24/11/2016, 23:23
(Última modificación: 24/11/2016, 23:43 por Umikiba Kaido.)
Jin no se vio en lo absoluto sorprendido por la opinión de Noemi, quien argumentó no verle sentido al hecho de martirizarse por el fallecimiento de tantas personas. Él estaba de acuerdo con ello puesto que ambos como shinobi debían comprender y aceptar que la muerte era un acontecimiento que los ninja debían afrontar muy seguido. Quizás no tanto como cuando Onindo se encontraba en tiempos de guerra, pero incluso en la época reciente donde la paz se ha mantenido latente; la muerte siempre encuentra la manera de abrirse paso y aparecer de la forma más inesperada.
En forma de bijuu, de forma repentina e inesperada y llevándose consigo a gente inocente.
Pero el tono con el que lo dijo resultó bastante insensible, desde luego. Como si hablase de una carga que por ningún motivo llevaría sobre sus hombros, salvo que se tratase de alguien cercano. Y aunque sonase cruel, tenía más que razón.
«Como dice papá, debemos seguir adelante sin importar qué. Aún hay muchos vivos por los que hay que preocuparse»
Jin sería incapaz de decir nada sobre lo anterior, no sería él quien le llevase la contraria al respecto. Además, la mujer de cabellos dorados aún tenía una interrogante que responder, y eso hizo poco tiempo después.
—No, fui la única de entre mis conocidos que asistió al torneo así que… todos se salvaron—dijo ella mientras se rascaba la nunca, en un gesto que desveló una ligera incomodidad. Aunque, al final, dejaría que sus ojos verdes se centraran de nuevo en el hyuga pues ella también tenía una pregunta entre dientes —Imagino que usted no asistió, ¿verdad?
Antes de que él pudiera contestar, tuvo que calmar sus ansias. De pronto se revelaba que frente a él se encontraba nada más y nada menos que uno de los supervivientes del torneo, alguien que había experimentado en carne propia lo sucedido. No sabía si sentir admiración o pesar por Noemi, pero de cualquier forma, tenía que buscar recomponerse. Su actitud no era la apropiada si quería averiguar algo.
Entonces sacudió un poco la cabeza y habló.
—Por favor, tutéame. No hace falta ser tan cordial con un simple muchacho como yo. Y sí, en efecto, yo no acudí al torneo. Para entonces aún era muy joven para participar, ni siquiera tenía mi bandana —se la señaló con la mano derecha entre risas y luego continuó—. discúlpame si sueno atrevido, pero... ¿qué se siente?
Su voz se quebró levemente y el rostro se le vistió de inocencia. Para Noemi sería fácil discernir que se trataba de un interés sano, para nada malicioso. De un joven que buscaba crecer rápido, al fin y al cabo.
»Es decir: morir. Y volver, porque eso es lo que sucedió, ¿no?
En forma de bijuu, de forma repentina e inesperada y llevándose consigo a gente inocente.
Pero el tono con el que lo dijo resultó bastante insensible, desde luego. Como si hablase de una carga que por ningún motivo llevaría sobre sus hombros, salvo que se tratase de alguien cercano. Y aunque sonase cruel, tenía más que razón.
«Como dice papá, debemos seguir adelante sin importar qué. Aún hay muchos vivos por los que hay que preocuparse»
Jin sería incapaz de decir nada sobre lo anterior, no sería él quien le llevase la contraria al respecto. Además, la mujer de cabellos dorados aún tenía una interrogante que responder, y eso hizo poco tiempo después.
—No, fui la única de entre mis conocidos que asistió al torneo así que… todos se salvaron—dijo ella mientras se rascaba la nunca, en un gesto que desveló una ligera incomodidad. Aunque, al final, dejaría que sus ojos verdes se centraran de nuevo en el hyuga pues ella también tenía una pregunta entre dientes —Imagino que usted no asistió, ¿verdad?
Antes de que él pudiera contestar, tuvo que calmar sus ansias. De pronto se revelaba que frente a él se encontraba nada más y nada menos que uno de los supervivientes del torneo, alguien que había experimentado en carne propia lo sucedido. No sabía si sentir admiración o pesar por Noemi, pero de cualquier forma, tenía que buscar recomponerse. Su actitud no era la apropiada si quería averiguar algo.
Entonces sacudió un poco la cabeza y habló.
—Por favor, tutéame. No hace falta ser tan cordial con un simple muchacho como yo. Y sí, en efecto, yo no acudí al torneo. Para entonces aún era muy joven para participar, ni siquiera tenía mi bandana —se la señaló con la mano derecha entre risas y luego continuó—. discúlpame si sueno atrevido, pero... ¿qué se siente?
Su voz se quebró levemente y el rostro se le vistió de inocencia. Para Noemi sería fácil discernir que se trataba de un interés sano, para nada malicioso. De un joven que buscaba crecer rápido, al fin y al cabo.
»Es decir: morir. Y volver, porque eso es lo que sucedió, ¿no?
