5/06/2015, 09:24
(Última modificación: 5/06/2015, 23:58 por Hanamura Kazuma.)
Luego de decir aquella palabra y de hacer aquel gesto, el Ishimura solo pudo esperar a ver cuál sería la reacción de los gigantes. En algún lugar de su mente, se estaba planteando que haría en caso de que esas personas fueran de las que odian a los extranjeros. Sin embargo tenía algo a su favor, y es que no era solo un visitante, era un visitante que traía comida, algo que podría mejorar el aspecto de cualquiera.
Las cosas pasaron muy rápido, el hombre y su mujer intercambiaron miradas y algunas sonrisas, por el momento todo parecía ir bien. De repente el anfitrión se acerco y como si fueran ingrávidos, levanto a ambos chicos mientras decía algo que parecía significar que todo estaba bien, y que no acostumbraban a ver viajeros.
Mientras ambos genin se miraban, aquel enorme sujeto los deposito en unas sillas, con toda la sutileza de la que era capaz. La cual cabe destacar que no era mucha, ya que ambos chicos cayeron con suficiente fuerza, como para combarse mientras sentían el impacto en sus espaldas.
Una vez que estuvieron sentados y un poco menos adoloridos, pudieron escuchar como la señora de la casa les decía que esperan un poco, ya que pronto haría algo de comer. Aunque su acento seguía siendo brutalmente extraño, de a poco se iban adaptando a su forma de hablar, con lo cual podían entenderles un poco mejor.
—Tienes razón… Quizás solo son gente buena de campo como cualquiera de por aquí, solo que ellos son extremadamente grandes y rústicos —contesto en voz baja.
El hombre le llevo la sesta del peliblanco a su esposa, y luego procedió a tomar una silla para sentarse enfrente de ambos shinobis. Una vez hecho esto, se dedico a estirarse y a suspirar por un rato, aquello era obvio a pesar de la diferencia del leguaje. Era la típica forma de moverse de alguien que ha tenido un duro día de trabajo, y solo quiere relajarse un poco.
Estando todos un poco más cómodos, aquel hombre les pregunto de donde venían.
—Yo soy de Uzushiogakure, ubicada en el país de la espiral —contesto el ojos grises luego de que su homologo en rango respondiera.
Las cosas pasaron muy rápido, el hombre y su mujer intercambiaron miradas y algunas sonrisas, por el momento todo parecía ir bien. De repente el anfitrión se acerco y como si fueran ingrávidos, levanto a ambos chicos mientras decía algo que parecía significar que todo estaba bien, y que no acostumbraban a ver viajeros.
Mientras ambos genin se miraban, aquel enorme sujeto los deposito en unas sillas, con toda la sutileza de la que era capaz. La cual cabe destacar que no era mucha, ya que ambos chicos cayeron con suficiente fuerza, como para combarse mientras sentían el impacto en sus espaldas.
Una vez que estuvieron sentados y un poco menos adoloridos, pudieron escuchar como la señora de la casa les decía que esperan un poco, ya que pronto haría algo de comer. Aunque su acento seguía siendo brutalmente extraño, de a poco se iban adaptando a su forma de hablar, con lo cual podían entenderles un poco mejor.
—Tienes razón… Quizás solo son gente buena de campo como cualquiera de por aquí, solo que ellos son extremadamente grandes y rústicos —contesto en voz baja.
El hombre le llevo la sesta del peliblanco a su esposa, y luego procedió a tomar una silla para sentarse enfrente de ambos shinobis. Una vez hecho esto, se dedico a estirarse y a suspirar por un rato, aquello era obvio a pesar de la diferencia del leguaje. Era la típica forma de moverse de alguien que ha tenido un duro día de trabajo, y solo quiere relajarse un poco.
Estando todos un poco más cómodos, aquel hombre les pregunto de donde venían.
—Yo soy de Uzushiogakure, ubicada en el país de la espiral —contesto el ojos grises luego de que su homologo en rango respondiera.