26/10/2016, 15:52
El sonido de un metal impactando contra una superficie llenó la habitación, instantáneamente el ruido de un cristal rompiéndose en incontables pedazos se adueñó de la escena. Mogura había detenido sus pasos a una escasa distancia de la puerta de salida.
Por unos segundos se mantuvo completamente en silencio, de pie mirando fijamente en la dirección a la que se había estado dirigiendo. A sus espaldas se encontraría la Uchiha con su verdadero color de ojos revelado pero Mogura no tendría ojos para ella en particular, se llevó una mano hasta la oreja para tener una certeza de que era aquello que se sentía tan caliente.
Sangre.
Avanzó unos pasos hasta los restos de lo que una vez fue una moderna puerta, pasando por sobre los restos de cristal con la seguridad de que su calzado evitaría que sus pies fuesen dañados, llegó hasta el arma responsable de su muy superficial herida.
Otra vez estas kunai causan problemas... ¿Se puede... se puede llegar a ser tan irresponsable...?
Pensó mientras empuñaba el pedazo de metal moldeado convenientemente, se encontraba en un problema culpa de la kunoichi y sus terribles formas de accionar.
¿Se puede ser tan descuidado...?
Su puño ejerció una presión casi sobrehumana sobre el mango de la kunai provocando que se doblara, dejándolo prácticamente inutilizado.
¡¿Se puede acaso ser tan estúpido?!
Rompió el silencio con un grito tremendo que sin mucha suerte superaría el estruendo que provoco el cristal al romperse. Se giró bruscamente en dirección a la niña e hizo contacto contacto visual con sus orbes rojos y esta a su vez podría ver sus ojos cafés, enojados, hartos y terriblemente molestos. Lanzó con ira la kunai contra el piso, si la kunoichi observaba el arma por un segundo se daría cuenta de que ya sería muy difícil darle un uso.
¡¿Quién diablos te crees que eres?!
Por unos segundos se mantuvo completamente en silencio, de pie mirando fijamente en la dirección a la que se había estado dirigiendo. A sus espaldas se encontraría la Uchiha con su verdadero color de ojos revelado pero Mogura no tendría ojos para ella en particular, se llevó una mano hasta la oreja para tener una certeza de que era aquello que se sentía tan caliente.
Sangre.
Avanzó unos pasos hasta los restos de lo que una vez fue una moderna puerta, pasando por sobre los restos de cristal con la seguridad de que su calzado evitaría que sus pies fuesen dañados, llegó hasta el arma responsable de su muy superficial herida.
Otra vez estas kunai causan problemas... ¿Se puede... se puede llegar a ser tan irresponsable...?
Pensó mientras empuñaba el pedazo de metal moldeado convenientemente, se encontraba en un problema culpa de la kunoichi y sus terribles formas de accionar.
¿Se puede ser tan descuidado...?
Su puño ejerció una presión casi sobrehumana sobre el mango de la kunai provocando que se doblara, dejándolo prácticamente inutilizado.
¡¿Se puede acaso ser tan estúpido?!
Rompió el silencio con un grito tremendo que sin mucha suerte superaría el estruendo que provoco el cristal al romperse. Se giró bruscamente en dirección a la niña e hizo contacto contacto visual con sus orbes rojos y esta a su vez podría ver sus ojos cafés, enojados, hartos y terriblemente molestos. Lanzó con ira la kunai contra el piso, si la kunoichi observaba el arma por un segundo se daría cuenta de que ya sería muy difícil darle un uso.
¡¿Quién diablos te crees que eres?!