16/12/2016, 14:57
Antes de que la joven de cabellos dorados saliese, el hombre recordó algo en su cabeza, y cuando ya finalizaba su encuentro con él con un cordial muchas gracias, la llamó:
— Disculpe, Sakamoto.
Mordió su lengua, buscando las palabras exactas con las que expresarse pues no era tan sencillo, o eso o su cabeza tenía bloqueado todo tipo de información valiosa que pudiese escapar por entre sus labios. Tomó aire y...
— ¡Venga, que no tenemos todo el día! — Exclamó un señor mayor levantando su bastón para meter prisa al chico, y este, rojo de vergüenza, lo soltó.
— Tenga cuidado con lo que dice sobre las ovejas, de verdad, la señora Tamako puede ser... Muy temible.
Y liberándose de la tensión, movió su mano en señal de despedida y se dedicó a atender a los dos siguientes en la fila, esperando que a la joven le fuese bien. No pensaba que fuese una misión difícil, pero tampoco se imaginaba cómo reaccionaría la señora Tamako.
Todo quedaba escrito en el destino.
— Disculpe, Sakamoto.
Mordió su lengua, buscando las palabras exactas con las que expresarse pues no era tan sencillo, o eso o su cabeza tenía bloqueado todo tipo de información valiosa que pudiese escapar por entre sus labios. Tomó aire y...
— ¡Venga, que no tenemos todo el día! — Exclamó un señor mayor levantando su bastón para meter prisa al chico, y este, rojo de vergüenza, lo soltó.
— Tenga cuidado con lo que dice sobre las ovejas, de verdad, la señora Tamako puede ser... Muy temible.
Y liberándose de la tensión, movió su mano en señal de despedida y se dedicó a atender a los dos siguientes en la fila, esperando que a la joven le fuese bien. No pensaba que fuese una misión difícil, pero tampoco se imaginaba cómo reaccionaría la señora Tamako.
Todo quedaba escrito en el destino.
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