28/01/2017, 02:41
(Última modificación: 28/01/2017, 02:45 por Uchiha Datsue.)
¿Pero qué se creía? ¿Qué por estrujarse contra él y darle un simple beso iba a manejarle como quería? Él era Uchiha Haskoz, aquel que sobrevivió al Bosque de Azur y por cuyas venas corría la cólera de Izanami. De ningún modo iba a…
La puntita de algo blando y húmedo estaba presionándose contra sus labios. Parecía querer colarse entre ellos, de forma tímida, y la lengua de Haskoz acudió a su encuentro, curiosa. Si en algún momento del día había pensado que ya lo sabía todo sobre los besos, no podía haber estado más equivocado. Aquello era como haber ascendido a otra liga totalmente distinta, como pasar de hacer las misiones de un gennin recién salido de la academia a meterse en cosas de chunnins experimentados.
Su cuerpo dio media vuelta, incapaz de seguir de espaldas a Noemi. Sus brazos la rodearon por la cintura y la apretó contra él, mientras su lengua exploraba curiosa el nuevo mundo de posibilidades que se abría ante ella. Notó el corazón latiendo desbocado en su pecho, sus manos bajaron por la espalda de Noemi hasta una zona que ya no se podía considerar espalda, y entonces la apretó contra él todavía más, mientras notaba el pulso, por increíble que pudiese parecer, en su cada vez más…
—¡Buscaos un motel, PERVERTIDOS!
El grito de una señora cayó como un jarro de agua fría sobre su libido. La señora en cuestión, de no más de cuarenta años, tapaba con una mano los inocentes ojos de su hija, de no más de tres, mientras miraba a ambos con mirada reprobatoria. Entonces se llevó la niña a los brazos y, tratando de que su hija no mirase por encima de su hombro, prosiguió su camino con zancadas muy largas y muy pesadas, como si estuviese también enfadada con el suelo que sostenía el mundo.
No era que Haskoz fuese de los que siguiesen los modales y las normas de etiqueta, pero sus manos se reprimieron lo suficiente como para subir de nuevo a la parte baja de la espalda de Noemi, quedando en el limbo entre lo legal y lo ilegal a ojos de la sociedad. Tampoco había porque engañarse, probablemente más cerca de lo ilegal que de lo legal.
Dirigió de nuevo la mirada a Noemi y puso cara de circunstancias.
—No le hagas caso... Una amargada —criticó, aunque quizá sí deberían cortarse un poco. Después de todo, vivían en una sociedad en la que un simple beso en púbico llamaba la atención, siendo el Jardín de los Cerezos el único lugar donde quizá se hiciese un poco la vista gorda... Pero no sería él quien se pusiese mojigato a aquellas alturas, desde luego.
La puntita de algo blando y húmedo estaba presionándose contra sus labios. Parecía querer colarse entre ellos, de forma tímida, y la lengua de Haskoz acudió a su encuentro, curiosa. Si en algún momento del día había pensado que ya lo sabía todo sobre los besos, no podía haber estado más equivocado. Aquello era como haber ascendido a otra liga totalmente distinta, como pasar de hacer las misiones de un gennin recién salido de la academia a meterse en cosas de chunnins experimentados.
Su cuerpo dio media vuelta, incapaz de seguir de espaldas a Noemi. Sus brazos la rodearon por la cintura y la apretó contra él, mientras su lengua exploraba curiosa el nuevo mundo de posibilidades que se abría ante ella. Notó el corazón latiendo desbocado en su pecho, sus manos bajaron por la espalda de Noemi hasta una zona que ya no se podía considerar espalda, y entonces la apretó contra él todavía más, mientras notaba el pulso, por increíble que pudiese parecer, en su cada vez más…
—¡Buscaos un motel, PERVERTIDOS!
El grito de una señora cayó como un jarro de agua fría sobre su libido. La señora en cuestión, de no más de cuarenta años, tapaba con una mano los inocentes ojos de su hija, de no más de tres, mientras miraba a ambos con mirada reprobatoria. Entonces se llevó la niña a los brazos y, tratando de que su hija no mirase por encima de su hombro, prosiguió su camino con zancadas muy largas y muy pesadas, como si estuviese también enfadada con el suelo que sostenía el mundo.
No era que Haskoz fuese de los que siguiesen los modales y las normas de etiqueta, pero sus manos se reprimieron lo suficiente como para subir de nuevo a la parte baja de la espalda de Noemi, quedando en el limbo entre lo legal y lo ilegal a ojos de la sociedad. Tampoco había porque engañarse, probablemente más cerca de lo ilegal que de lo legal.
Dirigió de nuevo la mirada a Noemi y puso cara de circunstancias.
—No le hagas caso... Una amargada —criticó, aunque quizá sí deberían cortarse un poco. Después de todo, vivían en una sociedad en la que un simple beso en púbico llamaba la atención, siendo el Jardín de los Cerezos el único lugar donde quizá se hiciese un poco la vista gorda... Pero no sería él quien se pusiese mojigato a aquellas alturas, desde luego.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado