28/12/2016, 19:06
Había que aceptar que la rubia tenía cierta razón y Ritsuko lo reconocía aunque no con gusto, después de todo esa mujer y todos los portadores de ese dichoso apellido le caían fatal justamente por esa fama que tenían que los hacía sentirse superiores al resto. ~¿Qué harían si alguien como yo le da una paliza a uno de los suyos? ~Se preguntó la pelirroja que sencillamente volvió a su actividad con el martillo y el cincel.
—Ritsuko. —Respondió a secas.
No se mostraba muy dispuesta a seguir la conversación, pero si quería librarse de esa compañía por así decirlo ‘indeseada’ tendría que hacer lo posible por caerle bien o seguramente la tendrá un buen rato ahí gritándole.
—Puede ser, de todas formas tú eres como el resto de la aldea, juzgan por lo que escuchan, y como todos dicen lo mismo tienen la razón. —Agregó sin mucho ánimo en lo que dejaba las herramientas para tomar un trozo de papel áspero para repasar la sección que había estado trabajando. —Ahora en serio, que estoy loca, que los Kazama estamos malditos, que la casa está maldita, que somos delincuentes, dime, ¿cuántos te creíste?
Realmente Ritsuko no entendía como la gente podía creerse todas esas cosas, es más, ella había empezado a pintarse la cara y a actuar como lo hacía tiempo atrás como una burla a todos aquellos que la señalaban y la miraban por encima del hombro. Casi parecía que el resto de la villa pensaba que a ella realmente le importaba lo que otros pensaran y no era así, lejos de ser así… ~No soy como otras que yo me sé. ~Pensaba sin dejar su labor ni un instante, quería terminar lo antes posible.
—Ritsuko. —Respondió a secas.
No se mostraba muy dispuesta a seguir la conversación, pero si quería librarse de esa compañía por así decirlo ‘indeseada’ tendría que hacer lo posible por caerle bien o seguramente la tendrá un buen rato ahí gritándole.
—Puede ser, de todas formas tú eres como el resto de la aldea, juzgan por lo que escuchan, y como todos dicen lo mismo tienen la razón. —Agregó sin mucho ánimo en lo que dejaba las herramientas para tomar un trozo de papel áspero para repasar la sección que había estado trabajando. —Ahora en serio, que estoy loca, que los Kazama estamos malditos, que la casa está maldita, que somos delincuentes, dime, ¿cuántos te creíste?
Realmente Ritsuko no entendía como la gente podía creerse todas esas cosas, es más, ella había empezado a pintarse la cara y a actuar como lo hacía tiempo atrás como una burla a todos aquellos que la señalaban y la miraban por encima del hombro. Casi parecía que el resto de la villa pensaba que a ella realmente le importaba lo que otros pensaran y no era así, lejos de ser así… ~No soy como otras que yo me sé. ~Pensaba sin dejar su labor ni un instante, quería terminar lo antes posible.