30/05/2015, 16:48
La chica de Amegakure parecía haber llegado al límite que su paciencia le permitía. Quizás aquello fuese causado por el hecho de que el Ishimura era cada menos amable y evasivo, mientras se iba comportando de una manera más altanera y amenazante.
De un momento a otro y mientras aun estaba de pie frente al peliblanco, lo joven de ojos violeta prorrumpió en un rio de insultos y despreciativas. Todo referente a que solo era basura que no debía estar allí, cosas como que era un insolente y eso le había hartado, y algo sobre que era un hablador.
Luego de decir aquello la chica guardo silencio por unos instantes, para finalizarlo haciendo una amenaza de que se arrepentiría de haber llegado a la región donde estaba.
—Lo único que lamento es haberme topado con una loca de tu calibre. —expreso mientras abría los ojos, y planeaba continuar hablando, pero algo lo detuvo en seco.
Esta vez cuando intercepto la mirada de la chica, sus ojos no eran del violeta que esperaba. En lugar de eso, ahora eran rojos, casi carmesí. Y dentro de ellos, flotando alrededor de la pupila había lo que parecía ser una pequeña coma. En cualquier otro ninja, aquello quizás hubiese causado alguna perturbación. Pero no en Kazuma, en el tuvo el efecto contrario, jamás en su vida había visto algo así, un jutsu que cambiara el color y diseño de los ojos de esa manera. Su curiosidad estaba gritándole que averiguara de qué se trataba.
«Cielos, parece que esta chica tiene alguno trucos interesante. Me muero de ganas por ver de que van eso ojos rojos, pero debo tener cuidado podría tratarse de algún truco para distraerme—inquirió—. Creo que lo mejor será irla probando a ver que tanto puede hacer» —pensó mientras sonreía y se llevaba una mano a su porta objetos.
Mientras aun estaba sentado, el ojos grises tomo dos shurikens en su mano derecha, y seguidamente los arrojo con mucha fuerza hacia arriba, todo mientras le sostenía la mirada a la pelo negro. Para cualquiera que hubiese visto eso, parecía que simplemente se trataba de una burla, o que trataba de matar ardillas. Sin embargo nada estaba más alejado de la verdad.
Tras su locura había un método, resultaba que su plan consistía en que una vez que alcanzaran unos diez metros de altura, los shurikens dibujaran una curva en el aire y cayeran sobre su oponente con la misma fuerza y velocidad con los que fueron lanzados.
Nadie hubiese podido esperar eso de un simple genin, sin embargo el chico de tez morena no era un principiante cualquiera.
De un momento a otro y mientras aun estaba de pie frente al peliblanco, lo joven de ojos violeta prorrumpió en un rio de insultos y despreciativas. Todo referente a que solo era basura que no debía estar allí, cosas como que era un insolente y eso le había hartado, y algo sobre que era un hablador.
Luego de decir aquello la chica guardo silencio por unos instantes, para finalizarlo haciendo una amenaza de que se arrepentiría de haber llegado a la región donde estaba.
—Lo único que lamento es haberme topado con una loca de tu calibre. —expreso mientras abría los ojos, y planeaba continuar hablando, pero algo lo detuvo en seco.
Esta vez cuando intercepto la mirada de la chica, sus ojos no eran del violeta que esperaba. En lugar de eso, ahora eran rojos, casi carmesí. Y dentro de ellos, flotando alrededor de la pupila había lo que parecía ser una pequeña coma. En cualquier otro ninja, aquello quizás hubiese causado alguna perturbación. Pero no en Kazuma, en el tuvo el efecto contrario, jamás en su vida había visto algo así, un jutsu que cambiara el color y diseño de los ojos de esa manera. Su curiosidad estaba gritándole que averiguara de qué se trataba.
«Cielos, parece que esta chica tiene alguno trucos interesante. Me muero de ganas por ver de que van eso ojos rojos, pero debo tener cuidado podría tratarse de algún truco para distraerme—inquirió—. Creo que lo mejor será irla probando a ver que tanto puede hacer» —pensó mientras sonreía y se llevaba una mano a su porta objetos.
Mientras aun estaba sentado, el ojos grises tomo dos shurikens en su mano derecha, y seguidamente los arrojo con mucha fuerza hacia arriba, todo mientras le sostenía la mirada a la pelo negro. Para cualquiera que hubiese visto eso, parecía que simplemente se trataba de una burla, o que trataba de matar ardillas. Sin embargo nada estaba más alejado de la verdad.
Tras su locura había un método, resultaba que su plan consistía en que una vez que alcanzaran unos diez metros de altura, los shurikens dibujaran una curva en el aire y cayeran sobre su oponente con la misma fuerza y velocidad con los que fueron lanzados.
Nadie hubiese podido esperar eso de un simple genin, sin embargo el chico de tez morena no era un principiante cualquiera.