28/10/2016, 19:43
El sonido de los cristales rotos o tal vez la herida, hizo al chico despertar. Ahora no sé parecía absolutamente en nada al pusilánime que se había arrastrado para ayudar a una rata de cloaca.
¡¿Se puede acaso ser tan estúpido?! los gritos del shinobi rompieron el instante de silencio tras la rotura de los cristales, apretó con fuerza el kunai mostrando aún más su enfado con la Uchiha que permanecía mirándolo fijamente ¡¿Quién diablos te crees que eres?!
La pelimorada se limitó a mirarlo a los ojos, desafiante. La kunoichi estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones, desde que prácticamente podía recordar se había pasado la vida luchando.
Alguien como ella no podía permitirse la debilidad, ser débil significaba no ser útil y no ser útil conllevaba ser descartada, por eso para ella no había otro camino que el de demostrar que era superior al resto. Eso había derivado en una personalidad altamente conflictiva, con una mezcla de falta de empatía y desdén muy peligrosa... todo eso sumado a la confianza que la pequeñaja tenía sobre sus habilidades, ganada a base de aplastar a todo aquel que se ponía por delante... como aquel chico
"Debo tolerar que otros me hablen así... pero no lo toleraré de basura como él..." recordó la forma en que muchos la habían tratado y la rabia aumento, para muchos no era más que un arma a la que se podía insultar, menospreciar y juzgar sin ningún tipo de consecuencia... El combate era la manera de auto-reafirmarse así misma, de decir aquí estoy yo y esto es lo que soy. Por eso no habría una respuesta para las preguntas del shinobi "¡¿Quién diablos te crees que eres?! Voy a demostrarte quién soy"
Cuando alguien está dispuesto a llegar a esos extremos para mostrarse así mismo, las palabras sobran.
Tomoe sacó desde su portaobjetos un par de kunais, para empuñar uno en cada mano a la vez que tomaba posición de combate. Mano izquierda adelantada, mano derecha retrasada, pies firmes en posición inversa a las manos y mirada al frente
—Voy a destrozarte— la dureza de su voz podía llegar a sorprender, no casaba muy bien con su infantil apariencia
¡¿Se puede acaso ser tan estúpido?! los gritos del shinobi rompieron el instante de silencio tras la rotura de los cristales, apretó con fuerza el kunai mostrando aún más su enfado con la Uchiha que permanecía mirándolo fijamente ¡¿Quién diablos te crees que eres?!
La pelimorada se limitó a mirarlo a los ojos, desafiante. La kunoichi estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones, desde que prácticamente podía recordar se había pasado la vida luchando.
Alguien como ella no podía permitirse la debilidad, ser débil significaba no ser útil y no ser útil conllevaba ser descartada, por eso para ella no había otro camino que el de demostrar que era superior al resto. Eso había derivado en una personalidad altamente conflictiva, con una mezcla de falta de empatía y desdén muy peligrosa... todo eso sumado a la confianza que la pequeñaja tenía sobre sus habilidades, ganada a base de aplastar a todo aquel que se ponía por delante... como aquel chico
"Debo tolerar que otros me hablen así... pero no lo toleraré de basura como él..." recordó la forma en que muchos la habían tratado y la rabia aumento, para muchos no era más que un arma a la que se podía insultar, menospreciar y juzgar sin ningún tipo de consecuencia... El combate era la manera de auto-reafirmarse así misma, de decir aquí estoy yo y esto es lo que soy. Por eso no habría una respuesta para las preguntas del shinobi "¡¿Quién diablos te crees que eres?! Voy a demostrarte quién soy"
Cuando alguien está dispuesto a llegar a esos extremos para mostrarse así mismo, las palabras sobran.
Tomoe sacó desde su portaobjetos un par de kunais, para empuñar uno en cada mano a la vez que tomaba posición de combate. Mano izquierda adelantada, mano derecha retrasada, pies firmes en posición inversa a las manos y mirada al frente
—Voy a destrozarte— la dureza de su voz podía llegar a sorprender, no casaba muy bien con su infantil apariencia