17/12/2016, 16:17
Kazuma se quedó en un profundo silencio. Ni siquiera se le podía oír respirar o hacer movimiento alguno. La única forma de salir de aquel oscuro abismo era con la ayuda de su compañero de armas, pero para que este pudiera hacer tal cosa, primero necesitaba ser ayudado con el desequilibrio que nublaba su mente.
«Es demasiado arriesgado…, pero ¿Qué otra opción tengo? ¿Qué otra opción tenemos?», pensó con suma preocupación.
Aún había una forma de devolver a Tatsuya su personalidad habitual, pero era solo una posibilidad. Bien podría ser que no resultase y acabasen peor que antes, si es que eso era posible. Extendió y flexiono su mano, contemplando las posibles consecuencias de lo que iba a hacer, pues llego a la conclusión de que no tenía otra opción. Solo le quedaba el seguir adelante y ser consecuente con lo que ocurriese luego, fuese bueno o malo.
—Eres mi amigo, Tatsuya. —Su voz era suave, animosa y determinada—. Así que te voy a ayudar de la única forma que me es posible en este momento.
Tras decir aquello, dio un pequeño mordisco a su pulgar para conseguir que brotara un poco de su propia sangre. Juntó sus manos y comenzó a realizar una secuencia de cinco sellos, con rapidez y precisión. En medio de la oscuridad buscó la mano del Takanashi, y con firmeza hizo que pusiera su palma hacia arriba, para luego poner la suya encima y decirle:
—Voy a estar fuera un buen rato. —Suspiro con fuerza—. Lo demás lo dejo en tus manos…
«Ninpō: Heiki no Kuchiyose»
Entre chillidos y el soplar del viento cavernoso, se pudo escuchar como algo aparecía de la nada. Por el carácter metálico de aquel sonido, era imposible no adivinar que lo que había terminado en las manos del nativo de la cascada era una espada envainada. Un arma llevada hasta ahí por la voluntad de su compañero. En medio de las sombras se pudo percibir el ruido que hacía el joven peliblanco al caer inconsciente.
De nuevo, se hizo el silencio en medio de la oscuridad.
«Es demasiado arriesgado…, pero ¿Qué otra opción tengo? ¿Qué otra opción tenemos?», pensó con suma preocupación.
Aún había una forma de devolver a Tatsuya su personalidad habitual, pero era solo una posibilidad. Bien podría ser que no resultase y acabasen peor que antes, si es que eso era posible. Extendió y flexiono su mano, contemplando las posibles consecuencias de lo que iba a hacer, pues llego a la conclusión de que no tenía otra opción. Solo le quedaba el seguir adelante y ser consecuente con lo que ocurriese luego, fuese bueno o malo.
—Eres mi amigo, Tatsuya. —Su voz era suave, animosa y determinada—. Así que te voy a ayudar de la única forma que me es posible en este momento.
Tras decir aquello, dio un pequeño mordisco a su pulgar para conseguir que brotara un poco de su propia sangre. Juntó sus manos y comenzó a realizar una secuencia de cinco sellos, con rapidez y precisión. En medio de la oscuridad buscó la mano del Takanashi, y con firmeza hizo que pusiera su palma hacia arriba, para luego poner la suya encima y decirle:
—Voy a estar fuera un buen rato. —Suspiro con fuerza—. Lo demás lo dejo en tus manos…
«Ninpō: Heiki no Kuchiyose»
Entre chillidos y el soplar del viento cavernoso, se pudo escuchar como algo aparecía de la nada. Por el carácter metálico de aquel sonido, era imposible no adivinar que lo que había terminado en las manos del nativo de la cascada era una espada envainada. Un arma llevada hasta ahí por la voluntad de su compañero. En medio de las sombras se pudo percibir el ruido que hacía el joven peliblanco al caer inconsciente.
De nuevo, se hizo el silencio en medio de la oscuridad.