9/11/2016, 22:11
Impaciente tras esa puerta el calvo esperaba escuchar la voz que sus oídos nunca habían podido probar. Era la voz de la mandamás de su pueblo, la máxima autoridad, un modelo a seguir para el monje. Y es que en cuanto escucho su voz, su indescriptible voz, su corazón se detuvo un micro-segundo y la emoción le llenó una vez el cuerpo.
— Adelante. —
El calvo se apresuró a empujar la puerta y abalanzarse dentro para detenerse en seco una vez dentro. La energía pareció esfumarsele de repente y sus ansias de movimiento y acción se contuvieron dentro suyo. Un temblor le recorrió el cuerpo junto con un suave frío en la espalda. Había algo en esa sala que imponía, que retenía, que intimidaba. Era solo una mujer y su escritorio pero solo con su presencia el calvo se sintió oprimido.
Lejos de perderse en esa agrupación de sensaciones Karamaru clavó los ojos en los de los de su Kage sin prestarle atención a nada más. Una mirada que oscilaba entre lo desafiante y el sumo respeto. Y es que por más tonto que pareciera, e incorrecto para él, le era imposible no sentirse desafiante cuando se encontraba con alguien de poder. Aquel recuerdo del alguacil del Kawabe se lo recordaba día a día.
— ¿Y bien? —
El sonido retumbó en las orejas y tímpanos del cenobita que se paralizó por un segundo. Captó su voz, respiro hondo, se adaptó al ambiente y clima que lo rodearon y se llenó de determinación dejando de lado cualquier tipo de nerviosismo que pudiese acobardarlo.
Vengo a una por misión oficial Arashikage-sama.
Su postura firme, casi de militar, y su mirada clavada en los ojos de su superior esperaban con unas ansias ocultos ese pergamino que le daría su primera puesta en acción de forma oficial.
— Adelante. —
El calvo se apresuró a empujar la puerta y abalanzarse dentro para detenerse en seco una vez dentro. La energía pareció esfumarsele de repente y sus ansias de movimiento y acción se contuvieron dentro suyo. Un temblor le recorrió el cuerpo junto con un suave frío en la espalda. Había algo en esa sala que imponía, que retenía, que intimidaba. Era solo una mujer y su escritorio pero solo con su presencia el calvo se sintió oprimido.
Lejos de perderse en esa agrupación de sensaciones Karamaru clavó los ojos en los de los de su Kage sin prestarle atención a nada más. Una mirada que oscilaba entre lo desafiante y el sumo respeto. Y es que por más tonto que pareciera, e incorrecto para él, le era imposible no sentirse desafiante cuando se encontraba con alguien de poder. Aquel recuerdo del alguacil del Kawabe se lo recordaba día a día.
— ¿Y bien? —
El sonido retumbó en las orejas y tímpanos del cenobita que se paralizó por un segundo. Captó su voz, respiro hondo, se adaptó al ambiente y clima que lo rodearon y se llenó de determinación dejando de lado cualquier tipo de nerviosismo que pudiese acobardarlo.
Vengo a una por misión oficial Arashikage-sama.
Su postura firme, casi de militar, y su mirada clavada en los ojos de su superior esperaban con unas ansias ocultos ese pergamino que le daría su primera puesta en acción de forma oficial.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘