22/11/2016, 12:42
(Última modificación: 22/11/2016, 12:44 por Umikiba Kaido.)
—Una muerte rápida e indolora sin duda —razón tenía Yoshimitsu al opinar aquello, sin duda alguna. Ser decapitado era probablemente una de las peores forma de morir, aunque a su vez la más misericordiosa. Tan grotesca a la vista de quien blande la espada como rápido y inmediatamente letal para quien recibe la fría caricia del acero. Jin sintió un leve escalofrío de pensar aquello y se vio obligado a hacer un gesto que le mostraba de acuerdo con la opinión de su interlocutor, aunque esperaba no tener que comprobarlo a carne propia en algún futuro cercano—. aunque yo abogo más por la sutileza, esa arma se me antoja demasiado llamativa ¿No crees?
El peliverde asintió, mostrándose de acuerdo. Después de todo, si había un clan que destacaba por su sutileza era el Hyūga precisamente.
... aún así, y como he dicho antes, los espadachines son de los pocos que propician una muerte digna.
—Coincido —sentenció, aunque añadió un gracioso paréntesis en su intervención —. aunque no sé de que nos sirve morir dignamente si igual no estaremos más en éste mundo —Jin sonrió.
De cualquier forma; el tema quedaría zanjado una vez que el brazo de Yoshimitsu hizo un claro ademán de que le siguiera. Aunque lo confirmó al comentarle a Jin que un compañero suyo se encontraba no muy lejos de allí dibujando otro tipo de armas que le servirían de alguna forma para una técnica que estaba desarrollando. Aquello fue suficiente como para que la curiosidad de Jin se viera disparada, al menos lo necesario como para que decidiese seguirle sin peros ni por qué. No por ello bajaría la guardia, claro...
después de todo; se trataba de un shinobi de una aldea ajena a la suya.
Entonces, por extraño que fuera, un tipo idéntico al propio Yoshimitsu se dejó ver con su respectivo libro de dibujos. El joven Hyūga alzó una ceja y demostró sin resquemor su evidente sorpresa ante la llegada de éste nuevo personaje.
Ellos conversaron entre sí por un casi por un minuto completo. Para Jin no pasó desapercibido el hecho de que resultaran tan idénticos uno del otro, ni tampoco lo de la supuesta segunda fase de ve tú a saber qué. Pero por más que sintiera la tentación de activar su byakugan y dejar que sus ojos desvelasen el secreto de la escaramuza con la que estaba jugando Yoshimitsu, lo cierto es que no tenía intención alguna de desvelar su poder a nadie.
—Me temo que las suposiciones no han sido acertadas hoy para ninguno de los dos —comentó, respondiendo sutilmente a la reverencia del "segundo" Yoshimitsu —. así que me atrevo a decir que se trata de una especie de clon, y no de un hermano gemelo. Porque, si fuera así... no creo que vuestros padres os llamaran igual, ¿no es cierto?
Pero de pronto sintió que había perdido su formalidad, y las buenas formas siempre eran importantes ante los desconocidos.
—Lo siento, no he querido sonar sabelotodo ni nada por el estilo. Mi padre siempre dice que debo pensar como un shinobi, por eso he dicho lo único que se me ocurre para explicar tu triunfal aparición, Yoshimitsu número dos —se rascó la cabeza y volvió a soltar una carcajada. Ahí estaba el joven Jin de nuevo, el carismático niño de Uzushiogakure.
El peliverde asintió, mostrándose de acuerdo. Después de todo, si había un clan que destacaba por su sutileza era el Hyūga precisamente.
... aún así, y como he dicho antes, los espadachines son de los pocos que propician una muerte digna.
—Coincido —sentenció, aunque añadió un gracioso paréntesis en su intervención —. aunque no sé de que nos sirve morir dignamente si igual no estaremos más en éste mundo —Jin sonrió.
De cualquier forma; el tema quedaría zanjado una vez que el brazo de Yoshimitsu hizo un claro ademán de que le siguiera. Aunque lo confirmó al comentarle a Jin que un compañero suyo se encontraba no muy lejos de allí dibujando otro tipo de armas que le servirían de alguna forma para una técnica que estaba desarrollando. Aquello fue suficiente como para que la curiosidad de Jin se viera disparada, al menos lo necesario como para que decidiese seguirle sin peros ni por qué. No por ello bajaría la guardia, claro...
después de todo; se trataba de un shinobi de una aldea ajena a la suya.
Entonces, por extraño que fuera, un tipo idéntico al propio Yoshimitsu se dejó ver con su respectivo libro de dibujos. El joven Hyūga alzó una ceja y demostró sin resquemor su evidente sorpresa ante la llegada de éste nuevo personaje.
Ellos conversaron entre sí por un casi por un minuto completo. Para Jin no pasó desapercibido el hecho de que resultaran tan idénticos uno del otro, ni tampoco lo de la supuesta segunda fase de ve tú a saber qué. Pero por más que sintiera la tentación de activar su byakugan y dejar que sus ojos desvelasen el secreto de la escaramuza con la que estaba jugando Yoshimitsu, lo cierto es que no tenía intención alguna de desvelar su poder a nadie.
—Me temo que las suposiciones no han sido acertadas hoy para ninguno de los dos —comentó, respondiendo sutilmente a la reverencia del "segundo" Yoshimitsu —. así que me atrevo a decir que se trata de una especie de clon, y no de un hermano gemelo. Porque, si fuera así... no creo que vuestros padres os llamaran igual, ¿no es cierto?
Pero de pronto sintió que había perdido su formalidad, y las buenas formas siempre eran importantes ante los desconocidos.
—Lo siento, no he querido sonar sabelotodo ni nada por el estilo. Mi padre siempre dice que debo pensar como un shinobi, por eso he dicho lo único que se me ocurre para explicar tu triunfal aparición, Yoshimitsu número dos —se rascó la cabeza y volvió a soltar una carcajada. Ahí estaba el joven Jin de nuevo, el carismático niño de Uzushiogakure.