2/11/2016, 14:09
Todo sucedió muy deprisa, los espectadores se apresuraban por ocupar los mejores asientos de aquellas improvisadas gradas. Yo por mi parte y como buen shinobi que era, no me costó mucho asegurar un asiento en primera fila, desde allí no pude evitar observar como estaba montado el tinglado.
¡Joooderr!
Me llamó mucho la atención la ambientación tan siniestra que tenía el interior de la carpa, predominaba el oscuro, y encima iluminado con algo tan rudimentario como eran las antorchas ¿Quizás disimular las manchas de sangre? No se, el caso es que la zona de lucha estaba conformada por cuatro postes que delimitaban un espacioso cuadrilátero con gruesas cuerdas para cada una de sus lados. La particularidad era que la base del cuadrilátero era el mismo suelo, muy sensato sobre todo si teníamos en cuenta las posibles y destructivas técnicas que en los combates se podrían llegar a emplear.
Por el lado de Riko, se podía notar que la cola de los participantes había algo de tensión en el ambiente, sobre todo por la diversidad de combatientes que allí se podía ver, unos que daban miedo con solo verlos y otros por contra, asustadizos y primerizos en ese tipo de "eventos" de los que no sabían si uno acabaría en una caja de madera. A pesar de todo, el abuelo que allí dirigía a los luchadores daba una extraña confianza, como si todo estuviera bajo control.
Una vez todos los combatientes reunidos, el hombre anciano se subió a la tarima al lado de la pizarra en donde en breves se configuraría los participantes del torneo. Pidió silencio con la ayuda de dos gorilas que velaban por la "seguridad" de aquel indigno evento.
-Por pafor, damas y caballeros, os ruego silencio. Por favor...muy bien. Bienvenidos a todos a la arena sangrienta. La gente comenzó a cuchichear interrumpiendo al anciano. -¡Por favor silencio!... Cuando regresó el silencio el hombre se presentó con una correcta reverencia.
-Mi nombre es Makoto Ren, y no os preocupéis algunos por el nombre de nuestro seguro evento, como combatientes que sois, debéis saber que a veces suele haber un poco de sangre pero disponemos de un diligente servicio de asistencia.
Eso pareció tranquilizar a más de uno, el anciano prosiguió. -Bueno todos venís por voluntad propia, por lo que como sabréis, todo lo que aquí suceda será bajo responsabilidad propia, la arena no se hace responsable de nada de que pueda suceder. Bueno, ahora vamos a lo importante, mis ayudantes están repartiendo unas bandas con unos números.
Efectivamente, los gorilas repartieron unas bandas para colocarse a la cabeza con unos números dibujados en negro, fueron uno a uno. Hasta que llegó uno de ellos a Riko, entregándole la banda con el número siete.
-Coloquesela Combatiente-san. Dijo el gorila de buenas maneras a Riko, para seguidamente marcharse para repartir más bandas.
-Una vez todos tengáis asignado un número, se procederá a un sortero en donde se asignaran los combates. Los torneos son rápidos, y constan de tres rondas, las preliminares constan de cuatro combates, de ahí se eliminan a cuatro luchadores, luego se hace la semifinal, eliminando a otros dos combatientes y seguidamente, la gran final. Es todo muy frenético pero es ahí donde reside la gracia.
El hombre se ayudaba del esquema que había dibujado en la pizarra para que todo quedara lo más claro posible y empleando su enorme abanico de puntero.
-Por eso os recomiendo a las nuevas caras que veo que peleéis con inteligencia, pues debéis reservar energías por si alguno consigue llegar a la final. Serían prácticamente llevar a cabo tres combates, uno detrás de otro.
Tras el último comentario algún que otro veterano no pudo evitar reír quizás al imaginarse lo imposible que un novato pudiera llegar hasta el final, mientras alguno de ellos propinaban miradas de desprecio a los nuevos participantes.
-Bueno, procederé a realizar el sorteo. Uno de los ayudantes trajo de detrás de las bambalinas una mesa que tenía sobre esta, una caja con un orificio por uno de sus lados. El otro ayudante, una bolsa con todas las bolas que tenían dibujadas números al igual que las bandas. El anciano introdujo todas las bolas en la caja.
-Ahora necesitaría una mano inocente que vaya extrayendo las bolas...
Al rato, apareció de como si nada, en un abrir y cerrar de ojos como un sunshin no jutsu, una joven y linda chica de largos cabellos ondulados de color pelirrojo y con unos grandes y expresivos ojos verdes. Era realmente preciosa y se acercó al anciano con total confianza y...
-Yo lo haré abuelo. Dijo la muchacha con seriedad.
-Muy bien pues, mi nieta hará las extracciones, no creo que haya inconveniente. Contestó el anciano complacido.
Los murmullos volvieron a escucharse, la gente que allí había propiciaba todo tipo de comentarios por lo bajo hacía la supuesta nieta de Makoto Ren.
La pizarra se fue llenando, allí se conformaban muchos "torneos" pues cuantos más mejor, más ingresos, más apuestas. Solo faltaría ver en cual de ellos participaría Riko y contra quienes tendría que enfrentarse. Pues había un considerable gentío.
¡Joooderr!
Me llamó mucho la atención la ambientación tan siniestra que tenía el interior de la carpa, predominaba el oscuro, y encima iluminado con algo tan rudimentario como eran las antorchas ¿Quizás disimular las manchas de sangre? No se, el caso es que la zona de lucha estaba conformada por cuatro postes que delimitaban un espacioso cuadrilátero con gruesas cuerdas para cada una de sus lados. La particularidad era que la base del cuadrilátero era el mismo suelo, muy sensato sobre todo si teníamos en cuenta las posibles y destructivas técnicas que en los combates se podrían llegar a emplear.
Por el lado de Riko, se podía notar que la cola de los participantes había algo de tensión en el ambiente, sobre todo por la diversidad de combatientes que allí se podía ver, unos que daban miedo con solo verlos y otros por contra, asustadizos y primerizos en ese tipo de "eventos" de los que no sabían si uno acabaría en una caja de madera. A pesar de todo, el abuelo que allí dirigía a los luchadores daba una extraña confianza, como si todo estuviera bajo control.
Una vez todos los combatientes reunidos, el hombre anciano se subió a la tarima al lado de la pizarra en donde en breves se configuraría los participantes del torneo. Pidió silencio con la ayuda de dos gorilas que velaban por la "seguridad" de aquel indigno evento.
-Por pafor, damas y caballeros, os ruego silencio. Por favor...muy bien. Bienvenidos a todos a la arena sangrienta. La gente comenzó a cuchichear interrumpiendo al anciano. -¡Por favor silencio!... Cuando regresó el silencio el hombre se presentó con una correcta reverencia.
-Mi nombre es Makoto Ren, y no os preocupéis algunos por el nombre de nuestro seguro evento, como combatientes que sois, debéis saber que a veces suele haber un poco de sangre pero disponemos de un diligente servicio de asistencia.
Eso pareció tranquilizar a más de uno, el anciano prosiguió. -Bueno todos venís por voluntad propia, por lo que como sabréis, todo lo que aquí suceda será bajo responsabilidad propia, la arena no se hace responsable de nada de que pueda suceder. Bueno, ahora vamos a lo importante, mis ayudantes están repartiendo unas bandas con unos números.
Efectivamente, los gorilas repartieron unas bandas para colocarse a la cabeza con unos números dibujados en negro, fueron uno a uno. Hasta que llegó uno de ellos a Riko, entregándole la banda con el número siete.
-Coloquesela Combatiente-san. Dijo el gorila de buenas maneras a Riko, para seguidamente marcharse para repartir más bandas.
-Una vez todos tengáis asignado un número, se procederá a un sortero en donde se asignaran los combates. Los torneos son rápidos, y constan de tres rondas, las preliminares constan de cuatro combates, de ahí se eliminan a cuatro luchadores, luego se hace la semifinal, eliminando a otros dos combatientes y seguidamente, la gran final. Es todo muy frenético pero es ahí donde reside la gracia.
El hombre se ayudaba del esquema que había dibujado en la pizarra para que todo quedara lo más claro posible y empleando su enorme abanico de puntero.
-Por eso os recomiendo a las nuevas caras que veo que peleéis con inteligencia, pues debéis reservar energías por si alguno consigue llegar a la final. Serían prácticamente llevar a cabo tres combates, uno detrás de otro.
Tras el último comentario algún que otro veterano no pudo evitar reír quizás al imaginarse lo imposible que un novato pudiera llegar hasta el final, mientras alguno de ellos propinaban miradas de desprecio a los nuevos participantes.
-Bueno, procederé a realizar el sorteo. Uno de los ayudantes trajo de detrás de las bambalinas una mesa que tenía sobre esta, una caja con un orificio por uno de sus lados. El otro ayudante, una bolsa con todas las bolas que tenían dibujadas números al igual que las bandas. El anciano introdujo todas las bolas en la caja.
-Ahora necesitaría una mano inocente que vaya extrayendo las bolas...
Al rato, apareció de como si nada, en un abrir y cerrar de ojos como un sunshin no jutsu, una joven y linda chica de largos cabellos ondulados de color pelirrojo y con unos grandes y expresivos ojos verdes. Era realmente preciosa y se acercó al anciano con total confianza y...
-Yo lo haré abuelo. Dijo la muchacha con seriedad.
-Muy bien pues, mi nieta hará las extracciones, no creo que haya inconveniente. Contestó el anciano complacido.
Los murmullos volvieron a escucharse, la gente que allí había propiciaba todo tipo de comentarios por lo bajo hacía la supuesta nieta de Makoto Ren.
La pizarra se fue llenando, allí se conformaban muchos "torneos" pues cuantos más mejor, más ingresos, más apuestas. Solo faltaría ver en cual de ellos participaría Riko y contra quienes tendría que enfrentarse. Pues había un considerable gentío.