17/10/2016, 19:35
Todo había empezado en mitad de una comida. Unos ricos trozos de pollo asado se encontraban en su plato, justo delante de él, que ya enarbolaba el tenedor con la zurda y el cuchillo con la diestra, dispuesto a trocear aquel manjar para comérselo, cuando llegó la dichosa frase.
— No tienes narices de irte todo el fin de semana a sobrevivir en la naturaleza.
El rastas levantó sus ojos azules, posándolos directamente en su interlocutor, el joven Kurohiko, su criado de mayor confianza y con el que había entablado una gran amistad.
— ¿Y por qué iba a tener yo que hacerlo, Kurohiko? — Preguntó, sabiendo que acabaría aceptando la propuesta.
— Bueno, ¿qué te parece si apostamos? Si lo consigues, me tiño el pelo de verde, si no, te lo tiñes tu, ¿de acuerdo? — Dijo el joven, riendo.
Riko se lo pensó por un momento, y, tras este periodo de reflexión, dio un golpe en la mesa y exclamó.
—¡ACEPTO!
Y allí se encontraba ahora, después de un día de viaje a pata hasta la estación de tren más próxima y otras tantas horas en el tren, había llegado al lugar que su joven criado había escogido para aquel reto, el Río de la Cascada, solamente tendría que andar, en dirección al río y allí comenzaría el desafío, un par de días a la intemperie, a saber las aventuras que correría.
No tardó demasiado en encontrarse en la orilla del río, más o menos a medio día, por lo que decidió que lo mejor sería pescar un poco, y cuando ya tuviera pescado suficiente, encendería un fuego.
''Bien, veamos, a ver que podemos pescar por aquí.''
Rápidamente sacó uno de sus kunais, le ató un poco del hilo shinobi y esperó. Esperó pacientemente hasta ver algún pez, que no tardó en aparecer, uno un poco extraño, blanco y negro, por lo que podía ver, por lo que rápidamente, le lanzó el kunai, preciso, y cuando el pez recibió la estocada, se deshizo en tinta, tiñendo el agua de un negro algo sospechoso.
— ¿Pero qué es esto?
— No tienes narices de irte todo el fin de semana a sobrevivir en la naturaleza.
El rastas levantó sus ojos azules, posándolos directamente en su interlocutor, el joven Kurohiko, su criado de mayor confianza y con el que había entablado una gran amistad.
— ¿Y por qué iba a tener yo que hacerlo, Kurohiko? — Preguntó, sabiendo que acabaría aceptando la propuesta.
— Bueno, ¿qué te parece si apostamos? Si lo consigues, me tiño el pelo de verde, si no, te lo tiñes tu, ¿de acuerdo? — Dijo el joven, riendo.
Riko se lo pensó por un momento, y, tras este periodo de reflexión, dio un golpe en la mesa y exclamó.
—¡ACEPTO!
...
Y allí se encontraba ahora, después de un día de viaje a pata hasta la estación de tren más próxima y otras tantas horas en el tren, había llegado al lugar que su joven criado había escogido para aquel reto, el Río de la Cascada, solamente tendría que andar, en dirección al río y allí comenzaría el desafío, un par de días a la intemperie, a saber las aventuras que correría.
No tardó demasiado en encontrarse en la orilla del río, más o menos a medio día, por lo que decidió que lo mejor sería pescar un poco, y cuando ya tuviera pescado suficiente, encendería un fuego.
''Bien, veamos, a ver que podemos pescar por aquí.''
Rápidamente sacó uno de sus kunais, le ató un poco del hilo shinobi y esperó. Esperó pacientemente hasta ver algún pez, que no tardó en aparecer, uno un poco extraño, blanco y negro, por lo que podía ver, por lo que rápidamente, le lanzó el kunai, preciso, y cuando el pez recibió la estocada, se deshizo en tinta, tiñendo el agua de un negro algo sospechoso.
— ¿Pero qué es esto?
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»