28/12/2016, 20:43
Al principio, el dejar inconsciente al sujeto y luego transformarse parecía la mejor de las ideas, pero el destino no quería que escapara tan fácilmente: Pese a estar en un piso superior, en uno de tantos pasillos vacíos de la galería, donde solo habían dos habitaciones, ambas ocupadas, el ruido causado por su carrera debió de llamar la atención a quienes estuviesen en el piso inferior.
—Eres imbécil pero con ganas. —Soltaría la kunoichi resignada ya porque los pasos apresurados de los guardias se escuchaban sumamente cerca.
—Sí, he sido un imbécil..., pero por esperar a que el plan de una niña torpe pudiese funcionar —respondió, voz calmada e indiferente.
De pronto un par de guardias se asomaron desde el final del pasillo, e inmediatamente reconocieron al trió que andaban buscando. Por mero instinto, y costumbre, el Ishimura se llevó la mano a la cadera, en busca de una empuñadura que no estaba ahí. «Cierto… no cargó a Bohimei conmigo», pensó decepcionado mientras deshacía la transformación. Uno de los sujetos se aproximo como temeroso de que pudiesen tratar de escapar, pero el peliblanco se limitó a alzar las manos en señal de rendición, dejando que el que estaba inconsciente yaciese tranquilo en el suelo.
El oficial les llevó hasta la salida, entre empujones y refunfuños. El que lo acompañaba se limitó a cargar al tercer sospechoso en silencio. Luego de un rato, ya estaban de nuevo en el sitio donde los habían dejado, solo que esta vez todas las miradas vigilantes estaban sobre ellos. Pese a lo ocurrido, los desalojaron del local en relativo silencio y discreción, como si no quisieran armar un alboroto. Aquello no pasó por alto para el de ojos grises; sabía que los guardias querían evitar importunar a su jefe a toda costa, por lo que recurrieron a una búsqueda y captura con el mínimo de alboroto.
«Bueno, creo que no está tan mal: Atrapamos al sujeto que se escapó y no hubo necesidad de armar un escándalo… Aunque me hubiese gustado salir por mi propia cuenta, pero ya nada puede hacerse. Solo queda esperar a que salga el jefe y ver que pasa.»
—Eres imbécil pero con ganas. —Soltaría la kunoichi resignada ya porque los pasos apresurados de los guardias se escuchaban sumamente cerca.
—Sí, he sido un imbécil..., pero por esperar a que el plan de una niña torpe pudiese funcionar —respondió, voz calmada e indiferente.
De pronto un par de guardias se asomaron desde el final del pasillo, e inmediatamente reconocieron al trió que andaban buscando. Por mero instinto, y costumbre, el Ishimura se llevó la mano a la cadera, en busca de una empuñadura que no estaba ahí. «Cierto… no cargó a Bohimei conmigo», pensó decepcionado mientras deshacía la transformación. Uno de los sujetos se aproximo como temeroso de que pudiesen tratar de escapar, pero el peliblanco se limitó a alzar las manos en señal de rendición, dejando que el que estaba inconsciente yaciese tranquilo en el suelo.
El oficial les llevó hasta la salida, entre empujones y refunfuños. El que lo acompañaba se limitó a cargar al tercer sospechoso en silencio. Luego de un rato, ya estaban de nuevo en el sitio donde los habían dejado, solo que esta vez todas las miradas vigilantes estaban sobre ellos. Pese a lo ocurrido, los desalojaron del local en relativo silencio y discreción, como si no quisieran armar un alboroto. Aquello no pasó por alto para el de ojos grises; sabía que los guardias querían evitar importunar a su jefe a toda costa, por lo que recurrieron a una búsqueda y captura con el mínimo de alboroto.
«Bueno, creo que no está tan mal: Atrapamos al sujeto que se escapó y no hubo necesidad de armar un escándalo… Aunque me hubiese gustado salir por mi propia cuenta, pero ya nada puede hacerse. Solo queda esperar a que salga el jefe y ver que pasa.»