28/12/2016, 20:13
—Oeh, encontré un quinqué, si conseguimos algo con que prenderlo podemos alumbrarnos— Aseveró.
—¿Qué es un “quinque”? —preguntó mientras alzaba la vista—. Ya, es una especie de lámpara. —Al menos, parecía una lámpara, la oscuridad no le permitía definir del todo la figura y se sentía muy cansado como levantarse e ir a echar un vistazo.
El joven Uzushio se volvió a reclinar, mientras que pensaba en lo que tendrían que hacer: Si el aceite de aquella lámpara aún era usable, representaría un gran golpe de suerte. Lo cierto es que no le preocupaba mucho la luz que podrían necesitar, sino la temperatura; en alguna parte, había escuchado que durante el día el desierto era un horno abrasador, pero que durante las horas nocturnas el frío y la hipotermia eran peligros reales. «Entonces lo que necesitaremos es un poco de fuego para poder pasar la noche.» Aquello y la necesidad de agua eran sus mayores preocupaciones en aquel momento.
—Kazuma-san… Bah, no es nada —aseguro su compañero, luego de interrumpirse.
«Aun debe de estar preocupado… Lo mejor sería no decirle que tendremos que pasar la noche aquí», pensó, consciente de que tendrían que esperar hasta que el clima se normalizara.
Para cuando la luz del sol recuperó su verdadera intensidad, habían pasado un par de horas. El joven espadachín noto como el viento cesaba y como las paredes dejaban de chillar por el golpear de la arena. Ahora, la claridad se colaba a través de las grietas como hacía minutos lo había hecho el polvillo. Se levantó para descubrir que estaba parcialmente cubierto de arena, además de entumido. Se sacudió ropa y cabello, temiendo lo que hubiese pasado si la tormenta los hubiese atrapado en la intemperie.
—Ya pasó la tempestad, Tatsuya —aseguro mientras destrababa la puerta y la hacía a un lado. La intensidad de la luz que entraba resultaba un tanto cegadora luego de tantas horas a oscuras—. Es buen momento para explorar el pueblo y ver que podemos conseguir. ¡Vamos!
—¿Qué es un “quinque”? —preguntó mientras alzaba la vista—. Ya, es una especie de lámpara. —Al menos, parecía una lámpara, la oscuridad no le permitía definir del todo la figura y se sentía muy cansado como levantarse e ir a echar un vistazo.
El joven Uzushio se volvió a reclinar, mientras que pensaba en lo que tendrían que hacer: Si el aceite de aquella lámpara aún era usable, representaría un gran golpe de suerte. Lo cierto es que no le preocupaba mucho la luz que podrían necesitar, sino la temperatura; en alguna parte, había escuchado que durante el día el desierto era un horno abrasador, pero que durante las horas nocturnas el frío y la hipotermia eran peligros reales. «Entonces lo que necesitaremos es un poco de fuego para poder pasar la noche.» Aquello y la necesidad de agua eran sus mayores preocupaciones en aquel momento.
—Kazuma-san… Bah, no es nada —aseguro su compañero, luego de interrumpirse.
«Aun debe de estar preocupado… Lo mejor sería no decirle que tendremos que pasar la noche aquí», pensó, consciente de que tendrían que esperar hasta que el clima se normalizara.
Para cuando la luz del sol recuperó su verdadera intensidad, habían pasado un par de horas. El joven espadachín noto como el viento cesaba y como las paredes dejaban de chillar por el golpear de la arena. Ahora, la claridad se colaba a través de las grietas como hacía minutos lo había hecho el polvillo. Se levantó para descubrir que estaba parcialmente cubierto de arena, además de entumido. Se sacudió ropa y cabello, temiendo lo que hubiese pasado si la tormenta los hubiese atrapado en la intemperie.
—Ya pasó la tempestad, Tatsuya —aseguro mientras destrababa la puerta y la hacía a un lado. La intensidad de la luz que entraba resultaba un tanto cegadora luego de tantas horas a oscuras—. Es buen momento para explorar el pueblo y ver que podemos conseguir. ¡Vamos!