23/11/2016, 17:26
La cosa no solo se había puesto tensa, si no que estaba a puntito de estallar en una grandiosa batalla, una de quizás mas de tres o cuatro golpes. Una de esas batallas que recuerdas durante al menos treinta minutos, o hasta que se termina el alcohol que llevas en mano. Por suerte o desgracia, la chica llevaba en ese momento mas de lo que podía beber; no porque fuese una princesa de castillo y no fuese capaz de beber, si no porque hacía ya rato que iba pasándose un poco de la raya, y aún estaba bebiendo. Cosas de la vida.
El grandullón habló de nuevo, indicando con palabras mucho mas cultas de lo que aparentaba el hombre en sí, argumentó que tras darle una lección al chico apañaría su libido con la chica. Así mismo, comentó que era una suerte para ella que ya fuese bebida, porque así le dolería menos. Sus palabras no faltaban en absoluto a lo que su mirada perpetraba, y hasta frotó sus manos pensando en ello.
El chico saltó rápido preguntándole si nunca lo habían llamado monstruo. Entre tanto, la chica miraba confundida a la montaña humana, y mas tarde al que había roto de nuevo el breve silencio. De nuevo el hombretón contestó a su antagonista, nuevamente con una burda y clara amenaza que sí acompañaba mucho mas a su apariencia. La mirada de la chica nuevamente fue en busca de éste, intentando seguir la trama de la conversación. Pero lamentablemente...
—Psss... yio no sé pa qué quiereis un librio. No habeis leio un li-brio en la vida... —Contestó la Sarutobi al par de montañas, confundiendo libido con libro.
Pero de pronto todo se volvió oscuro, como si la noche su hubiese abalanzado sobre ellos sin aviso alguno. Hasta los astros parecían haberse escondido; nada mas lejos de la realidad, solo había sido cosa del domador de bestias. La chica miró de un lado a otro, sin sentido y sin beneficio. No tardó en darse cuenta, por mucho que mirase o buscase a ambos lados, no había mas que oscuridad.
—La lú! Sa´pagao la lú! —Se quejó mientras intentaba avanzar un poco hacia algún lado, dando pasos de ciego y anteponiendo sus brazos en un burdo intento de no tropezar. —Hostia! la madre que me parió!
Chico fue el porrazo, la verdad, para todo lo que pudo haber sido. —PLAF!— Hincó las rodillas, el codo izquierdo, parte de las costillas, y hasta la botella en el suelo... Pobre de ésta última, que terminó esparramada por el mismo sin opción ninguna a ser salvada. No hubo héroes, ni con capa ni sin capa. Todo se fue a la puta.
Ésto mosqueó un poco a la chica, aunque contenía la risa en mitad de la oscuridad. No sabía si reír o llorar, por ahí le había dado con la bebida. Ya se sabe que con esas cosas nunca se sabe por dónde vas a salir...
El grandullón habló de nuevo, indicando con palabras mucho mas cultas de lo que aparentaba el hombre en sí, argumentó que tras darle una lección al chico apañaría su libido con la chica. Así mismo, comentó que era una suerte para ella que ya fuese bebida, porque así le dolería menos. Sus palabras no faltaban en absoluto a lo que su mirada perpetraba, y hasta frotó sus manos pensando en ello.
El chico saltó rápido preguntándole si nunca lo habían llamado monstruo. Entre tanto, la chica miraba confundida a la montaña humana, y mas tarde al que había roto de nuevo el breve silencio. De nuevo el hombretón contestó a su antagonista, nuevamente con una burda y clara amenaza que sí acompañaba mucho mas a su apariencia. La mirada de la chica nuevamente fue en busca de éste, intentando seguir la trama de la conversación. Pero lamentablemente...
—Psss... yio no sé pa qué quiereis un librio. No habeis leio un li-brio en la vida... —Contestó la Sarutobi al par de montañas, confundiendo libido con libro.
Pero de pronto todo se volvió oscuro, como si la noche su hubiese abalanzado sobre ellos sin aviso alguno. Hasta los astros parecían haberse escondido; nada mas lejos de la realidad, solo había sido cosa del domador de bestias. La chica miró de un lado a otro, sin sentido y sin beneficio. No tardó en darse cuenta, por mucho que mirase o buscase a ambos lados, no había mas que oscuridad.
—La lú! Sa´pagao la lú! —Se quejó mientras intentaba avanzar un poco hacia algún lado, dando pasos de ciego y anteponiendo sus brazos en un burdo intento de no tropezar. —Hostia! la madre que me parió!
Chico fue el porrazo, la verdad, para todo lo que pudo haber sido. —PLAF!— Hincó las rodillas, el codo izquierdo, parte de las costillas, y hasta la botella en el suelo... Pobre de ésta última, que terminó esparramada por el mismo sin opción ninguna a ser salvada. No hubo héroes, ni con capa ni sin capa. Todo se fue a la puta.
Ésto mosqueó un poco a la chica, aunque contenía la risa en mitad de la oscuridad. No sabía si reír o llorar, por ahí le había dado con la bebida. Ya se sabe que con esas cosas nunca se sabe por dónde vas a salir...