1/12/2016, 04:12
Los últimos comentarios que soltó Noemi no esperaban en ningún momento que fuesen a provocar semejante acción en alguien, especialmente un shinobi de otra aldea como lo era el tal Mogura que decidió ponerse en pie y buscar una solución a ese problema que estaban teniendo de miradas celosas y desaprobatorias.
—Ni se te ocurra… —Susurró para sí misma al ver partir al chico hacia la mesa donde estaba el hombre más obvio de todos, ese que no había despegado la mirada de ambos ni un solo instante.
Pero ya era tarde, el reclamo del shinobi de Ame se hizo presente al instante en que estuvo al alcance del otro hombre que se le veía bien físicamente, es decir, no era una masa de músculo pero no tenía desperdicio a simple vista.
—¿Cuál es tu problema? ¿Es tu novia que no puedo mirarla? —Preguntaría de muy mala gana al mismo tiempo en que se levantaba y dejaba en vista de todos que no era tan pequeño como parecía al estar sentado. Probablemente midiera más de ciento ochenta centímetros de altura, puede que llegase incluso a los ciento noventa.
Lo más triste del caso era que hasta los empleados preferían quedarse mirando la escena que se estaba montando en lugar de preocuparse por nada, intentar deshacer el conflicto o mínimamente enviarles fuera del local, no, todos mirando atentamente mientras la kunoichi en su mesa se lamentaba desde su asiento con ambas manos en el rostro por la vergüenza.
Sí, Noemi avergonzada, y no porque dos hombres se peleasen por ella, sino por ser la causante de una segunda escena bastante particular en medio de ese pueblo. ~Nunca en mi jodida vida volveré. ~Pensó sin despegar las manos del rostro. ~¿No puedo tener un jodido día normal? ¿Desde cuándo ser hermosa es una maldición…? ~Y muchas otras interrogantes se iban formulando en la cabeza de la chica, pero ella sola al menos nunca hallaría las respuestas.
—Ni se te ocurra… —Susurró para sí misma al ver partir al chico hacia la mesa donde estaba el hombre más obvio de todos, ese que no había despegado la mirada de ambos ni un solo instante.
Pero ya era tarde, el reclamo del shinobi de Ame se hizo presente al instante en que estuvo al alcance del otro hombre que se le veía bien físicamente, es decir, no era una masa de músculo pero no tenía desperdicio a simple vista.
—¿Cuál es tu problema? ¿Es tu novia que no puedo mirarla? —Preguntaría de muy mala gana al mismo tiempo en que se levantaba y dejaba en vista de todos que no era tan pequeño como parecía al estar sentado. Probablemente midiera más de ciento ochenta centímetros de altura, puede que llegase incluso a los ciento noventa.
Lo más triste del caso era que hasta los empleados preferían quedarse mirando la escena que se estaba montando en lugar de preocuparse por nada, intentar deshacer el conflicto o mínimamente enviarles fuera del local, no, todos mirando atentamente mientras la kunoichi en su mesa se lamentaba desde su asiento con ambas manos en el rostro por la vergüenza.
Sí, Noemi avergonzada, y no porque dos hombres se peleasen por ella, sino por ser la causante de una segunda escena bastante particular en medio de ese pueblo. ~Nunca en mi jodida vida volveré. ~Pensó sin despegar las manos del rostro. ~¿No puedo tener un jodido día normal? ¿Desde cuándo ser hermosa es una maldición…? ~Y muchas otras interrogantes se iban formulando en la cabeza de la chica, pero ella sola al menos nunca hallaría las respuestas.