarse caminando lentamente hasta los cuerpos mientras se limpiaba las manos en los pantalones por la zona del culete —Esto es mío, gracias— dijo mientras reitraba un shuriken de la nuca de uno de los dos bandidos antes de acercarse al otro y repetir la operación
-¡Vamos gandules! cargarlo todo en la carreta, ¡Nos vamos de aquí! ¡Esto ya no es seguro! la voz de un tipo grande rompió la tranquilidad de la noche, al parecer tenía mucha prisa
—Anda mira, uno listo— la pelimorada no pudo evitar sorprenderse —Ese debe ser el jefe— señaló Tomoe bastante animada
"Tres menos..." Tomoe recuperaba el aliento oculta entre la hierba alta, moverse a esas velocidades le suponía algo más que un esfuerzo "Si no me equivoco en las cuentas, solo queda uno" respriaba hondo para poner bajo control su respiración antes de seguir con la cacería
-¿Tomoe? la voz del de Taki le llegó en apenas un susurro casi amortiguado por el sonido de la lluvia al caer sobre la tierra empachada de agua -¿Dónde estás? Joder menuda carnicería te has montado en diez segundos... la pequeñaja apoyo sus manos en el barro para incorporarse de un salto
—La culpa es suya, por ser tan débiles— respondió la joven nada más levnatar su cabeza sobre las hierbas, para después acercarse caminando lentamente hasta los cuerpos mientras se limpiaba las manos en los pantalones por la zona del culete —Esto es mío, gracias— dijo mientras reitraba un shuriken de la nuca de uno de los dos bandidos antes de acercarse al otro y repetir la operación
-¡Vamos gandules! cargarlo todo en la carreta, ¡Nos vamos de aquí! ¡Esto ya no es seguro! la voz de un tipo grande rompió la tranquilidad de la noche, al parecer tenía mucha prisa
—Anda mira, uno listo— la pelimorada no pudo evitar sorprenderse —Ese debe ser el jefe— señaló Tomoe bastante animada