15/01/2017, 05:24
(Última modificación: 15/01/2017, 05:26 por Uchiha Datsue.)
El sonido de unos pasos amortiguados por el tupido césped del Jardín de los Cerezos se hacía cada vez más claro y cercano. Alguien se acercaba, y si su oído no le fallaba, se dirigía directamente hacia la zona mortal. Hacia él.
—Hey, ¿te apetece entrenar un rato?
Uno de los ojos de Haskoz se entreabrió, mostrando un destello rojizo, clavando su pupila negra en la figura que se alzaba ante él. Luego la mirada bajó, comprobando donde estaba pisando, y fue entonces cuando le devolvió la sonrisa.
La diestra de Haskoz, que sujetaba el kunai, se movió de forma imperceptible. Lo justo para cortar el hilo metálico atado a una de las ramas que nacía del cerezo sobre el que descansaba. La rama, doblegada hacia abajo por el propio hilo, saltó de pronto hacia arriba, recuperando su posición natural y arrastrando con el movimiento al segundo hilo atado en ella.
Este segundo hilo terminaba en lazo. Un lazo colocado estratégicamente en frente de Haskoz, justo donde la kunoichi había pisado, ignorando la trampa. Con el tirón de la rama, el lazo se cerró de golpe, aferrando el tobillo de ella, y la alzó por los aires de improvisto, dejándola colgando boca abajo, con la cabeza a metro y medio del suelo. Todo ello en una fracción de segundo.
Las carcajadas de Haskoz se extendieron por el Jardín de los Cerezos como una brisa otoñal. Se levantó, con el sharingan de dos aspas brillando en sus pupilas, y se acercó con una expresión entre divertida y curiosa.
—¿Pero mira a quién he pescado? —sonrió, divertido—. ¿No es la mismísima hija de los Sakamoto? ¿Noemi? —Si bien su familia era bien conocida en la Villa, Haskoz la reconoció por otros motivos muy distintos. Todavía recordaba aquella votación ultrasecreta que habían hecho los chicos de la Academia para elegir a la estudiante más atractiva del curso. Una votación en la que Noemi, junto con otra estudiante llamada Eri, había arrasado. Ahora que la veía tan de cerca, el Uchiha no podía estar más de acuerdo con el resultado.
»¿Qué tal las vistas desde ahí, a todo esto? —comentó, jocoso.
—Hey, ¿te apetece entrenar un rato?
Uno de los ojos de Haskoz se entreabrió, mostrando un destello rojizo, clavando su pupila negra en la figura que se alzaba ante él. Luego la mirada bajó, comprobando donde estaba pisando, y fue entonces cuando le devolvió la sonrisa.
La diestra de Haskoz, que sujetaba el kunai, se movió de forma imperceptible. Lo justo para cortar el hilo metálico atado a una de las ramas que nacía del cerezo sobre el que descansaba. La rama, doblegada hacia abajo por el propio hilo, saltó de pronto hacia arriba, recuperando su posición natural y arrastrando con el movimiento al segundo hilo atado en ella.
Este segundo hilo terminaba en lazo. Un lazo colocado estratégicamente en frente de Haskoz, justo donde la kunoichi había pisado, ignorando la trampa. Con el tirón de la rama, el lazo se cerró de golpe, aferrando el tobillo de ella, y la alzó por los aires de improvisto, dejándola colgando boca abajo, con la cabeza a metro y medio del suelo. Todo ello en una fracción de segundo.
Las carcajadas de Haskoz se extendieron por el Jardín de los Cerezos como una brisa otoñal. Se levantó, con el sharingan de dos aspas brillando en sus pupilas, y se acercó con una expresión entre divertida y curiosa.
—¿Pero mira a quién he pescado? —sonrió, divertido—. ¿No es la mismísima hija de los Sakamoto? ¿Noemi? —Si bien su familia era bien conocida en la Villa, Haskoz la reconoció por otros motivos muy distintos. Todavía recordaba aquella votación ultrasecreta que habían hecho los chicos de la Academia para elegir a la estudiante más atractiva del curso. Una votación en la que Noemi, junto con otra estudiante llamada Eri, había arrasado. Ahora que la veía tan de cerca, el Uchiha no podía estar más de acuerdo con el resultado.
»¿Qué tal las vistas desde ahí, a todo esto? —comentó, jocoso.
AO revelada
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado