1/12/2016, 03:38
Así que allí estaban, dos shinobis rodeados de tres aparentes delincuentes de poca monta que parecían demasiado seguros de sus capacidades incluso frente a una persona armada con una katana. ~Llorarlo sería demasiado estúpido ~Pensaba la rubia que no se atrevía a establecer ninguna vía de acción hasta conocer verdaderamente las intenciones del supuesto amegakuriense que resultó no tan brillante.
Es decir, en lugar de ocuparse de algo como marcar un perímetro o siquiera vigilar a los dos mastodontes que los rodeaban, decidió acercarse a la rubia que por poco no le da un golpe. Así sencillamente logró que las distancias entre todos se acortasen considerablemente y por ende la libertad de acciones también.
—¿Eres idiota…? —Preguntó Noemi por lo bajo, después de todo Nioi acababa de dar la espalda a dos de los bandidos. —Da igual lo que elijan, la has cagado. —Soltó justo en el instante en que el pequeño perro salió de entre los arbustos, pasó al largirucho, justo por al lado también de ambos shinobis y finalmente a por uno de los dos que estaban detrás de ambos shinobis.
¿Distracción? Distracción era la que generó la Senju al soltar un segundo la espada para poder concentrar electricidad en su zurda y soltar una masa de chakra que rápidamente formó la silueta de un lobo. La bestia de chakra se movería a gran velocidad con la intención de impactar directamente contra el bandido del cuchilo y ella se mantendría a la expectativa sencillamente para saber para dónde moverse en caso de que lo esquivase.
El atacado rápidamente al ver la electricidad en la mano de la rubia decidió dar un salto a un lado para evitar cualquier tipo de daño lo cual le resultó sumamente eficaz, el único problema es que ahora su expresión desbordante de seguridad se había borrado por una que mostraba el terror.
—¡Son shinobis de verdad! —Chilló antes de salir corriendo tan rápido como podía.
Los otros dos rápidamente le seguirían en la carrera, salvo que uno de ellos se tuvo que tomar las molestias de sacudirse al diminuto can que le había saltado encima pero por su volumen le resultaría sencillo sacárselo. De esta forma los dos shinobis volverían a encontrarse totalmente solos en medio del bosque pero la rubia seguía claramente molesta.
—¿Se puede saber qué fue eso…? ¡Si te rodean no te acercas a un enemigo al que tu aliado tiene en mira! —Reclamaría al amegakuriense. —¡Para colmo dejaste a tu perro solo contra los otros dos!
Es decir, en lugar de ocuparse de algo como marcar un perímetro o siquiera vigilar a los dos mastodontes que los rodeaban, decidió acercarse a la rubia que por poco no le da un golpe. Así sencillamente logró que las distancias entre todos se acortasen considerablemente y por ende la libertad de acciones también.
—¿Eres idiota…? —Preguntó Noemi por lo bajo, después de todo Nioi acababa de dar la espalda a dos de los bandidos. —Da igual lo que elijan, la has cagado. —Soltó justo en el instante en que el pequeño perro salió de entre los arbustos, pasó al largirucho, justo por al lado también de ambos shinobis y finalmente a por uno de los dos que estaban detrás de ambos shinobis.
¿Distracción? Distracción era la que generó la Senju al soltar un segundo la espada para poder concentrar electricidad en su zurda y soltar una masa de chakra que rápidamente formó la silueta de un lobo. La bestia de chakra se movería a gran velocidad con la intención de impactar directamente contra el bandido del cuchilo y ella se mantendría a la expectativa sencillamente para saber para dónde moverse en caso de que lo esquivase.
El atacado rápidamente al ver la electricidad en la mano de la rubia decidió dar un salto a un lado para evitar cualquier tipo de daño lo cual le resultó sumamente eficaz, el único problema es que ahora su expresión desbordante de seguridad se había borrado por una que mostraba el terror.
—¡Son shinobis de verdad! —Chilló antes de salir corriendo tan rápido como podía.
Los otros dos rápidamente le seguirían en la carrera, salvo que uno de ellos se tuvo que tomar las molestias de sacudirse al diminuto can que le había saltado encima pero por su volumen le resultaría sencillo sacárselo. De esta forma los dos shinobis volverían a encontrarse totalmente solos en medio del bosque pero la rubia seguía claramente molesta.
—¿Se puede saber qué fue eso…? ¡Si te rodean no te acercas a un enemigo al que tu aliado tiene en mira! —Reclamaría al amegakuriense. —¡Para colmo dejaste a tu perro solo contra los otros dos!