25/10/2016, 19:10
¿Quién soy yo para darle lecciones a una kunoichi tan distinguida después de todo, no?
El chico dio unos pasos hacia atrás mientras hablaba con aquella condescendencia que tanto sacaba de quicio a la pequeña pelimorada que apretó los puños tratando de contener la rabia, una cosa era atacar a un ladrón y otra muy distinta atacar a otro shinobi por muy insoportable que este le resultara.
"Contente Tomoe... contente..." repetía aquellas palabras como un mantra, tratando de volver a ponerse bajo control. La Uchiha sabía perfectamente que irse de madre en aquel lugar podía acabar muy mal para ella
En fin... no me apetece quitarle más el tiempo a una eminencia de las kunai, así que me voy a retirar de su presencia...
La mirada de la pequeñaja se relajó extrañamente, ya no fruncía el ceño... sin embargo en sus ojos había algo hostil, una frialdad que nada tenía que ver con la furia que había demostrado hasta aquel momento. La joven ahora mismo debatía consigo mismo, una parte de ella deseaba matar al chico que tenía frente a ella... no pegarle una paliza o asustarlo, quería destrozarlo a él y su arrogancia... otra parte trataba de mantener el control, de evitar cualquier confrontación que acabase convirtiéndola en un peligro a ojos de sus supervisores. De manera casi instintiva, Tomoe se llevó las manos hasta el portaobjetos para sacar el pequeño tarrito naranja con las píldoras. Desenroscó la tapa y vertió directamente en su boca una cuantas, no sabía el número pero tampoco le importaba en aquel momento. Las tragó de golpe mientras devolvía el tarro al interior del portaobjetos
Cuando termines de llorar procura ponerte hielo en la cabeza.
El chico estaba apunto de abandonar la sala, cuando consiguió sacar de quicio a la pelimorada. Aprovechando que acababa de dejar el tarro de píldoras y sin pensarlo un instante sacó una kunai que lanzó casi de inmediato con dirección al lateral de la cabeza de su adversario. Si su oponente no conseguía esquivarlo, esta pasaría rozando su oreja y produciendole un pequeño corte de advertencia
"Voy a matarlo..." sus ojos se volvieron de un color rojo carmesí, mostrando dos tomoes alrededor de su pupila
El chico dio unos pasos hacia atrás mientras hablaba con aquella condescendencia que tanto sacaba de quicio a la pequeña pelimorada que apretó los puños tratando de contener la rabia, una cosa era atacar a un ladrón y otra muy distinta atacar a otro shinobi por muy insoportable que este le resultara.
"Contente Tomoe... contente..." repetía aquellas palabras como un mantra, tratando de volver a ponerse bajo control. La Uchiha sabía perfectamente que irse de madre en aquel lugar podía acabar muy mal para ella
En fin... no me apetece quitarle más el tiempo a una eminencia de las kunai, así que me voy a retirar de su presencia...
La mirada de la pequeñaja se relajó extrañamente, ya no fruncía el ceño... sin embargo en sus ojos había algo hostil, una frialdad que nada tenía que ver con la furia que había demostrado hasta aquel momento. La joven ahora mismo debatía consigo mismo, una parte de ella deseaba matar al chico que tenía frente a ella... no pegarle una paliza o asustarlo, quería destrozarlo a él y su arrogancia... otra parte trataba de mantener el control, de evitar cualquier confrontación que acabase convirtiéndola en un peligro a ojos de sus supervisores. De manera casi instintiva, Tomoe se llevó las manos hasta el portaobjetos para sacar el pequeño tarrito naranja con las píldoras. Desenroscó la tapa y vertió directamente en su boca una cuantas, no sabía el número pero tampoco le importaba en aquel momento. Las tragó de golpe mientras devolvía el tarro al interior del portaobjetos
Cuando termines de llorar procura ponerte hielo en la cabeza.
El chico estaba apunto de abandonar la sala, cuando consiguió sacar de quicio a la pelimorada. Aprovechando que acababa de dejar el tarro de píldoras y sin pensarlo un instante sacó una kunai que lanzó casi de inmediato con dirección al lateral de la cabeza de su adversario. Si su oponente no conseguía esquivarlo, esta pasaría rozando su oreja y produciendole un pequeño corte de advertencia
"Voy a matarlo..." sus ojos se volvieron de un color rojo carmesí, mostrando dos tomoes alrededor de su pupila