3/06/2015, 23:34
Kazuma dio por sentado que si los tomaban por mentirosos, las cosas podrían ir a peor. No era para nada una idea inteligente hacer eso. Por otro lado, el chico parecía tener una idea. Sin premisa, alzó una cesta que llevaba consigo, y se la ofreció al gigante. Afirmó que eran viajeros, mientras que intentaba agradar con un obsequio. Pensándolo bien, no era para nada una idea disparatada.
"Umm... ¿viajeros?"
El rubio miró al hombre, y éste a su vez miró a su mujer. La señora, sonrió con esa enorme dentadura mellada, fue entonces que el hombre agarró al chico de un jalón por la pechera. Sin perder segundo alguno, tomó también al rubio. Como si éstos estuviesen hechos de plumas, los levantó del suelo de un solo jalón.
— Eso´ta mu bien! poh´aquí yia no pasa musho´viahero. — Masculló el hombre.
Entre tanto, se movió hasta ofrecerles una "agradable" asiento. Los sentó como si fuesen meros muñecos, al sentarse el rubio dejó escapar un leve quejido, producto del intenso acoplamiento a la silla. Nervioso, no hacía mas que mirar al hombre y a su mujer, y de vez en cuando a su compañero en rango.
— Perarse ahi, que sus hago argo de´come. —
La mujer se movió a paso afianzado hasta la puerta de la derecha de la habitación, donde al entre abrirse la puerta pudieron ver los chicos algo parecido a una cocina. Evidentemente, el tiempo de apertura de la puerta fue ínfimo, y apenas pudieron ver su interior. El rubio miró a su compañero, mientras que el hombre se fue a sentar a otra de las sillas.
— Bueno... no parecen malos después de todo... ¿no? — Le confesó a susurro.
Cuando el hombre se sentó, dejó caer un suspiro. Tras ello se irguió, estirando la espalda por completo. Se veía dolorido, cansado quizás.
— ¿Y de onde sais? —
Era evidente, el hombre quería saber de dónde procedían los chicos... o los viajeros, mejor dicho.
— Yo soy de Kusagakure. — Se adelantó el Yotsuki.
"Creo que voy empezando a entenderlos... "
"Umm... ¿viajeros?"
El rubio miró al hombre, y éste a su vez miró a su mujer. La señora, sonrió con esa enorme dentadura mellada, fue entonces que el hombre agarró al chico de un jalón por la pechera. Sin perder segundo alguno, tomó también al rubio. Como si éstos estuviesen hechos de plumas, los levantó del suelo de un solo jalón.
— Eso´ta mu bien! poh´aquí yia no pasa musho´viahero. — Masculló el hombre.
Entre tanto, se movió hasta ofrecerles una "agradable" asiento. Los sentó como si fuesen meros muñecos, al sentarse el rubio dejó escapar un leve quejido, producto del intenso acoplamiento a la silla. Nervioso, no hacía mas que mirar al hombre y a su mujer, y de vez en cuando a su compañero en rango.
— Perarse ahi, que sus hago argo de´come. —
La mujer se movió a paso afianzado hasta la puerta de la derecha de la habitación, donde al entre abrirse la puerta pudieron ver los chicos algo parecido a una cocina. Evidentemente, el tiempo de apertura de la puerta fue ínfimo, y apenas pudieron ver su interior. El rubio miró a su compañero, mientras que el hombre se fue a sentar a otra de las sillas.
— Bueno... no parecen malos después de todo... ¿no? — Le confesó a susurro.
Cuando el hombre se sentó, dejó caer un suspiro. Tras ello se irguió, estirando la espalda por completo. Se veía dolorido, cansado quizás.
— ¿Y de onde sais? —
Era evidente, el hombre quería saber de dónde procedían los chicos... o los viajeros, mejor dicho.
— Yo soy de Kusagakure. — Se adelantó el Yotsuki.
"Creo que voy empezando a entenderlos... "