10/11/2016, 18:15
Riko se preparó para combatir antes incluso de que apareciera el arbitro de aquellos combates clandestinos. Su contrincante se separó unos metros, estiró su cuerpo que gracias a sus ropas ajustadas, se podía ver con claridad las curvas femeninas que tan bien lucia y comenzó a calentar dando unos pequeños saltos, crujiéndose el cuello con un movimiento brusco finalizando así el calentamiento.
Tomó su arco con una mano y comprobó que la cuerda estuviera bien tensada, haciendo como si disparara el arco con un ojo entrecerrado, como si estuviera apuntando al horizonte, y decir que lo hacía a una velocidad envidiable.
-No es nada personal, pero necesito el dinero. Dijo la chica, como un débil intento de justificar aquello.
A los pocos instantes, un hombrecillo bajito pero fortachón, vestido con un kimono negro y obi rojo se apresuró hasta donde se encontraban los contrincantes. Se puso en medio de ambos y comenzó a hablar. Fue bien recibido por el público con una ovación ya que su aparición era síntoma de que el combate estaba a punto de comenzar.
-Muy bien muchachos, no quiero golpes en los genitales ¿De acuerdo? Tras lo dicho le insistió más a la muchacha para que no hubieran confusiones después. -Es un combate a K.O. cuando uno de vosotros caiga, contaré hasta diez, si no se levanta el que quedé en pie, ganará.
Se separó de aquel lugar y levantó una mano con firmeza. -¡A mi señal! Exclamó.
La muchacha no cargó su arco, aunque sí lo llevaba sujeto en su mano izquierda, la derecha la dirigió con sutileza a su espalda, a la altura de las lumbares.
El arbitro bajó con firmeza su brazo y grito a los cuatro vientos. -¡Pelead!
La chica aguardó en su posición, al ver la pose de Riko era de esperar que dedujese que se trataba de un taijutsero, la chica inquieta exclamó. -¡Ven a por mi!
Tomó su arco con una mano y comprobó que la cuerda estuviera bien tensada, haciendo como si disparara el arco con un ojo entrecerrado, como si estuviera apuntando al horizonte, y decir que lo hacía a una velocidad envidiable.
-No es nada personal, pero necesito el dinero. Dijo la chica, como un débil intento de justificar aquello.
A los pocos instantes, un hombrecillo bajito pero fortachón, vestido con un kimono negro y obi rojo se apresuró hasta donde se encontraban los contrincantes. Se puso en medio de ambos y comenzó a hablar. Fue bien recibido por el público con una ovación ya que su aparición era síntoma de que el combate estaba a punto de comenzar.
-Muy bien muchachos, no quiero golpes en los genitales ¿De acuerdo? Tras lo dicho le insistió más a la muchacha para que no hubieran confusiones después. -Es un combate a K.O. cuando uno de vosotros caiga, contaré hasta diez, si no se levanta el que quedé en pie, ganará.
Se separó de aquel lugar y levantó una mano con firmeza. -¡A mi señal! Exclamó.
La muchacha no cargó su arco, aunque sí lo llevaba sujeto en su mano izquierda, la derecha la dirigió con sutileza a su espalda, a la altura de las lumbares.
El arbitro bajó con firmeza su brazo y grito a los cuatro vientos. -¡Pelead!
La chica aguardó en su posición, al ver la pose de Riko era de esperar que dedujese que se trataba de un taijutsero, la chica inquieta exclamó. -¡Ven a por mi!