3/11/2016, 21:12
Había descansado lo suficiente para recuperar el aliento y retomó su caminata en ascenso.
A medida que la luz del sol se hacía más tenue la visión comenzaba a hacerse más difícil. La genin había desconocido desde el principio el peligro que significaba avanzar en las actuales circunstancias por aquél sendero, sin tener en cuenta que no tendría soporte de nadie si llegaba a suceder algún imprevisto durante su avance. Parecía como si hubiese dado por hecho que el camino era seguro, que no pisaría en falso ni caería al vacío por falta de visión.
Pero entonces, sólo entonces, se percató de todos los peligros que estaban latentes a su alrededor. Cuando se vio a sí misma en medio del paraje desconocido, por primera vez desde que había empezado su viaje, ya no se trataba de lo que quería encontrar al final del camino, sino de la idea de llegar a salvo allí. << Debo encontrar la forma de iluminar o estaré perdida cuando el sol se vaya. Aún hay suficiente luz. >>
De su mochila había sacado una libreta con anotaciones dispuestas en todas direcciones y garabatos que sólo la autora reconocería, tomó una hoja y la bola en su mano diestra, arrugándola y comprimiéndola hasta que parecía casi una piedra. << Si, espero que con esto sea suficiente. >> Con un poco más de calma, ató el trozo de papel su shuriken y a este ató a su vez un hilo que le serviría para recuperarlo en caso de fallar.
Se preparó el shuriken a un costado del vestido antes de lanzar una técnica katon con la que despidió una bocanada de fuego hacia arriba, por encima de la gigantesca escalera, como si quisiera continuar el camino por la kunoichi, luego a través de su propia técnica hizo atravesar al arma y aterrizó más adelante, clavándose débilmente en uno de los escalones y dejando una pequeña estela de fuego que dibujaba su trayectoria.
Maar sonrió satisfecha por su logro, el que estaba a sus pies ahora era un camino más o menos legible y sintió que podría continuar, sólo hasta que el trozo de papel se consumió y el hilo dejó de brillar en la completa oscuridad que la consumió de repente. << ¿Quién no trae cerillas ni luces a una excursión? ¿Cuánto tiempo pasó desde que dejé de viajar? Me siento como si nunca hubiese salido de casa. Algún tipo de excursionista primitiva. Qué insensata. >>
La joven de Amegakure no tendría otra opción durante la noche. Se resignó a quedarse sentada en medio del frío, la soledad y la oscuridad, en un mundo nuevo y desconocido.
A medida que la luz del sol se hacía más tenue la visión comenzaba a hacerse más difícil. La genin había desconocido desde el principio el peligro que significaba avanzar en las actuales circunstancias por aquél sendero, sin tener en cuenta que no tendría soporte de nadie si llegaba a suceder algún imprevisto durante su avance. Parecía como si hubiese dado por hecho que el camino era seguro, que no pisaría en falso ni caería al vacío por falta de visión.
Pero entonces, sólo entonces, se percató de todos los peligros que estaban latentes a su alrededor. Cuando se vio a sí misma en medio del paraje desconocido, por primera vez desde que había empezado su viaje, ya no se trataba de lo que quería encontrar al final del camino, sino de la idea de llegar a salvo allí. << Debo encontrar la forma de iluminar o estaré perdida cuando el sol se vaya. Aún hay suficiente luz. >>
De su mochila había sacado una libreta con anotaciones dispuestas en todas direcciones y garabatos que sólo la autora reconocería, tomó una hoja y la bola en su mano diestra, arrugándola y comprimiéndola hasta que parecía casi una piedra. << Si, espero que con esto sea suficiente. >> Con un poco más de calma, ató el trozo de papel su shuriken y a este ató a su vez un hilo que le serviría para recuperarlo en caso de fallar.
Se preparó el shuriken a un costado del vestido antes de lanzar una técnica katon con la que despidió una bocanada de fuego hacia arriba, por encima de la gigantesca escalera, como si quisiera continuar el camino por la kunoichi, luego a través de su propia técnica hizo atravesar al arma y aterrizó más adelante, clavándose débilmente en uno de los escalones y dejando una pequeña estela de fuego que dibujaba su trayectoria.
Maar sonrió satisfecha por su logro, el que estaba a sus pies ahora era un camino más o menos legible y sintió que podría continuar, sólo hasta que el trozo de papel se consumió y el hilo dejó de brillar en la completa oscuridad que la consumió de repente. << ¿Quién no trae cerillas ni luces a una excursión? ¿Cuánto tiempo pasó desde que dejé de viajar? Me siento como si nunca hubiese salido de casa. Algún tipo de excursionista primitiva. Qué insensata. >>
La joven de Amegakure no tendría otra opción durante la noche. Se resignó a quedarse sentada en medio del frío, la soledad y la oscuridad, en un mundo nuevo y desconocido.