1/12/2016, 07:16
Aunque le hubiese costado, tenía que admitirlo. Había perdido aquella confrontación oral con aquel sujeto desconocido, desde ese punto no había mucho mas que hacer, o le daba un puñetazo que con suerte no iba a olvidar en mucho tiempo o se iba por donde vino.
Esto de la diplomacia puede que no sea lo mio después de todo...
Pensaba interiormente, en ese aspecto sentía que debía depositar su total confianza en las habilidades de la kunoichi de pelo blanco con la que solía juntarse. Pero ella no estaba en aquel momento, para bien y para mal.
Por si fuese poco, y no hubiese una gota que ya derramase el vaso de la paciencia de la kunoichi, un guerrero cargando un par de espadas en la cintura y una generosa damajuana con un par de kanjis bonitos en un color rojo muy llamativo se asomaría por la entrada del local. Si Noemi hubiese tenido alguna intención de darle una segunda oportunidad a ese lugar, la habría pateado muy muy lejos al ver a ese hombre en el portal de entrada.
Oh... ¡Qué bien! Una mesa libre.
Comentó el samurai con cierta alegría, quizás producto de aquella vasija de alcohol que estaba cargando y posiblemente deseaba comenzar a beber tan pronto fuese posible. El empleado que habría recibido la orden de cancelar el pedido de la rubia, por parte de la propia kunoichi, intentaría advertirle que esa mesa seguía ocupada, por Mogura.
Puede quedarse con la mesa, no tengo deseos de consumir nada en un local como este.
Diría para luego empinar en dirección a la puerta, por donde estaría yendo la muchacha de melena dorada. ¿Por qué estaba haciendo eso? Estaba intentando seguir a la tipa por una razón ¿Pero cuál era esa razón?
Supongo que debería disculparme...
Pensaba mientras llevaba sus pasos por el mismo camino que estaría siguiendo la chica.
Esto de la diplomacia puede que no sea lo mio después de todo...
Pensaba interiormente, en ese aspecto sentía que debía depositar su total confianza en las habilidades de la kunoichi de pelo blanco con la que solía juntarse. Pero ella no estaba en aquel momento, para bien y para mal.
Por si fuese poco, y no hubiese una gota que ya derramase el vaso de la paciencia de la kunoichi, un guerrero cargando un par de espadas en la cintura y una generosa damajuana con un par de kanjis bonitos en un color rojo muy llamativo se asomaría por la entrada del local. Si Noemi hubiese tenido alguna intención de darle una segunda oportunidad a ese lugar, la habría pateado muy muy lejos al ver a ese hombre en el portal de entrada.
Oh... ¡Qué bien! Una mesa libre.
Comentó el samurai con cierta alegría, quizás producto de aquella vasija de alcohol que estaba cargando y posiblemente deseaba comenzar a beber tan pronto fuese posible. El empleado que habría recibido la orden de cancelar el pedido de la rubia, por parte de la propia kunoichi, intentaría advertirle que esa mesa seguía ocupada, por Mogura.
Puede quedarse con la mesa, no tengo deseos de consumir nada en un local como este.
Diría para luego empinar en dirección a la puerta, por donde estaría yendo la muchacha de melena dorada. ¿Por qué estaba haciendo eso? Estaba intentando seguir a la tipa por una razón ¿Pero cuál era esa razón?
Supongo que debería disculparme...
Pensaba mientras llevaba sus pasos por el mismo camino que estaría siguiendo la chica.