7/11/2016, 18:21
Parece que no cuajó mucho la respuesta que le di sobre mi león de tinta, en el mismo instante que le traté de explicar lo que era, hizo una mueca de absoluta incredulidad. Pero bueno, a ese tipo de reacciones estaba acostumbrado, aún más justificado en su estado de embriaguez.
El golpe vino después, la kunoichi de Ame después de buscar y rebuscar entre sus pertenencias, iba igual de servida que yo, excepto por el licor que portaba, o lo que fuera.
—P-sss noo... No tiengo sumo, ni ten-tengo galletita ni nah... —
Pues me podrían tachar de poco previsor y no tendría suficientes argumentos para refutar aquello, pero la muchacha que tenía enfrente de mí, estaba mucho peor, por que el alcohol a parte de alegrarte el día, o de hacerte olvidar las penas... Deshidrataba que daba gusto.
-Pues estamos apañados... Suspiré con las esperanzas desvanecidas.
Pero espera, que quería ofrecerme ese veneno que andaba bebiendo de a saber cuando. Aún así, era educado y le negué aquello con educación y cortesía, por lo menos se tomó la molestia de ofrecer algo a un desconocido, y eso para mí ya era digno de reconocimiento.
-Te lo agradezco pero no, no bebo alcohol, aún soy muy joven ¿Sabes? Y en mi humilde opinión creo que tu también lo eres. Le respondí con suavidad, pues no quería ofenderla en absoluto.
Aunque, se me ocurrió algo, Kuroshiro no andaba lejos podría ofrecerle subir a mi león y llevarla hasta allí, para que cuando estuviera en plenas facultades fuera hacía donde tuviera que ir. Estaba claro que dejando a un lado que fuera una Kunoichi hábil como podía ser Tomoe. En ese estado le podría pasar cualquier cosa, su familia no podría perdonarse aquello jamás.
-Como has sido amable conmigo, te ofrezco subir a mi león de tinta y llevarte a Kuroshiro que no anda muy lejos. Para que te recuperes de tu estado y puedas emprender tu viaje nuevamente con plenas facultades.
Era una mala costumbre eso de ayudar a la gente, a lo mejor era yo el que estaba en peores condiciones que ella, pero por lo menos le ofrecí un paseo gratuito. Con una kunoichi de Ame siempre había como por "arte de magia" follones por doquier.
-¿Que me dices? Cuando lleguemos te invito a comer, pero a comer ¿eh? que de bebida ya andas servida. Así podríamos intercambiar impresiones. Le comenté sincero.
El golpe vino después, la kunoichi de Ame después de buscar y rebuscar entre sus pertenencias, iba igual de servida que yo, excepto por el licor que portaba, o lo que fuera.
—P-sss noo... No tiengo sumo, ni ten-tengo galletita ni nah... —
Pues me podrían tachar de poco previsor y no tendría suficientes argumentos para refutar aquello, pero la muchacha que tenía enfrente de mí, estaba mucho peor, por que el alcohol a parte de alegrarte el día, o de hacerte olvidar las penas... Deshidrataba que daba gusto.
-Pues estamos apañados... Suspiré con las esperanzas desvanecidas.
Pero espera, que quería ofrecerme ese veneno que andaba bebiendo de a saber cuando. Aún así, era educado y le negué aquello con educación y cortesía, por lo menos se tomó la molestia de ofrecer algo a un desconocido, y eso para mí ya era digno de reconocimiento.
-Te lo agradezco pero no, no bebo alcohol, aún soy muy joven ¿Sabes? Y en mi humilde opinión creo que tu también lo eres. Le respondí con suavidad, pues no quería ofenderla en absoluto.
Aunque, se me ocurrió algo, Kuroshiro no andaba lejos podría ofrecerle subir a mi león y llevarla hasta allí, para que cuando estuviera en plenas facultades fuera hacía donde tuviera que ir. Estaba claro que dejando a un lado que fuera una Kunoichi hábil como podía ser Tomoe. En ese estado le podría pasar cualquier cosa, su familia no podría perdonarse aquello jamás.
-Como has sido amable conmigo, te ofrezco subir a mi león de tinta y llevarte a Kuroshiro que no anda muy lejos. Para que te recuperes de tu estado y puedas emprender tu viaje nuevamente con plenas facultades.
Era una mala costumbre eso de ayudar a la gente, a lo mejor era yo el que estaba en peores condiciones que ella, pero por lo menos le ofrecí un paseo gratuito. Con una kunoichi de Ame siempre había como por "arte de magia" follones por doquier.
-¿Que me dices? Cuando lleguemos te invito a comer, pero a comer ¿eh? que de bebida ya andas servida. Así podríamos intercambiar impresiones. Le comenté sincero.