9/11/2016, 20:03
Sisi, lo sé, lo sé
La chica solo pudo suspirar y mirar con semblante algo apenado como el muchacho se dirigia hacia el ascensor mientras en su mente resonaba un "No, no lo sabes". Pero ya estaba fuera de su poder cambiar el resultado del encuentro de aquel novato con su kage, así que se sentó y esperó.
En la cima de la torre se hallaba el despacho de la Arashikage, quien se encontraba sentada enfrente de su escritorio repasando unos papeles mientras se deleitaba con el fuerte sonido que embriagaba en ese momento la totalidad de su villa. El sonido de la fuerte lluvia chocando contra techo y paredes. El sonido que cualquier ciudadano de Amegakure reconoceria como el sonido del hogar. Solo que amplificado varias veces y con relampagos incluidos.
El trafico de comerciantes por la villa había bajado drasticamente en aquel aciago día, sin embargo, la seguridad de la misma subía inversamente. Bien sabido era por todos que sus shinobis no solo podían pasar por las lluvias más intensas sin afectar lo más minimo a su aguante, sino que muchos de ellos rendian más bajo dicha lluvia que en un dia despejado.
Justo cuando se planteaba dejar por un momento el papeleo y contemplar la esplendorosa vista que tenía tras la enorme cristalera de su despacho, un breve pitido la alertó de que tenía algo que hacer. Al pitido lo siguió la aparición de una ficha de shinobi en su moderna pantalla de ordenador. Apenas alcanzó a leer el nombre de dicho shinobi cuando alguien golpeó con notoro nerviosismo la puerta de su despacho.
— Adelante. — soltaría Yui sin pensarselo demasiado con su mirada aún puesta en la pantalla.
Una vez había sacado la información esencial de dicha ficha, nombre del shinobi, motivo de la visita y misiones realizadas, apenas tardó un segundo en ello, plantó la vista en quien fuere que entrara por la puerta.
Karamaru sentiría un escalofrio al entrar en la estancia, tal vez fuera la autoridad de su kage y lo impactante del paisaje que tenía a su espalda, una cristalera donde se podía observar perfectamente el cielo, las nubes tan oscuras como la noche y los destellos tan fuertes de los relampagos que saltaban de una nube a otra. O la presión que sentía emanando de la misma kage, una presión abrumadora que provenía de la propia Yui. O su fria y autoritaria mirada que se había clavado en su calva.
Probablemente era una combinación de todos esos factores lo que le estaba poniendo la piel de gallina.
— ¿Y bien? — sabía perfectamente a qué venía su shinobi, pero él mismo tendría que defenderse.
La chica solo pudo suspirar y mirar con semblante algo apenado como el muchacho se dirigia hacia el ascensor mientras en su mente resonaba un "No, no lo sabes". Pero ya estaba fuera de su poder cambiar el resultado del encuentro de aquel novato con su kage, así que se sentó y esperó.
En la cima de la torre se hallaba el despacho de la Arashikage, quien se encontraba sentada enfrente de su escritorio repasando unos papeles mientras se deleitaba con el fuerte sonido que embriagaba en ese momento la totalidad de su villa. El sonido de la fuerte lluvia chocando contra techo y paredes. El sonido que cualquier ciudadano de Amegakure reconoceria como el sonido del hogar. Solo que amplificado varias veces y con relampagos incluidos.
El trafico de comerciantes por la villa había bajado drasticamente en aquel aciago día, sin embargo, la seguridad de la misma subía inversamente. Bien sabido era por todos que sus shinobis no solo podían pasar por las lluvias más intensas sin afectar lo más minimo a su aguante, sino que muchos de ellos rendian más bajo dicha lluvia que en un dia despejado.
Justo cuando se planteaba dejar por un momento el papeleo y contemplar la esplendorosa vista que tenía tras la enorme cristalera de su despacho, un breve pitido la alertó de que tenía algo que hacer. Al pitido lo siguió la aparición de una ficha de shinobi en su moderna pantalla de ordenador. Apenas alcanzó a leer el nombre de dicho shinobi cuando alguien golpeó con notoro nerviosismo la puerta de su despacho.
— Adelante. — soltaría Yui sin pensarselo demasiado con su mirada aún puesta en la pantalla.
Una vez había sacado la información esencial de dicha ficha, nombre del shinobi, motivo de la visita y misiones realizadas, apenas tardó un segundo en ello, plantó la vista en quien fuere que entrara por la puerta.
Karamaru sentiría un escalofrio al entrar en la estancia, tal vez fuera la autoridad de su kage y lo impactante del paisaje que tenía a su espalda, una cristalera donde se podía observar perfectamente el cielo, las nubes tan oscuras como la noche y los destellos tan fuertes de los relampagos que saltaban de una nube a otra. O la presión que sentía emanando de la misma kage, una presión abrumadora que provenía de la propia Yui. O su fria y autoritaria mirada que se había clavado en su calva.
Probablemente era una combinación de todos esos factores lo que le estaba poniendo la piel de gallina.
— ¿Y bien? — sabía perfectamente a qué venía su shinobi, pero él mismo tendría que defenderse.
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