30/11/2016, 15:52
Por como contaba la muchacha, parecía ser que ya había terminado con sus tareas en aquella ciudad y al igual que Mogura, solamente estaba pasando por aquel sitio. Tane-Shigai no era el hogar de la rubia, tampoco su lugar de trabajo pues era una kunoichi de Takigakure, aunque las apariencias engañan.
A lo mejor es una chuunin cumpliendo alguna misión relativamente importante.
Pensaba al interpretar lo que estaba diciendo, la última parte sin embargo le hizo sentirle ligeramente relajado. La última vez que trató de dejar de lado las formalidades desde el comienzo se llevó un par de miradas feas por parte de una mujer de clase alta de Uzushiogakure pero parecía que la gente de Takigakure era mas mundana y no le prestaba tanta atención a esas cosas.
Las miradas de aquellos que se encontraban en el comedor con ellos llegaban al punto de resultar bastante molestos y la kunoichi fue la primera en plantearlo y junto a su inconformidad, una pequeña reflexión. Mogura no pudo evitar darle la razón con un gesto de su cabeza, lo que estaban haciendo algunos de los presentes era algo bastante irrespetuoso, alguien debía hacer algo.
Permitame ser ese corto de paciencia, Noemi-san.
Dijo recuperando el apoyo en los dedos de sus pies para luego arrodillarse y finalmente ponerse de pie. Se acercaría entonces hasta la mesa de un sujeto que no había parado de mirar hacía su mesa desde que la chica se había sentado con el joven médico.
Disculpe, señor. ¿Será que tenemos monos en la cara que no para de mirar en nuestra dirección?
Una pregunta bastante curiosa en un tono que seguramente todos llegarían a escuchar, una aproximación bastante directa que sin duda alguna llamaría la atención de varios de los presentes, sobretodo de aquellos que estarían pendientes de la muchacha de melena dorada o el simplón que la había invitado a sentarse en su mesa.
A lo mejor es una chuunin cumpliendo alguna misión relativamente importante.
Pensaba al interpretar lo que estaba diciendo, la última parte sin embargo le hizo sentirle ligeramente relajado. La última vez que trató de dejar de lado las formalidades desde el comienzo se llevó un par de miradas feas por parte de una mujer de clase alta de Uzushiogakure pero parecía que la gente de Takigakure era mas mundana y no le prestaba tanta atención a esas cosas.
Las miradas de aquellos que se encontraban en el comedor con ellos llegaban al punto de resultar bastante molestos y la kunoichi fue la primera en plantearlo y junto a su inconformidad, una pequeña reflexión. Mogura no pudo evitar darle la razón con un gesto de su cabeza, lo que estaban haciendo algunos de los presentes era algo bastante irrespetuoso, alguien debía hacer algo.
Permitame ser ese corto de paciencia, Noemi-san.
Dijo recuperando el apoyo en los dedos de sus pies para luego arrodillarse y finalmente ponerse de pie. Se acercaría entonces hasta la mesa de un sujeto que no había parado de mirar hacía su mesa desde que la chica se había sentado con el joven médico.
Disculpe, señor. ¿Será que tenemos monos en la cara que no para de mirar en nuestra dirección?
Una pregunta bastante curiosa en un tono que seguramente todos llegarían a escuchar, una aproximación bastante directa que sin duda alguna llamaría la atención de varios de los presentes, sobretodo de aquellos que estarían pendientes de la muchacha de melena dorada o el simplón que la había invitado a sentarse en su mesa.