7/06/2015, 21:53
¿Qué hacer a sabiendas que no tienes nada que hacer en varios días...? ¿Adelantar la limpieza anual de la casa? ¿Arreglar las lámparas rotas? O mejor aun, irse de viaje dejando todo tal cual está sin importar que alguien se pueda morir por resbalarse con alguna mugre y termine cayendo sobre los cables pelados aun funcionales. Si, definitivamente esa era la mejor opción, por lo menos para Tatsuko, la verdad es que poco le importa que alguien se mate, además que la única persona que podría considerarse que corre riesgo aparte de ella misma es Tamaki y ya tiene claro que esa chica no va a mover un solo músculo.
La idea ya estaba, salir de viaje por lo que dure aquel tiempo libre que tenía, pero con esta idea surgía un nuevo problema. ¿A dónde ir? Un lugar bastante concurrido, donde pudiese encontrar algo o a alguien que logre entretenerla.
La pregunta del millón cuya respuesta parecía inexistente, Tatsuko no se dio muchas vueltas, pues así es ella, si no sabe algo le da mínima importancia y sigue con su vida como si nada. Caminar en línea recta, como siempre, como lo dictaba su sencilla forma de pensar, "Si camino en línea recta a algún lado llegaré” idea que hasta el día de la fecha le ha sido más que útil, igual que ahora que la chica emprendió viaje y a los días se encontró con la gran ciudad de Tanzaku.
Justo cuando Tatsuko llegó la ciudad estaba llena de vida, gente yendo de un lado a otro, niños correteando por ahí, los animales tampoco faltaban, había de todo como si estuviesen en pleno festival y aquello ponía de muy buen humor a la pelirroja. Lo único que estaba haciendo falta era encontrar a alguien a quién molestar mientras tanto ya que Tamaki no se había ni movido de la cama.
De un lado a otro, la Ishikawa deambulaba por las calles, gastó algo de dinero en comida pero en nada demasiado costoso y finalmente se puso en la búsqueda de aquella persona que tendría que padecerla hasta que se decida por irse a casa. ”¿Quién podrá ser…?” Canturreaba en su cabeza la joven mientras caminaba con una sonrisa alegre.
A la distancia pudo divisar a alguien que por algún extraño motivo le cautivó el ojo, por lo menos para molestar un rato. Un joven albino bastante bien vestido a la vez con prendas algo parecidas a las que ella misma traía, con la diferencia del coloreado.
Sin perder demasiado tiempo, la kunoichi de Amegakure se acercó a paso ligero al joven desde atrás y a una distancia de tal vez… Dos centímetros le chilló en el oído izquierdo. - ¡Hola! – Al instante de soltar ese grito se deslizó hacia el otro costado del joven en un intento por confundirle.
La idea ya estaba, salir de viaje por lo que dure aquel tiempo libre que tenía, pero con esta idea surgía un nuevo problema. ¿A dónde ir? Un lugar bastante concurrido, donde pudiese encontrar algo o a alguien que logre entretenerla.
La pregunta del millón cuya respuesta parecía inexistente, Tatsuko no se dio muchas vueltas, pues así es ella, si no sabe algo le da mínima importancia y sigue con su vida como si nada. Caminar en línea recta, como siempre, como lo dictaba su sencilla forma de pensar, "Si camino en línea recta a algún lado llegaré” idea que hasta el día de la fecha le ha sido más que útil, igual que ahora que la chica emprendió viaje y a los días se encontró con la gran ciudad de Tanzaku.
Justo cuando Tatsuko llegó la ciudad estaba llena de vida, gente yendo de un lado a otro, niños correteando por ahí, los animales tampoco faltaban, había de todo como si estuviesen en pleno festival y aquello ponía de muy buen humor a la pelirroja. Lo único que estaba haciendo falta era encontrar a alguien a quién molestar mientras tanto ya que Tamaki no se había ni movido de la cama.
De un lado a otro, la Ishikawa deambulaba por las calles, gastó algo de dinero en comida pero en nada demasiado costoso y finalmente se puso en la búsqueda de aquella persona que tendría que padecerla hasta que se decida por irse a casa. ”¿Quién podrá ser…?” Canturreaba en su cabeza la joven mientras caminaba con una sonrisa alegre.
A la distancia pudo divisar a alguien que por algún extraño motivo le cautivó el ojo, por lo menos para molestar un rato. Un joven albino bastante bien vestido a la vez con prendas algo parecidas a las que ella misma traía, con la diferencia del coloreado.
Sin perder demasiado tiempo, la kunoichi de Amegakure se acercó a paso ligero al joven desde atrás y a una distancia de tal vez… Dos centímetros le chilló en el oído izquierdo. - ¡Hola! – Al instante de soltar ese grito se deslizó hacia el otro costado del joven en un intento por confundirle.