5/11/2016, 13:43
Cuando su caminar la llevó hasta estar medianamente cerca de la única persona que moraba aquella eterna planicie, a parte de ella misma claro está, casi consiguió lanzar sus palabras sin parecer demasiado bebida. Al menos ella pensó así, en su mente se veía como una damisela sobre un corcel blanco, y por supuesto con un monóculo, y una taza de té extremadamente cara, de esas que tomas por el dedo indice y pulgar a la par que el resto quedan estilizadamente estirados. Pero no era mas que eso, pues la realidad era ineludible, por mucho que ella no la viese. Una menor, kunoichi, y bebida; y no precariamente en ese orden.
Sin embargo, el chico no pareció habérselo tomado del todo mal. Casi pareció entender lo que ésta le quiso decir, y contestó de manera amable; su perro era una mascota extremadamente grande, y le servía de montura, como si se tratase de un caballo. En ésta ocasión fue la chica quien alzó una ceja, y lo miró escéptica. ¿Qué clase de perro servía para las labores de un caballo? ¿Acaso había creado un engendro a base de aparear caballos y can? Dios, éste tipo era un auténtico monstruo.
Para cuando se quiso dar cuenta, el chico inquirió si podía darle algo de beber que no fuese alcohol. La Sarutobi miró mientras su rostro tomaba una mueca de confusión algo graciosa la botella que llevaba en la mano. Pero en ésta solo había de lo que el chico no quería —Alcohol— tras ello miró su portaobjetos, que andaba igual que siempre; casi vacío a excepción de un par de metales. En su otro costado no tenía mas que un par de pergaminos, y ya no tenía mas sitios donde guardar algo. Obviamente en los bolsillos no iba a guardar una cantimplora o algo parecido, como mucho y con suerte conservaría en éstos su cartera.
La chica se encogió de hombros, y alzó levemente las manos. Su gesto lo decía todo. —P-sss noo... No tiengo sumo, ni ten-tengo galletita ni nah... —Confirmó, por si las dudas aún sobrevolaban la cabeza del domador de engendros.
Tras ello, quitó el tapón de la botella que llevaba en la mano, y acercó el ojo derecho para observar si aún le quedaba bastante de su bebida mágica. Obviamente, aún le quedaba al menos la mitad de la susodicha, era mas que normal, la chica ya se había puesto hasta arriba antes de salir. Así, sin mas preámbulos, alzó la botella hacia el chico. —¿Q-quiere?
Ya había dicho que no quería alcohol, pero oye... que si iba de princeso, se podía haber quedado en su castillito de cristal, donde seguro que no pasaría sed. ¿De donde leches venía ésta versión afeminada de hombre? La Sarutobi se hubiese molestado en mirar si llevaba algo que pudiese delatar su procedencia, pero no... eso habría sido demasiado esfuerzo gratuito.
Sin embargo, el chico no pareció habérselo tomado del todo mal. Casi pareció entender lo que ésta le quiso decir, y contestó de manera amable; su perro era una mascota extremadamente grande, y le servía de montura, como si se tratase de un caballo. En ésta ocasión fue la chica quien alzó una ceja, y lo miró escéptica. ¿Qué clase de perro servía para las labores de un caballo? ¿Acaso había creado un engendro a base de aparear caballos y can? Dios, éste tipo era un auténtico monstruo.
Para cuando se quiso dar cuenta, el chico inquirió si podía darle algo de beber que no fuese alcohol. La Sarutobi miró mientras su rostro tomaba una mueca de confusión algo graciosa la botella que llevaba en la mano. Pero en ésta solo había de lo que el chico no quería —Alcohol— tras ello miró su portaobjetos, que andaba igual que siempre; casi vacío a excepción de un par de metales. En su otro costado no tenía mas que un par de pergaminos, y ya no tenía mas sitios donde guardar algo. Obviamente en los bolsillos no iba a guardar una cantimplora o algo parecido, como mucho y con suerte conservaría en éstos su cartera.
La chica se encogió de hombros, y alzó levemente las manos. Su gesto lo decía todo. —P-sss noo... No tiengo sumo, ni ten-tengo galletita ni nah... —Confirmó, por si las dudas aún sobrevolaban la cabeza del domador de engendros.
Tras ello, quitó el tapón de la botella que llevaba en la mano, y acercó el ojo derecho para observar si aún le quedaba bastante de su bebida mágica. Obviamente, aún le quedaba al menos la mitad de la susodicha, era mas que normal, la chica ya se había puesto hasta arriba antes de salir. Así, sin mas preámbulos, alzó la botella hacia el chico. —¿Q-quiere?
Ya había dicho que no quería alcohol, pero oye... que si iba de princeso, se podía haber quedado en su castillito de cristal, donde seguro que no pasaría sed. ¿De donde leches venía ésta versión afeminada de hombre? La Sarutobi se hubiese molestado en mirar si llevaba algo que pudiese delatar su procedencia, pero no... eso habría sido demasiado esfuerzo gratuito.