2/12/2016, 04:49
La mitad de una hora, fue lo único que el peliblanco pudo tomar para cerrar los ojos y descansar su agotado cuerpo. Sentado en medio de las sombras mientras sentía como una fuerte corriente de aire descendente agitaba sus cabellos. Se sentía tranquilo, casi en paz, escuchando los ocasionales chillidos de los murciélagos que pasaban volando por sobre su cabeza.
Pero aquello no duró mucho: El Takanashi volvía a despertarse y a rugir como una borrasca.
Kazuma se planteó el contestarle, y el tratar de hacer que se calmara un poco al explicarle la situación, pero se dio cuenta que ,en el estado mental en que se encontraba Tatsuya, aquello resolvería muy poco.
De pronto tuvo una idea un tanto malvada y perturbadora.
«Tatsuya está medio enloquecido por que tiene en quien proyectar su ira —pensó, curioso y malévolo—. Me pregunto, ¿se quedara tranquilo si guardo silencio y dejo que la oscuridad responda por mi?»
No lo pensó mucho, pues necesitaba descansar y comprobar si la ausencia de comunicación ayudaría a manejar la condición de su amigo. Al final, solo se quedo en silencio y quietud, esperando escuchar los sonidos que pudiesen provenir del muchacho de ojos dispares. Bien sabía que aquello podría provocarle un ataque de pánico, pero estaba dispuesto a correr el riesgo si con eso conseguía hacerle olvidar su locura por un rato.
Pero aquello no duró mucho: El Takanashi volvía a despertarse y a rugir como una borrasca.
Kazuma se planteó el contestarle, y el tratar de hacer que se calmara un poco al explicarle la situación, pero se dio cuenta que ,en el estado mental en que se encontraba Tatsuya, aquello resolvería muy poco.
De pronto tuvo una idea un tanto malvada y perturbadora.
«Tatsuya está medio enloquecido por que tiene en quien proyectar su ira —pensó, curioso y malévolo—. Me pregunto, ¿se quedara tranquilo si guardo silencio y dejo que la oscuridad responda por mi?»
No lo pensó mucho, pues necesitaba descansar y comprobar si la ausencia de comunicación ayudaría a manejar la condición de su amigo. Al final, solo se quedo en silencio y quietud, esperando escuchar los sonidos que pudiesen provenir del muchacho de ojos dispares. Bien sabía que aquello podría provocarle un ataque de pánico, pero estaba dispuesto a correr el riesgo si con eso conseguía hacerle olvidar su locura por un rato.