3/12/2016, 17:34
Pero no, no iba a librarse de todos los problemas tan fácilmente, ¡claro que no! Hubiese sido demasiado sencillo que con eso se librase de absolutamente todo aunque de todas maneras el shinobi que tenía delante se le había acercado con la mejor de las intenciones. ~¿¡Por qué tan respetuoso!? ~Se cuestionaba en silencio la kunoichi sin despegar la mirada del contrario que no tardó en hacer una reverencia lo suficientemente notoria para que los pocos que pasaban por aquella calle mirasen un tanto extrañados.
En ese preciso instante Noemi lo único que atinó a hacer fue echarse unos pasos hacia atrás y mirar horrorizada al de Ame, una reacción similar hubiese tenido si un desconocido le venía a pedir matrimonio de la bendita nada.
—No importa, recordé mi dieta así que no pasa nada. —Dijo con una sonrisilla nerviosa dibujada en el rostro esperando que el azabache se lo creyera tal cual lo dijo.
Si se lo creía tan fácilmente significa que Mogura era sencillamente idiota, es decir, la chica estaba demasiado nerviosa como para ponerse a mentir y lo que menos quería era seguir siendo protagonista de escenas extrañas como la de ahora en la que tenía a un chico haciéndole una notoria reverencia al mismo tiempo que le pedía disculpas abiertamente en plena calle.
—Ahora si no te molesta me iré, un gusto Mogura. —Agregaría al cabo de unos instantes para luego intentar retomar la marcha, sola si era posible.
En ese preciso instante Noemi lo único que atinó a hacer fue echarse unos pasos hacia atrás y mirar horrorizada al de Ame, una reacción similar hubiese tenido si un desconocido le venía a pedir matrimonio de la bendita nada.
—No importa, recordé mi dieta así que no pasa nada. —Dijo con una sonrisilla nerviosa dibujada en el rostro esperando que el azabache se lo creyera tal cual lo dijo.
Si se lo creía tan fácilmente significa que Mogura era sencillamente idiota, es decir, la chica estaba demasiado nerviosa como para ponerse a mentir y lo que menos quería era seguir siendo protagonista de escenas extrañas como la de ahora en la que tenía a un chico haciéndole una notoria reverencia al mismo tiempo que le pedía disculpas abiertamente en plena calle.
—Ahora si no te molesta me iré, un gusto Mogura. —Agregaría al cabo de unos instantes para luego intentar retomar la marcha, sola si era posible.